Haciendo a un lado la debacle sufrida por el derrocamiento de gobiernos Estatales que habían sido ostentados por un solo instituto político durante cerca de un siglo, y las reacciones y demarcaciones cínicas ante la responsabilidad de la derrota de muchos de los militantes de estos partidos (como si esto no fuese consecuencia del conjunto), damos paso al cambio inminente, el exigido por la mayoría de los electores.

Si bien en teoría es una gran ventaja tener y retener una posición política debido a los distintos recursos que esto representa como: ser el rostro de programas y proyectos, tener posición y recursos para paliar las demandas de la sociedad, desplantar la presencia de líderes carismáticos por el territorio, mantener una conexión directa con la sociedad a través de medios de comunicación (aunque al final dicten la leyenda “este programa es público ajeno a cualquier partido político) entre otros. La posición de la alternancia es un tanto cómoda, ya que puedes esperar agazapado cual depredador  una serie de errores que te permitan combustionar uno mayúsculo y así presentarse como la solución única.

Los problemas del Estado son más que evidentes, en especial  cuestiones como la seguridad y el profundo problema económico al que se enfrentan los ciudadanos. Empero, ninguno de estos problemas fueron utilizados como el mensaje rector (salvo parcial) de las campañas. Por el lado oficial  “Mi compromiso por la paz y el bien de Tamaulipas” y el que no pudo ser más acertado “De que se van, se van”. El mensaje consciente e inconsciente en el grueso del electorado indeciso era el de un cambio.

Ese gran reclamo de la sociedad por la alternancia, del cual fue muy rico en retórica durante la campaña, ahora debe de ir seguido por acciones precisas. Primero hacia el interior de las filas, procurar que los nuevos servidores públicos tengan el corte que los ciudadanos anhelan (sencillez, cercanía, transparencia, apertura, tolerancia, honradez, etc). Asimismo reflexionar introspectivamente, ya que algunos oportunistas acertaron en la visión ganadora del proyecto, pero no representan lo que  los electores votaron este 5 de junio, algunos incluso han pertenecido a gobiernos anteriores, donde han sido excluidos y señalados por su reputación negativa dentro de sus partidos originales.

Segundo, ubicar a los servidores públicos de vocación legítima, esos que trabajan dignamente por su sueldo y que han convertido algunas áreas deterioradas en funcionales y productivas y diferenciarlos de los burócratas que “aprovechan” su puesto.

Hasta ahora así lo han expresado, esperemos que impere la congruencia. En caso contrario la sociedad estará ahí para exigir.

Cenizas de la revolución: No es ninguna novedad el uso de encuestas en las campañas políticas. Se presentan dos posibles situaciones ¿Los candidatos las utilizan como propaganda a su favor? o ¿Los contratados son negligentes con sus metodologías? En el primer caso, el candidato y el contratado se prestan a mentir, una acción que habla terrible de quien pretende gobernar y sobre la ética moral de una consultoría. En el segundo caso, la casas encuestadoras con cierto renombre han perdido la capacidad de estar a la altura del nuevo comportamiento social. Lo que es un hecho es que no son de fiar.

Sandro Cappello Collado es Maestro en Mercadotecnia Política y Director de Investigación Político Sociales en Investigadores y Asociados ESTATAM, con presencia en el noreste de México. Además, es docente a nivel Maestría.

Sandro Cappello

Es Director de Investigación Político Sociales en Consultores y Asociados ESTATAM, con presencia en el noreste de México. Además es docente a nivel Maestría.