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México en llamas

Por: David Vallejo El Día Jueves 05 de Enero del 2017 a las 13:54

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Consejo: Los que hacen imposible una revolución pacífica harán inevitable una revolución violenta. J. F. Kennedy

            México está haciendo combustión, el gasolinazo fue la gota que derramo la indignación que se apodera de las calles y es aprovechada por delincuentes quienes ante la descomposición social canalizan la ira e incitan a la violencia; también es aprovechada por políticos quienes gritan su indignación pero que quedan evidenciados ante el registro de sus actos; o bien, por comunicadores que se desahogan e incurren en la adjetivación y calificación grosera hacia los poderosos que han modificado su relación o convenios, abonando a que las llamas se propaguen aún más. La combustión inició y el gobierno - bombero está en espera de que los brotes de fuego se apaguen solos ante un cambio en la coyuntura y el ambiente, apuesta sumamente arriesgada.  

            Ayer empecé a ver con esperanzas el mensaje presidencial de Enrique Peña Nieto (EPN) y termine con tristeza ante la falta de sensibilidad de un gobierno que apela a la comprensión de los ciudadanos pero que no comprende que es la autocritica el punto de partida necesario para el golpe de timón de este barco que hoy se encuentra a la deriva o en dirección a la tormenta perfecta. Pensar y buscar las causas de nuestras desgracias en las coyunturas externas propicia el temor y la pérdida de confianza entre la tripulación que conlleva a la pérdida de liderazgo de su capitán en incluso las insurrecciones en su contra.  

            Dicho lo anterior, el objetivo de este escrito es señalar ¿Qué es el gasolinazo? ¿Qué implica? y ¿Quiénes son los responsables? pero sobre todo ¿Qué se puede hacer al respecto?

            ¿Qué es? El discurso oficial dice que es el aumento abrupto del precio de la gasolina que estaba controlado y fluctuaba en una banda de incrementos no mayores al tres por ciento producto de la intervención del Estado mediante subsidios que permitían que el precio se mantuviera bajo de manera artificial. Que dicha situación, era insostenible financieramente llegando a representar siete puntos del Producto Interno Bruto (PIB) que pudo destinarse en pago de deuda o en una mayor inversión por un monto de 200 mil millones de pesos al año.  

            La reforma energética contempló la liberalización del mercado de las gasolinas y su precio al juego de la oferta y la demanda para generar competencia en un mercado monopolizado por PEMEX y para reducir subsidios regresivos que por años otorgo el gobierno. Dicha reforma se aprobó en 2013 por ambas cámaras del Congreso y en las legislaturas estatales. En febrero del 2016 el gobierno propuso adelantar del 2018 al 2017 la liberalización, lo cual fue aprobado en la Ley de Ingresos casi por unanimidad (en el Senado la votación fue de 79 votos a favor y 10 en contra).

            El gasolinazo no tiene que ver con subsidio alguno que estemos pagando, sino con impuestos que cubren algunos conceptos como servicio de deuda y gasto público representando un 35% del costo total de la gasolina. Es decir, el precio de la gasolina tiene cuatro componentes: los costos del petróleo, los costos de la logística, el margen y los impuestos. En cuanto a estos últimos, existen dos tipos de cargas, el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicio (IEPS).

            La Secretaría de Hacienda es quien fija los precios máximos al púbico de las gasolinas y el diesel en las regiones del país con base en las diferencias por los costos de logística y de distribución y comercialización. Hasta el 3 de febrero habrá precios máximo y a partir de dicha fecha se harán dos actualizaciones semanales en las primeras dos semanas del mes y a partir del 18 de febrero se determinará de manera diaria.

            Cuando el gobierno federal decidió adelantar la liberalización del precio de la gasolina, las perspectivas económicas eran muy distintas, por un lado el peso se recuperaba y los precios de petróleos y gasolinas no se pronosticaba que subieran tanto. Los argumentos en su momento fueron que el cambio de la estructura de PEMEX lo liberaría de una enorme carga fiscal con que se financiaba; que la caída del precio internacional del crudo lo obligaría a ajustar a la baja el gasto público previsto; y la necesidad de incentivar con precios liberados a quienes entraran al negocio de las gasolinas. Quizás también el cálculo político que representaba tener proceso electoral presidencial en el 2018. En cuanto al peso, este continua su depreciación de manera significativa ante la incertidumbre y especulación que aumenta ante el cambio evidente en la política económica de los Estados Unidos.

            Si bien no hay adivino que aguante rigor científico, si hay economistas y notarios que debieron proponer decisiones ante los peores escenarios prospectivos. En estos tiempos es más riesgoso que nunca cerrar los ojos ante cualquier posibilidad, por inverosímil que parezca. La apuesta de que la gasolina baje a partir del 18 de febrero, con la primera temporada abierta de Pemex en Sonora y Baja California suena muy arriesgada. Si el precio internacional no sube considerablemente, PEMEX y Hacienda corren enormes riesgos ante lo cual la alternativa más fácil siempre será una mayor carga fiscal a la ciudadanía.

