No cabe duda que leemos noticias que nos llenan de asombro por su anuncio que hace el CEN del Partido Revolucionario Institucional sobre la reputación de sus candidatos es uno de estos casos.
Durante el fin de semana circuló la noticia en el sentido de que el Comité Ejecutivo Nacional prohibió la nominación de candidatos con antecedentes ligados a la delincuencia de todo tipo, con quienes tengan deshonestidad en su currículum o que se sepa que son, en otras palabras: sinvergüenzas.
Nos llama poderosamente la atención, viniendo de un viejo colmilludo como Manlio Fabio Beltrones; pensamos entonces si antaño se les permitía ser candidatos con probada deshonestidad.
Los mexicanos estamos asustados por las formas en que nos sorprenden muchos de los candidatos y quienes ganan en las elecciones, porque con el pasar del tiempo se descubren ligas inmorales, deshonestas o similares, y algunos han terminado en la cárcel. El PRI no es el único: hay políticos –se creen, al menos- ligados al PRD, al PAN, al PANAL y otros institutos políticos que hoy en día purgan condenas o están escondidos evadiendo la justicia.
Tenemos el ejemplo de uno de los aspirantes que, de todos es sabido, saqueó su municipio y como diputado y senador ha mantenido el fuero que ha evitado que la justicia cobre las cuentas que él no cobró y que sirvieron para enriquecerse.
Nos llama la atención porque nadie en su sano juicio llegaría a afirmar: “soy delincuente y quiero ser candidato”: sería, o muy cínico, o muy estúpido. Así de claro.
Lo que se sabe es cuando se les descubren actividades fuera de la ley, yt otras que no tienen nada de valedero pero que han sido ventiladas en las redes sociales o algunos medios de comunicación dolidos y que se empeñan en mal-informar y dar rienda suelta a los rumores de actividades ilícitas no comprobadas.
Sus frustraciones las llevan a la prensa en cualquiera de sus soportes y juegan con la reputación de mucha gente. En algunos casos, se justifica, pero en la mayoría no, porque son producto de la amargura y la venganza que no debiera existir.
El caso es que, hoy el PRI prohíbe a los “facinerosos” ser candidatos, por lo que, si usted considera ser un poco –o mucho- de ello, no pierda su tiempo en precampañas, ni su dinero, no juegue con la voluntad popular y no quiera gobernar o legislar amparado en el tricolor. Ya no aceptarán delincuentes, o eso es lo que dijo Beltrones.
Vemos muchas historias de gobernantes y ex gobernantes que se enriquecen exagerada e insultantemente, y a la fecha no ha sucedido nada: siguen paseando por las calles y buscando otras candidaturas.
En ese sentido, entendemos que para una adecuada selección de candidatos no hacía falta una demagógica reunión en la que, disfrazados en una moralidad que estorba, anuncien que no permitirán a ladrones ser candidatos.
En su sano juicio, nadie que tenga antecedentes se registraría, o al menos, escondería sus malas acciones. Si se les encuentra culpables, debiera quitárseles la candidatura, expulsarlos del partido y correr la denuncia ante las autoridades competentes.
Sería mucho mejor que 2prohibir” registrarse.
Y ya entrados en el proceso, los tamaulipecos estamos esperando la voz de arranque oficial para legalizar lo que hoy es ilegal: las campañas de muchos que tienen espectaculares disfrazados o giras para preguntar a la gente qué necesita y esas cosas.
Esos que hacen acciones de esa naturaleza, a todas luces ilegal e inmoral porque saben que es fuera de tiempo y de ley, ¿entrarán en la clasificación que dijo Beltrones?
Porque nos han querido engañar haciendo pasar la precampaña como actividad de otra índole.
Y eso es inmoral, es un delito, es falto de probidad: esos no debieran ser tomados en cuenta, y vaya que hay muchos de esos aquí.
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