Las opiniones se suelen dividir notoriamente al tocar el tema de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, por un lado aquellos que sienten que el cambio en las formas internas de manejo, era necesario y otros que aducen que aun con ello el desorden prevalece. De inicio hay que decir que siempre que se intenta cambiar un sistema, habrá una contraparte muy fuerte quien se resistirá a que esto pase, debido obviamente a que se vieron beneficiados con el esquema predominante y por consecuencia se negaran a que se modifique lo establecido. La renovación es parte de nuestras vidas y aquellos que no entiendan eso en verdad pecan de tener un pensamiento retrógrada, ahora, con esto no estoy diciendo que todos los cambios son buenos, porque por ello existe el dicho conocido de que: “Pasamos de Guatemala a Guateperor.”

 En el caso de mi alma mater, mi opinión se divide, por un lado comprendo que cambiar ciertas cosas del sistema era necesario pero no entiendo que teniendo la gran posibilidad de reformar cualitativamente las cosas se incurra en los mismos errores y vicios del pasado. Para no meterme en camisa de once varas solo me enfocaré a mencionar que en un rubro en donde no comprendo el por qué se dejó de brindar un continuo apoyo y lo peor, teniendo a excelentes representantes para hacerlo, es a la investigación. Aquellos que no concuerden conmigo dirán que si se ha ejercido presupuesto para ello y enumerarán casos en donde se está brindando dicho apoyo, pero no podrán si es que son sinceros, negar que no se priorizó como en pasadas administraciones. De mi parte no solo respaldo esta postura al haberlo escuchado de varios investigadores sino me atrevo a emitir mi juicio con base en haber sido hijo de un prominente investigador que incluso representó a la UAT en diversos países del mundo.

Si en algún sector es donde se debe de poner especial énfasis en ello es precisamente en el académico y eso lo saben aquellos que en el sistema han estado inmersos y/o que entienden que existirá mayor desarrollo de nuestra nación mientras más se incentive la productividad en este rubro. Supongo que es por eso que existen voces que pregonan que esto se debe a la falta de arraigo de los dirigentes: “Al final del día el no proviene netamente del sistema UAT, le falta arraigo y  mayor conocimiento del dinamismo interno, sus méritos radicaron más en su apellido y antecedentes familiares que en su familiaridad de los temas cruciales de nuestra universidad” comentó en interesante plática un reconocido investigador.

Águila o sello, dos caras de la moneda ¿y usted que piensa mi estimado lector?

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)