            ¿Qué implica? El economista Gerardo Esquivel publicaba que el gasolinazo afectará a todos, directamente a las personas que tienen un transporte. Indirectamente a los usuarios de taxis y autobuses; a los consumidores de productos y en este sentido, más a los que le destinen un mayor porcentaje de su ingreso, es decir, los más pobres; y más a los que compren gasolina más cara, es decir a aquellos que estén más alejados de los centros de distribución o vivan donde exista baja demanda de gasolina, otra vez, posiblemente los más pobres. A todos, porque el Banco de México al tratar de combatir la inflación tendrá que aumentar las tasas de interés lo que propiciará una menor inversión y por ende, un menor crecimiento económico.

            Por un lado tenemos, que el gasolinazo repercutirá en el aumento precios y el gasto que ello implica, por otro y de manera positiva, en generar un mercado de combustibles más eficiente, una competencia entre proveedores y en evitar que se destienen recursos públicos en controles de precios ineficientes.

            ¿Quiénes son los responsables? El gobierno federal no por sus reformas, sino por mentir o creer lo que quieren creer con argumentos débiles como que la gasolina en México es más barata que en otro países lo cual fue desmentido por Bloomberg al publicar un estudio comparativo en el que concluye que somos el país en el que cuesta más caro llenar el tanque en relación con los ingresos económicos de la población, o bien, los argumentos desde la perspectiva ambiental que son débiles ante el hecho de que el aumento no va acompañado de una mejora en las políticas de desarrollo urbano o en la inversión en transporte público.

            El gobierno federal y el líder del PAN, Ricardo Anaya que en su momento señalaron que con las reformas bajarían los precios de los energéticos, premisa absurda que pasaron por alto políticos y analistas, al depender tanto de gasolina importada y no tanto de la propia reforma. Los legisladores que votaron la reforma energética, pero sobre todo el adelanto a la liberalización, no por ésta en sí, sino por no considerar las implicaciones que conllevaría y proponer acciones en consecuencia. No se vale sacar raja política, la hipocresía se evidencia en una sociedad mejor informada y en la tecnología que todo respalda. Los partidos políticos por ser corresponsables del descontrol de las finanzas públicas y la quiebras de algunos gobiernos estatales que ha propiciado el aumento de impuestos que tanto nos afecta.  

            Es importante precisar que el gasolinazo no tiene que ver con un aumento en impuestos que se pagan por la gasolina, ya que de hecho el estimulo fiscal va aumentar y el IEPS se mantendrá fijo, por lo que el impuesto neto será menor este año que el anterior. Tiene que ver con los impuestos en sí. No tiene que ver directamente con la reforma, sino indirectamente con la liberalización que establece. Si el tipo de cambio aumenta, el costo de transportar gasolina también y si el precio de ésta no aumenta, se reducen los márgenes de ingresos del gobierno y aumenta su déficit. Con o sin reforma el aumento en el costo de la gasolina posiblemente seguiría siendo inminente ante el estatus financiero.

            El aumento tiene que ver con los políticos que no tuvieron la visión de impulsar la reforma energética a tiempo, de haber autorizado al sector privado construir refinerías cuando éstas eran un buen negocio. Aquellos que se dicen de izquierda que pronunciaban que una reforma así sería un agravio a la nación o los que se dicen de derecha que optaban por proponer consultas públicas estériles e interminables sobre el tema. O bien, quienes preferían la buena relación política con el sindicato petrolero y los beneficios que ello conllevaba. Es responsabilidad de todos aquellos que permitieron que PEMEX refinación no tuviera la inversión y supervisión adecuada, que evitaran excesos abrumadores de personal, baja productividad, privilegios sindicales, el robo de gasolina por 15 mil millones de pesos anuales y la complicidad delincuencial para su venta.

            El aumento tiene que ver con el tipo de cambio y el costo del transporte. Tenemos una importante dependencias de gasolina importada y una fuerte debilidad en las finanzas públicas que el gobierno federal no acepta por rentabilidad política electoral.

¿Qué se puede hacer?

  • Adecuaciones a la ley de ingresos para que con la liberalización exista una reducción gradual del IEPS como propone el PRD. O bien una reducción del 50% como propone la COPARMEX, el PAN y Movimiento Ciudadano.
  • Impulsar una moratoria en la liberalización como lo han señalado algunos legisladores del PRD quienes también proponen que sea la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) quien establezca el momento ideal para su aplicación en función de las condiciones de competencia.
  • Un decreto presidencial que establezca una moratoria en la liberalización o su derogación.
  • Incrementar la eficiencia de las refinerías por arriba del 90% que es el promedio en países como en Estado Unidos como lo propone COPARMEX.
  • Implementar medidas como las propuestas por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que puedan atenuar el golpe que reciben los consumidores, como son el apoyo a los créditos de vivienda, la deducibilidad de seguros de gastos médicos y colegiaturas, entre otras.
  • Descuentos permanentes en el precio de la gasolina en las zonas más afectadas para que se estandaricen las tarifas entre las regiones por parte de empresarios gasolineras (como lo hace OXXO Gas y PETROL en 28 de sus estaciones de servicios) castigando su margen de ganancias.
  • Ampararse como lo propone el abogado Oscar Valdés Ramírez, quien consideró que al no fijarse un precio único se deja en indefensión al consumidor, dando paso a la especulación y a la anarquía comercial. Dicho amparó llegará a la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien tendrá que fijar un criterio relativo al tema. Asimismo, el Frente Cívico Familiar, también propone la firma de amparos en la calle para establecer una demanda colectiva.
  • Construcción de micro refinerías que generen gasolina a partir de derechos de plástico como la diseñada por Gerardo Nungaray Benítez conocido como "el Güero Bombas" o bien impulsar el uso de otras fuentes alternativas de energía a bajo costo.

