Deudores oficiales: Candil de la calle

El diputado federal Miguel González Salúm ha comentado que en el seno del Congreso de la Unión amarrarán las manos a las entidades deudoras, con el objeto de que se puedan disminuir las deudas que tienen con la Federación, es decir, que tratarán, por primera vez en la historia, de que las administraciones estatales y municipales sean congruentes con sus exigencias fiscales y cumplan con sus deudas.

En ese sentido, es interesante reflexionar acerca de la postura que tienen las administraciones, ya que en cada administración se endeudan con créditos multimillonarios que no se alcanzan a cubrir en menos de veinte años. Lo anterior nos dice que no tienen la capacidad en programar un buen proyecto gubernamental, y menos de aprender a vivir con lo que tienen.

Los ciudadanos tenemos que vivir con lo que ganemos o ahorremos. No más. Ellos, los que nos piden tributación fiscal, hacen lo que quieren con nuestro dinero. A diferencia de nosotros, el dinero que manejan es ajeno. Los ciudadanos gastamos o pretendemos gastar lo que nuestro salario nos permite, pero la autoridad gasta más de lo que tiene, y no conformes con eso, dejan deudas muy elevadas para uno o hasta cinco lustros, o sea, nos dejan empeñados.

Nada hay más irresponsable que lo anterior, sobre todo, cuando volteamos y vemos que las obras no son lo que se requería, y que hay empresas constructoras que en todas las administraciones gozan de privilegios en la adjudicación de obras,  y que, lastimosamente, hay algunas que sirven para prestar su nombre a los que mandan y colaboran en el fraude que se presenta cuando la misma autoridad se queda con el dinero del pueblo a través de sus empresas.

Hay muchos modos de llamar a esas acciones,  y desgraciadamente no se ha instrumentado un plan que ayude a evitar que gobernantes se enriquezcan con prestanombres, y que se castigue a los primeros y a los segundos con el mismo rigor, porque se quedan con el dinero de la sociedad.

Es lastimoso saber que los municipios y gobiernos estatales se endeudan y no pagan, que son tramposos. Y luego, vemos en las precampañas disfrazadas –y que se llevan a cabo en forma fraudulenta- dicen que tienen interés en que haya justicia y buenos manejos y esas cosas que nadie cree.

No somos los mismos ciudadanos de antaño: nos damos cuenta de estas rapacerías y nos molestamos más que nuestros ancestros: hoy reclamamos honorabilidad de parte de quienes se dedican a la administración pública.

Cansados estamos de ver a los hijos y parientes de los gobernantes pasear en insultantes automóviles lujosos y acompañados de guardias que nos cuestan a todos nosotros. Cansados estamos de ver que el dinero de todos se distribuye en forma inequitativa, y que por eso no alcanza para las obras que exigimos a diario.

Y al parecer no hay forma de cobrarle a la autoridad que se endeuda; debería haber un sistema que les haga pagar uno a uno los pesos que deciden endeudarnos, ante la complicidad de un poder legislativo que avala los créditos sin análisis previo, y solamente porque “de arriba” les han pedido dar aprobación sin averiguar.

Es tiempo en que se desarrolle un sistema de vigilancia y control del dinero del pueblo mexicano, porque no es posible ver la forma en que se gasta y no hay castigo para tal dispendio.

El más claro ejemplo lo tenemos con esa insultante compra de un avión que cuesta más que el programa de alimentos básicos para zonas marginadas en un año.

Por eso, lamentamos que nuestras autoridades sean un perfecto candil de la calle, que nos exijan cubrir impuestos a tiempo y ser congruentes con la puntualidad tributaria, y ellos no sean capaces de cubrir el adeudo que tienen con quien confió en ellos y les dio el dinero de todos nosotros para que hayan hecho mal uso de él… y encima de todo, se nieguen a pagar.

Eso se llama cinismo, y la gente ya se ha dado cuenta y entendemos que no permitirá que siga sucediendo. Y si no, al voto vamos.

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