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Sección: Editoriales / Entre Nos

Hacer bien las cosas

Por: Carlos Santamaría 06/02/2016 | Actualizada a las 16:10h
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Tenemos muchas cosas que decir, muchas que reclamar, mucho que gritar pero… ¿y nosotros, cuando mejoraremos?

Una experiencia deportiva este sábado nos hizo cimbrar por la falta de respuesta adecuada, la soberbia y lo corriente de la gente que estuvo haciendo de las suyas, dejando a un lado todo concepto de caballerosidad en el deporte, de espíritu deportivo, de decencia y más.

Los deportistas hicieron gala de un lenguaje digno de la peor raza del peor barrio de la peor ciudad.

No nos espantamos, porque conocemos palabras altisonantes, pero qué necesidad tiene la gente de estar escuchando este tipo de expresiones ofensivas en todo momento, cuando en su hogar se miden para hacer este tipo de reclamaciones?

Y es cuando nos quejamos con algunos directivos por la falta de espíritu deportivo y por las ganas que se tienen de ser protagonistas a como dé lugar, sin importar lo decoroso de nuestras acciones o comportamiento.

Sin embargo, somos bien curiosos: nos quejamos de los árbitros o de los rivales que no tienen espíritu deportivo, pero nunca nos quejamos de esos servidores púbicos que abusan de sus condiciones políticas y convierten el cargo en una sucursal de la monarquía más nefasta que puede haber en el planeta.

En ese sentido, nos causa un poco de gracia al ver la transformación de esos que se declararon fieles hasta la médula con la administración estatal, y ahora han abandonado sus corbatas color naranja y se han convertido en portadores de sendos chalecos, que, al parecer, será la moda de los próximos seis años.

Y en ese sentido, debemos ser más exigentes con nuestros sacerdotes, nuestros políticos, comerciantes, industriales, médicos y nutriólogos, con nuestros agentes de tránsito y policías en general, con los servidores públicos de los tres niveles y lo más importante: con nosotros mismos.

Nos quejamos en forma subterránea de que si el “patrón” –aplica a rectores, gobernadores, alcaldes, diputados, senadores, secretarios y hasta al presidente- no tiene idea de lo que hace o está tomando una decisión equivocada, pero cuando podemos externar nuestra opinión les damos por el ritmo de la corriente y no decimos nada: nos tragamos la inconformidad que, cada vez se hace más grande.

Hace casi cinco años escribimos acerca del gusto del gobernador Egidio Torre Cantú por el fútbol  y su afición por el equipo América, y decíamos que, como cualquiera que le gusta este deporte, se sienta frente al televisor y se emociona o decepciona según el partido, disfruta o padece los goles y todo lo demás.

Comentábamos que el ingeniero Egidio es un ser humano como todos, sin nada extraordinario que le haga elevarse, porque quien le ubica en planos extrasensoriales son, por lo general, sus subalternos que bloquean todo intento de acercarse a él, o que no siguen las instrucciones precisas del mandatario para resolver algún asunto de importancia para algunos.

Tenemos que aprender a exigir, a pedir, a criticar y proponer, pero eso conlleva la obligación de cumplir con lo que estamos haciendo y ver la manera de que todo salga a pedir de boca, es decir, sin problemas ni contratiempos, o como decía el licenciado Manuel Cavazos: “bien y a al primera”, cuando estuvo de moda su serie de cursos sobre control total y calidad total.

Hacer bien las cosas debe ser rutina para todos, sea cual sea la intervención social que nos corresponda cubrir, y por estas cosas tenemos la obligación de marcar los aspectos que deben mejorarse, en aras de una enorme y total calidad humana.

Pero para que todo funcione bien, tenemos que aprender a exigir, aunque para ello haya que hace lo que debemos sin contratiempos.

Entonces, podremos exigir todo lo que queramos, y mejorar la sociedad en que mal vivimos hoy en día.


Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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