            Las propuestas de los economistas en cuanto a que el Estado no puede dar marcha atrás a medidas de este tipo ya que no puede seguir endeudándose, son poco atractivas para el ciudadano común y corriente que se encuentra molesto por la afectación a su bolsillo.  Luis de la Calle Prado señala que para que para reducir el precio de la gasolina sin considerar impuestos, se requiere que el precio de las gasolinas a nivel internacional baje, ante lo cual no podemos hacer nada; que disminuya el costo de la logística; y que se revalúe el peso ante la confianza del mercado en el programa presupuestario de la Secretaría de Hacienda, se presente una reducción en el gasto y una diminución en el porcentaje de deuda sobre PIB. Lo primero no depende de nosotros, lo segundo y tercero si, aunque con efectos poco viables en el corto plazo. Nadie está de acuerdo con dar marcha atrás a la liberalización, sin embargo existen diversas propuestas en cuanto al momento idóneo para llevarla a cabo y el porcentaje del IEPS que debe considerarse. Al menos valdría la pena que el gobierno federal estableciera con claridad y socializara las consecuencias en la economía nacional y familiar de las distintas alternativas en ambas iniciativas. Que se acuerden que lo que hacen imposible una revolución pacífica harán inevitable una revolución violenta.

¿Cómo llegamos aquí? Por encima, porque no se identificaron los tiempos más adecuados, no se preparo una estrategia integral para que el daño fuera menor, no se consideraron ajustes administrativos o medidas de control y menos una estrategia de comunicación que permitiera sensibilizar y orientar del golpe al bolsillo.

            Un poquito más adentro, porque de entrada porque permitimos que dejaran que fuéramos un suministrador de petróleo crudo y un comprador de gasolinas. Porque los gobiernos de las últimas tres décadas se comieron a la gallina de los huevos de hora y pasamos del cuerno de la abundancia a ponerle cuernos al desarrollo al no aumentar nuestra capacidad instalada de refinación y de invertir en el mantenimiento y la reconfiguración.

            En el fondo porque nuestras finanzas son débiles y nuestras posibilidades de crecimiento son pocas ante un gobierno y clase política con gastos superfluos y corrientes irresponsables; ramos presupuestarios orientados a obtener dividendos electorales; y, programas de subsidios y transferencias sin reglas de operación. Nuestro sistema político tiene arraigada la corrupción y el poder por el poder que hace que el interés de muchos sea el estar vigente o sobrevivir manteniendo importantes privilegios personales, dejando los intereses nacionales en un segundo plano.

            El gasolinazo nos obliga a reflexionar en que es necesario que el presidente reconsidere por responsabilidad nacional hacer una gran convocatoria política para ajustar aspectos estratégicos del presupuesto que permita tener por primera vez uno responsable orientando realmente la inversión hacia los aspectos que generen equidad efectiva y desarrollo competitivo (por ejemplo, la inversión en Ciencia y Tecnología), privilegiando la implementación del sistema nacional anticorrupción y un nuevo esquema de seguridad pública. Que los partidos políticos recobren su legitimidad y que los diputados actúen de manera ágil y madura, estableciendo una agenda puntual para debatir y legislar sobre dichos ajustes. Que los gobernadores sean responsables en el gasto, visionarios en el desarrollo sabiendo priorizar y asumiéndose como parte de un todo más grande. Que el sector productivo y educativo sean corresponsables y vigilantes de la buena política pública. Que la complicidad sólo sea sólo para el desarrollo. Que tú y yo sigamos manifestando nuestra preocupación por éste México en llamas, que cumplamos con nuestros derechos y obligaciones y que actuemos en consecuencia de manera inteligente, organizada y pacífica.

Placer culposo: Escuchar y ver el nuevo video de Café Tacuvba - Futuro- (https://m.youtube.com/watch?v=EBWMyfFrtKs). Les podrá gustar o no, pero los cafetos siempre sorprenden.

            Semana de juego de comodines en la NFL. Green Bay vs. Gigantes para distraerse gratamente de cosas más importantes.

 

David Vallejo

Nació en Tampico, Tamaulipas en 1979.  Es licenciado en Ciencia Política y Administración Pública por la UDEM, cuenta con maestrías en Política y Gobierno por el Colegio de Tamaulipas y Administración Pública por el INAP - IOUG. Actualmente estudia la maestría en Comunicación política y Gobernanza y es doctorando en Ciencias Sociales. Ha sido funcionario y profesor, comprometido con la buena política y la naturaleza, hombre de familia, melómano y lector.

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