México,(Notimex).- Un estudio hecho por investigadores de la Universidad de Colima (Ucol) y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, valoró los efectos de la elaboración del maíz producido en México, así como del importado de Estados Unidos.

El análisis “Impactos globales en salud de la producción de maíz antes y después del Tratado de Libre Comercio (TLC) (1986–2013)”, abarcó tres etapas antes del TLC, indicó el investigador de la Facultad de Ingeniería Civil y de la Facultad de Medicina de la Ucol, Oliver Mendoza.

“La investigación de carácter global se desarrolló para conocer los parámetros y categorías que indican los impactos en la producción del maíz, para que la información pueda servir en la toma de decisiones en materia de seguridad alimentaria, cambio climático y salud”, dijo el también doctor en Ciencias Médicas.

En entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Mendoza destacó que de manera puntual se estudiaron y calcularon los impactos a la salud, recursos, y ecosistemas.

“Medimos a través del análisis del ciclo de vida (ACV) cuáles eran estos parámetros de impacto y trazamos una medida cualitativa y cuantitativa en el carácter nominal/total y por medio de unidad funcional (UF), que representa una tonelada de maíz”, detalló.

“Fueron esos dos enfoques para poder cuantificar cuáles eran los impactos globales en salud, derivados de la importación en nuestro país del maíz amarillo de Estados Unidos”, explicó.

El proyecto analizó las proporciones de maíz híbrido, del cultivado con químicos y del orgánico con valores de la Comisión para la Cooperación Ambiental para los tres países en el TLC: México, Estados Unidos y Canadá.

A su vez, tomaron estadísticas del Censo Mexicano de Agricultura y del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Con el objetivo de estimar todo el maíz que se produce y se transporta a México, el modelo evaluó los efectos de la producción de Estados Unidos, por lo que se eligieron los estados de Iowa, Illinois e Indiana.

Los impactos en salud, recursos y al ecosistema fueron calculados a través de la metodología ReCiPe, Endpoint H y con el software SIMA PRO.

“El ACV es una herramienta metodológica que utilizan los académicos, gobiernos y empresarios para medir el impacto ambiental de un producto, proceso o sistema a lo largo de todo su ciclo de vida”, aseguró.

“Mientras que el método de la receta (ReCiPe, por sus siglas en inglés) transforma la larga lista de resultados de inventario del ciclo de vida, en un número limitado de puntuaciones de los indicadores”, subrayó el profesor.

Las instituciones realizaron un análisis general por unidad funcional de variables: cambio climático y salud humana, formación fotoquímica oxidante, cambio climático y su impacto en ecosistemas, ecotoxicidad y acidificación terrestre.

Así como la ocupación de la tierra en agricultura y de la tierra urbana, agotamiento de metales, fósiles y el ozono, formación de material particulado, ecotoxicidad y eutrofización del agua dulce (enriquecimiento del agua con nutrientes).

También, del impacto del combustible fósil, toxicidad humana, radiación ionizante, ecotoxicidad del agua marina y la transformación natural de la tierra.

“Con la investigación, identificamos y evaluamos los impactos en salud, medio ambiente, biodiversidad, así como daños al ecosistema en relación a la actividad como tal de la agricultura del maíz; por unidad funcional estamos causando daño”, refirió Mendoza Cano.

El estudio se publicó de manera reciente en la Ucol, institución que siguió las conductas de la evaluación del ciclo de vida generadas por la Organización Internacional para la Normalización, (ISO, por sus siglas en inglés) en la serie de normas ISO 14040 a la 14044.