Protestas sin límite
Cierto, estamos enojados por las medidas anunciadas por el gobierno federal respecto al incremento en precios de combustibles, pero suponemos que lo que ha vivido México nos ubica a un paso de una guerra civil o una revolución, y los costos son demasiado elevados como para pensar en esas cosas.
El saqueo de las tiendas no se justifica por nada del mundo: hay que pensar que los comerciantes, industriales y más, los que tienen esas grandes cadenas de tiendas de autoservicio son gente millonaria, cierto, pero que tiene invertidos muchos millones de pesos en productos para que usted y nosotros podamos llevarlos a nuestro hogar a plazos, en pagos de todo tipo, y nos financian una adquisición, aunque entendemos que gratis no lo hacen, ya que con los intereses y más es como han hecho sus fortunas.
Es parte del sistema capitalista: el que tiene invierte para hacer negocios, y el que o tiene debe, necesariamente, hacer algo por obtener, pagando más de lo que debiera a manera de intereses, pagos de otra índole, etcétera.
Pero no se justifica que lleguemos y robemos lo que no es nuestro, como tampoco el afectar a terceros. Los bloqueos carreteros perjudican la ya muy devaluada economía familiar, y nos afectan sobremanera, por lo que es muy importante evitar este tipo de acciones. No nos llevarán a nada, y la verdad, tampoco nos van a solucionar.
Tenemos ciento veintitantos parásitos en un Senado y quinientos parásitos en San Lázaro que cobran como diputados, que cobraron un bono ilegal e inmoral, que ganan muchísimo dinero y que nunca se preocupan por nosotros. Lo que se tiene que hacer es exigirles que hagan algo en bien de sus representados y dejen de ser comparsa de quien mal gobierna al país y nos tiene sumidos en la peor de las crisis que pudimos haber siquiera imaginado.
Si fueran tantito honorables ya hubieran exigido al gobierno cuentas y no habrían aprobado un aeropuerto monumental, la compra de un ostentosísimo avión presidencial y muchas cosas más; no tienen una mínima idea de lo que requiere la Nación y sus habitantes.
Pero, tomar carreteras, saquear comercios, insultar gente no nos va a llevar a mejorar, sino por el contrario, nos hace ser igual de amolados y más amargados, porque eso es lo único que estamos ganando, si es que se le puede llamar de esa forma.
Las protestas debemos hacerlas con esos pseudo representantes que elegimos y otros que tuvieron el tino de ser cómplices del gobierno en turno y llegaron por la vía plurinominal, que no es más que u descarado amiguismo disfrazado. Todos ellos nos deben una explicación, y lo saben tanto que no han tenido cara para darnos de frente un discurso que convenza siquiera.
Sí, hay enojo en México, pero la violencia no nos debe llevar a nada bueno; es lo mismo que argumentamos cuando vemos en redes sociales a delincuentes académicos legislar a través de estos foros: las cosas deben hacerse adecuadamente o no hacerse, porque para hacerlas mal, mejor lo dejamos como está.
México está herido y muy gravemente convalece de la enorme herida propinada por sus propias autoridades, pero es momento de levantarnos y alzar la voz, enérgica y fuertemente, pero sin violencia.
Imagine usted que estamos en una protesta y alguna bala perdida o piedra cae en la cabeza de uno de sus hijos. ¿Qué pensaría? No hay justificación a la violencia: lo que tenemos qué hacer es algo distinto que les haga recapacitar, claro, si es que tienen un céntimo de conciencia estos vividores políticos.
Y que nos sirva de lección, porque hay una cosa muy segura: no volvemos a entregar nuestra confianza a esa caterva de vividores, de demagogos ciegos de necesidades sociales, torpes para hablar y actuar, cínicos y mentirosos, como el que acaba de llegar “para aprender” como canciller.
El colmo del cinismo, pero si los avalamos, nosotros seremos tan culpables como ellos. Por favor, no caigamos en violencia, mejor hagamos bien las cosas.
Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com
Carlos David Santamaría Ochoa
(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.
Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).
Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.
Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.
Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.
Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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