Sigue hirviendo el caldero político en torno al proceso electoral del año venidero en Tamaulipas.
Un día sí y otro también, los integrantes del Club de las Cabecitas Calientes (sección PRI) escenifican toda suerte de malabares, saltos mortales y machincuepas para tratar de atraer reflectores y pretender convencer de que sus méritos son suficientes para que el Gran Dedo Elector los beneficie con su preferencia.
Porque no hay que equivocarse: la designación del candidato del PRI a la gubernatura tamaulipeca emergerá de la Residencia Oficial de Los Pinos con el palomeo de la oficina principal del edificio ubicado en la esquina de Insurgentes y Luis Donaldo Coloquio.
La Casa de Gobierno de Tamaulipas será mero espacio de referencia y consulta, pero de ninguna manera factor decisivo. Son los tiempos del PRI-Gobierno con un presidente priista. No hace falta agregar más.
Sin embargo, existen tres personajes que, sin necesidad de que sus nombres aparezcan en las boletas, ni su imagen en la propaganda electoral, tendrán un peso político importante en el futuro político de la entidad.
A dos de ellos los identifica el haber ocupado la primera magistratura del estado.
Uno más ya no se encuentra entre nosotros.
Los tres priistas, los tres con liderazgo. Los tres carismáticos.
Hagamos referencia a ellos en términos cronológicos.
Tomás Yarrington Ruvalcaba fue gobernador de Tamaulipas de 1999 a 2004. Oriundo de Matamoros, ciudad que también gobernó, forjó a su paso a una generación de políticos, priistas y de otros partidos. Un hombre cuya figura no admite contrastes: o se le respeta o se le odia, pero nunca pasará desapercibido. Muchos de los actuales políticos tamaulipecos en activo tuvieron su primera oportunidad durante su mandato.
Hoy Tomás se encuentra en una situación poco halagüeña. Políticamente defenestrado, enfrenta el estigma de tener sobre sus hombros desde 2012 una "alerta roja" de parte de la Interpol por su presunta participación en acciones de protección y colaboración con la delincuencia. Ha enfrentado procesos por parte de la justicia de los Estados Unidos, con tantos a favor y en contra. En términos objetivos, se le ha acusado de mucho y se le ha comprobado menos. En su calidad de perseguido, mantiene, sin embargo, una importante e innegable influencia en la clase política de su país e incluso en el ámbito nacional.
A más de uno de los aspirantes a la candidatura del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, su relación con Yarrington podría implicarle severos dolores de cabeza. Incluso a alguno que otro de la escuálida oposición tamaulipeca...
La imagen y nombre de Yarrington serán combustible de campañas negras en la elección tamaulipeca de 2016.
Eugenio Hernández Flores fue gobernador de Tamaulipas de 2005 a 2010. En un evidente pacto de mutua conveniencia con su antecesor, crearon un escenario de supuesta ruptura, que permitió al nuevo gobernador cimentarse en el poder. Su principal activo político lo sustentó en su carisma, proyectando la imagen de un mandatario accesible y solidario. Políticos y periodistas hacen todavía constante referencia al derecho de picaporte que Hernández Flores concedía sin cortapisas a sus aliados, situación que marcaría uno de los más notorios contrastes con su sucesor, Egidio Torre Cantú.
Durante su mandato, Eugenio Hernández supo conciliar con los distintos grupos políticos de Tamaulipas, sin embargo, fue notorio que en su sexenio se rompió la hegemonía del llamado "Grupo Matamoros", que había logrado colocar dos gobernadores al hilo: Manuel Cavazos Lerma y Tomás Yarrigton. Con Eugenio Hernández la clase política de Ciudad Victoria recuperó terreno.
Al igual que Tomás Yarrington, Eugenio Hernández enfrenta problemas con la justicia. En su caso, la Corte Federal de Estados Unidos emitió en mayo del presente año una orden de arresto en su contra por el delito de lavado de dinero.
Sin embargo, ésta situación no impidió que Hernández Flores reapareciera públicamente hace unos días, como invitado especial al quinto informe del gobernador Egidio Torre Cantú. La expectación causada por su presencia, así como la sonora ovación que recibió al ser presentado dan muestra clara de que un importante sector de la clase política le guarda fidelidad y respeto al ex gobernador. Las acusaciones contra Eugenio Hernández, empero, han sido y serán también material para la guerra sucia en las próximas campañas.
El tercer personaje que influirá políticamente en la próxima elección sin ser candidato o dirigente partidista será sin duda el siempre bien recordando doctor Rodolfo Torre Cantú, quien fuera asesinado un paraje de Ciudad Victoria el 28 de junio de 2010, a unos días de la contienda electoral a la que se perfilaba como indiscutible ganador.
Durante su carrera política y durante su campaña, Rodolfo Torre supo estrechar contacto con representantes de los distintos sectores de la sociedad, más allá de las diferencias partidistas. Siempre fue reconocido su trato caballeroso, y como actor político, se distinguió por ser un personaje extremadamente cuidadoso de las formas.
Su asesinato conmocionó a la sociedad tamaulipeca, y precisamente ésta circunstancia es lo que sin duda marcará su mayor influencia en el estado de ánimo de miles de electores en la entidad.
El hecho de que el sexenio pudiera cerrar sin el esclarecimiento del asesinato del doctor Torre Cantú y parte de su comitiva, podría implicar una severa merma a la credibilidad del partido oficial en esta contienda.
En las circunstancias que actualmente vive Tamaulipas, sería inadmisible que cualquier hombre o mujer que aspire a la gubernatura no establezca compromisos claros y concretos en el difícil apartado de la seguridad, honrando la memoria de cientos de familias que han sido víctimas colaterales de la violencia. Y en el caso particular de quién resulte ser abanderado del PRI, no tomar en cuenta el asunto implicaría una traición a la memoria de Rodolfo Torre Cantú, un hombre que sin duda alguna se ganó el respeto y el corazón de los priistas tamaulipecos.
Tres hombres. Tres circunstancias. Una elección que se acerca cada vez más...
La moneda está en el aire.
DE BOTEPRONTO: ¿Serviría de algo una alianza PAN-PRD en Tamaulipas? En términos mediáticos, tal vez. Pero en los hechos, está demostrado que la aportación perredista a un proyecto de tal naturaleza sería casi de pura saliva, porque en cuanto a votos... ¡Ni de dónde rascarle!
Twitter: @miguelisidro
