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Sección: Editoriales / Literia

El “Angry Voter” del 2018

Por: Gladys F. Pérez 06/05/2016 | Actualizada a las 15:02h
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En México existe una desafección política latente que surge como consecuencia de las acciones mediocres realizadas por nuestros gobernantes en las últimas administraciones. No han podido atender de fondo las necesidades más apremiantes de los ciudadanos. Tan solo del año 2000 al 2015 se registró un incremento de 3 millones de pobres en el país.

Según cifras de Transparencia Internacional, México se ubica en el lugar 95 de 165 países más corruptos. El Banco Mundial y el Banco de México coinciden en que el monto generado por actos de corrupción en el país equivale al 9% del PIB, es decir, unos 347 mil millones de pesos anuales según el INEGI.

Es decir, vivimos en un país donde la pobreza va en aumento a la par de los actos de corrupción e impunidad de nuestros dirigentes. Por esto, no es de extrañarse que en los resultados del Latinobarómetro de 2015 nos digan que el 72% de los mexicanos tiene la creencia de que el gobierno de Enrique Peña Nieto es poco o nada transparente, que 3 de 4 mexicanos desconfían del proceso electoral o que solamente 17% de los mexicanos se siente representado por su congreso.

Y no es para menos, tenemos actualmente legisladores tan osados que frenan la iniciativa de la Ley 3 de 3 respaldada por 634,143 firmas de las 120 mil que se requerían para que a través de esta Ley se logren tipificar los actos de corrupción a nivel nacional y obligar a los funcionarios a presentar su declaración patrimonial, fiscal y de intereses. Y en lugar de contar con el apoyo del congreso, nos enfrentamos al cinismo de legisladores desentendidos de la ciudadanía, que ponen en un segundo plano de importancia lo que les exigen más de 600 mil personas, porque dicha ley podría derivar en una “cacería de brujas”, increíble.

A todo lo anterior, sumemos la desaparición de los 43, la casa blanca, Tlatlaya, la re-recaptura del Chapo, Moreira indultado, el alarmante incremento de feminicidios en el país (7 diarios), los secuestros, extorsiones, la violencia…

México está irritado. La ira superó el miedo de los ciudadanos. Y todo esto más allá de lo que digan las encuestas y estadísticas tendrá su merecido precio político.

Dice Daniel Innerarity, ensayista español que “En una campaña electoral las emociones juegan un papel fundamental, ayudan a simplificar cuando la situación política o económica es compleja. Cuando en medio de la crisis alguien señala a un culpable, aunque sólo sea un elemento más, eso lo compra mucha gente, lo explotó Iglesias y lo exprime Trump”.

 El New York Times habla sobre una tendencia mundial del “angryvoter” o el votante enojado. Y es en este sentido donde quiero hacer mi reflexión central. En miras del 2018 en México, el votante enojado e irracional es un peligro, ya que es el tipo de voto que fácilmente pueden explotar figuras tan despreciables como Donald Trump.

En principio debemos tener claro algo muy importante, y es que en las elecciones de 2018 el tema que van a querer abanderar TODOS los partidos e independientes será el combate a la corrupción y la impunidad. Este va a ser el eje central que se posicionará en las agendas políticas y mediáticas, según lo anticipan otros analistas. La corrupción será el gran antagonista de la película, el “culpable” que señala Innerarity.

En consecuencia, surgirán candidatos mesiánicos. Candidatos que comparten TU mismo enojo. Candidatos como tú, que también se sienten muy indignados y que como TU ya están hartos de la corrupción. Estos candidatos moralmente incorruptibles, van a tratar de canalizar nuestro enojo para transformarlo en votos a su favor. Así se explotan las emociones del votante y por desgracia es en muchas ocasiones, con bases fundadas en mentiras y  puro espectáculo.

El mayor problema de los candidatos “mesías”, es que generalmente carecen de un proyecto político con pies y cabeza. En pocas palabras, son más rollo que película. Y lo importante es que no permitamos por ningún motivo que nuestro enojo nos impida elegir racionalmente la opción que realmente nos conviene más.

Debemos centrarnos en votar por un proyecto de Estado, por propuestas. No por una persona que nos diga lo que queremos escuchar con una retórica de lo más prefabricada. No le demos pie a los demagogos. A los que dicen que “no les gustan los partidos políticos”, pero sabemos que se han formado en ellos y han obtenido posiciones de poder gracias a ellos. 

Lo importante en el 2018 no va a ser el QUÉ sino el CÓMO en los discursos. El CÓMO es el que nos da una perspectiva sobre las estrategias que se van a utilizar para combatir los problemas urgentes, las metodologías, el proyecto de nación.

 Y nuestra responsabilidad como ciudadanos enojados es transformar esa ira en motivación. En motivación para construir un cambio y sobre todo para ser ese cambio que queremos ver en nuestros políticos.

Recordemos este dicho: “No tomes decisiones enojado y no hagas promesas cuando estés feliz.” Hagamos caso, no votemos enojados, el voto de castigo carece de sentido sino asignamos nuestro voto a un propósito específico y medible de otra propuesta mejor. Es por esto que también el voto útil tendrá un papel muy importante en el 2018, pero de eso hablamos en otra entrada.

Gladys Fabiola Pérez Martínez

Guadalajara, Jal.

gperezm@live.com.mx

Twitter: @glaperezm

Gladys Fabiola Pérez Martínez
Consultora de Imagen y Comunicación Política.

Lic. en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) en Guadalajara, Jalisco, México.

Máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.

Experto Universitario en Comunicación Política e Institucional de la Universidad Católica de Murcia, (UCAM)
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