Tradicionalmente, el DIF –Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia- servía para dar brillo a la Primera Dama en turno, federal o estatal: se daban despensas, galletas nutricionales y se consideraba atención a niños abandonados o huérfanos y ancianos, en los asilos, pomposamente llamados “Casa del Anciano”, “Casa del Adulto Mayor”, en un enorme esfuerzo por ocultar los nombres de las cosas.

La Primera Dama siempre estaba rodeada de su grupo cercano de amistades –al menos, sexenales- y parecía un desfile de modas cualquier evento en el que participaba. Eran los tiempos en que el DIF solo servía de ornato, y como una forma de evadir revisiones a conciencia de recursos estatales que, muchas veces quedaron en el aire, por el “respeto” que siempre se ha tenido para la mujer con mayor índice de publicidad en el estado, es decir, la pareja del gobernador en turno.

Hubo algunos destellos de asistencia, y como nadie podía decir nada a las Primeras Damas, por moda o exhibicionismo tomaron como propios muchos programas que debieron manejarse desde la Secretaría de Salud y otras dependencias como Educación: al cabo que como los manejaba la esposa del patrón, nadie chistaba.

Muchos programas funcionaron, por qué no decirlo, pero otros carecieron de ese toque político y ejecutivo que requiere y que se presenta a través de las dependencias idóneas.

Nadie debiera saber más de bienestar social y salud que la Secretaría de Salud, o nadie debiera saber más de cosas escolares como la Secretaría de Educación. Y así, nos podemos ir, uno a uno, con todos los conceptos, y veríamos que se duplicaban esfuerzos por dar brillo a una persona que llegaba al poder acompañando a su pareja, mas no por méritos políticos propios.

La Primera Dama debe ser una promotora incansable de una función de asistencia social y acercamiento a la sociedad; es una figura –o debe serlo siempre- que debe estar cerca de todos nosotros, los que habitamos la entidad que gobierne su pareja.

Y en ese tenor, el DIF tamaulipeco ha emprendido una nueva forma de trabajar, con programas que tienden a incrementar esa función tan importante, encabezada siempre por la esposa del gobernador, y que deja de ser figura decorativa para convertirse en ejecutiva y guía de programas que pueden ser la diferencia entre vivir y sobrevivir, sobre todo, para esos pequeños que llegan a las casas hogar producto de crímenes hacia sus padres, de encarcelamientos o abandono total, y desgraciadamente, abundan estos casos.

Los chicos que ninguna culpa tienen de lo que los adultos hacemos mal.

Es por eso que a partir de la fecha se han reprogramado las acciones del DIF Tamaulipas, y se procurará trabajar con una mayor coordinación, sin querer ver a esta instancia de servicio como algo ajeno al gobierno, sino como un complemento a la labor que debe toda autoridad imponer y llevar a cabo en su jurisdicción.

Llaman la atención las acciones a favor de las mujeres que requieren apoyo para sacar adelante a sus familias, por diversas razones, y el hecho de que se tome una mayor atención en el aspecto de problemas existentes como el autismo u otros similares.

Y para ello, la señor Mariana Gómez de García Cabeza de Vaca llevó a cabo importante reunión en la que se dieron a conocer estos cambios sustanciales que, seguros estamos, tendrán una repercusión positiva en la sociedad tamaulipeca, cada vez más necesitada del apoyo de sus autoridades e materia social, rubro que debe ser objeto de mayor atención, como base para evitar que crezcan las conductas fuera de la ley.

Auguramos un gran éxito, en la medida que los colaboradores, empleados y sociedad en general apoyemos estas acciones, y las respaldemos haciendo la parte que nos corresponde, porque de una cosa estamos ciertos: la señora Mariana, por sí sola, no podrá mover la montaña del desarrollo de Tamaulipas: nos necesita a todos y todos necesitamos de los demás.

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Carlos David Santamaría Ochoa

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.