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Luchas por agua definen la actualidad en Mali

Para hacerse con las últimas tierras fértiles, la población local, dividida por grupos étnicos, llega incluso a tener enfrentamientos armados; la ONU busca donantes para trabajos de limpieza del canal 
Por: Luca Pistone El Día Domingo 26 de Marzo del 2017 a las 10:40

El agua es vida y por ella se mata. Esto es lo que pasa en el norte de Mali, en la región de Tombuctú, a las puertas del desierto del Sáhara
Autor: Notimex
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Tombuctú, (Notimex).- El agua es vida y por ella se mata. Esto es lo que pasa en el norte de Mali, en la región de Tombuctú, a las puertas del desierto del Sáhara. Un complejo sistema de interconexión entre lagos que está bloqueado por la sedimentación y la escasez de precipitaciones debido al cambio climático hacen que la vida de los habitantes del lago Faguibine sea cada vez más difícil.

Para hacerse con las últimas tierras fértiles, la población local, dividida por grupos étnicos, llega incluso a tener enfrentamientos armados. Con resultados modestos, la ONU está buscando donantes que financien los trabajos de limpieza del canal que, desde el río Níger, hace fluir el agua hasta la cuenca hidrográfica.

Y para completar el cuadro está, siempre latente, la amenaza yihadista que representa Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

En la primavera de 2012 los tuaregs, uno de los mayores grupos étnicos de la región de Tombuctú, aprovechando la grave desorganización de las fuerzas armadas de Mali, se rebelaron contra el gobierno central de Bamako y declararon la independencia del Azawad (en tamashek, la lengua de los tuaregs, "la tierra del pasto"), que consideran su tierra ancestral.

Junto con Tombuctú, también ocuparon las regiones de Kidal y Gao. Para los tuaregs fue fundamental la alianza con AQMI, que durante unos nueve meses estableció en todos estos territorios una forma muy extrema de la sharia (en árabe, "ley islámica").

Fue sobre todo gracias a la intervención militar de Francia y Chad que, a principios de 2013, Tombuctú, Gao y Kidal fueron liberadas de la presencia yihadista. Pero su liberación dejó abiertas muchas heridas entre la población local. Y se sigue evidenciando que el acuerdo de paz de Argel, firmado en junio de 2015, no tiene una base sólida.

Con un saldo de 118 muertos, la Misión Multidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabilización en Mali (Minusma), nacida en 2014, es actualmente la misión de paz en actividad más mortal del mundo.

Desde octubre de 2015 el italiano Riccardo Maia está al frente de la Oficina Minusma de Tombuctú, donde están desplegados alrededor de dos mil cascos azules y hay 300 civiles empleados.

En estos últimos años Maia, exprofesor de derecho constitucional, se ha convertido en experto de la delicadísima situación socioeconómica local, y para conducir a una paz duradera no ha dudado en dialogar con todos los actores del conflicto, incluso con los cercanos a los extremistas.

"En este territorio -explica Maia- viven cuatro grupos étnicos: los tuaregs, los árabes, los sonrai, que son negros y tradicionalmente agricultores, y los bella, también negros, de lengua y cultura tuaregs y antiguamente esclavos de los tuaregs. Hay que destacar que los bella son el grupo étnico más extendido, y por lo tanto en las elecciones obtienen siempre los cargos políticos más importantes”.

“Hoy en día el problema se debe al hecho de que los sonrai y los bella acusan a los árabes y los tuaregs de haber apoyado a los yihadistas, lo que en parte es verdad. Hemos tenido muchos episodios graves de violencia contra la población de piel clara y, por lo tanto, muchos árabes y tuaregs han huido de Tombuctú hacia el desierto de Argelia y hacia los campos de refugiados de los países vecinos de Mali”, dice.

“Puedo decir, sin embargo, que desde el principio de mi mandato hemos registrado un discreto número de retornos voluntarios a la ciudad y la reanudación de varias actividades comerciales, casi todas en manos de los árabes", añade.

Sin embargo, hay zonas de la región de Tombuctú en las que los conflictos entre los grupos étnicos no son dictados únicamente por reivindicaciones políticas e ideológicas sino por la necesidad desesperada de agua.

Faguibine es una enorme masa de agua de 590 kilómetros cuadrados, situado a 80 kilómetros al oeste de Tombuctú y a 75 al norte del río Níger, con el que está conectado a través de un sistema de pequeños canales y lagos. Cuando la crecida anual del río es regular, el Faguibine recibe suficiente agua como para llenar su cuenca.

Pero desde los años 70 el flujo de agua disminuye constantemente, y no ayudan la escasa lluvia debido al cambio climático y la obstrucción de uno de los canales causada por la sedimentación y la acumulación de detritus.

Esto ha hecho que se intensifiquen los conflictos entre las poblaciones locales, históricamente divididas por grupos étnicos, para hacerse con el control de la tierra con mayor entrada de agua y, por lo tanto, cultivable.

Se trata de territorios que son todavía más inestables por los frecuentes ataques de los yihadistas, que, aprovechando la bajísima presencia militar y estatal de Mali, inalterables, llevan a cabo redadas y siembran el pánico.

Maia lucha para conseguir donantes internacionales que financien el trabajo de limpieza del fondo del canal principal que lleva agua al lago Faguibine. Con este fin, en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, promueve visitas periódicas a los pueblos donde la crisis del agua y la amenaza yihadista son más evidentes, como Goundam y Bitangoungou.

Lugares, por razones de seguridad, a los que sólo se puede llegar en helicóptero y con una escolta armada. "Hemos visitado zonas -dice el funcionario, que acaba de volver de Tombutctú de una de estas visitas- donde antes, cuando había suficiente agua, se llegaba a regar y cultivar más de 260 mil hectáreas de tierra. Por supuesto, en ese momento la población era mucho más numerosa".

"En la costa norte del lago -precisa- viven los árabes, mientras que en la del sur están los tuaregs y los sonrai. El Faguibine actúa como una bisagra entre estos dos mundos, que antes de la desecación del lago rara vez se cruzaban y que, llevando una vida aislada, vivían en paz”.

“Actualmente, sin embargo, los unos reclaman las tierras de los otros y no es raro ver enfrentamientos mortales entre los dos grupos. A esto hay que añadir los ataques y las incursiones de los terroristas, todavía mortales en estas áreas”, señala.

“Para nosotros, de las Naciones Unidas, se ha convertido en prioridad el fortalecimiento de nuestra presencia militar junto a la del ejército de Mali y la reactivación de las arterias que, desde el Níger, transportan agua y por lo tanto vida a la gente que vive alrededor del lago Faguibine. Y estoy convencido de que con la ayuda de los donantes con los que estamos en contacto conseguiremos cumplir esta misión".

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