La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos, en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e inclusive el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.
Así se expresó SS el Papa Francisco, durante la ceremonia de bienvenida que le ofreció el Presidente Enrique Peña Nieto, en el Palacio Nacional. Y ojalá, a los que les quedó el saco, les haya calado las palabras del Jefe del Estado Vaticano.
Sería irresponsable culpar a todos los políticos, e infantil generalizar, pero esos que privilegian a los suyos, a sus cercanos, o trabajan para beneficiarse a ellos mismos, son los culpables de los problemas que padecemos. Los que no dedican su tiempo para el bien común, los que no ofrecen su talento y capacidad para los demás, desde un puesto público, son corresponsables de la triste realidad mexicana.
Esa frase lapidaria hará recapacitar a algunos; y si no, quedará como una histórica explicación de lo que se vive día a día en nuestra nación: un grupo de apátridas que ocupan puestos públicos para jalar agua para su molino.
Y claro, todos aquellos que ocupan el poder para servir, para beneficiar a los demás, para transformarle la realidad al prójimo, que la presencia del Sumo Pontífice sirva para renovarles su bendita tarea.
Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
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