A veces, como dijeran algunos personajes conocidos, nos inunda la envidia de otras partes del mundo cuando vemos que les va muy bien eso de la explotación de la industria turística, o la “industria sin chimeneas”.
Sitios con mucho menos lugares de interés ecológico o turístico que nosotros tienen importantes cosas que ofrecer, pero además de sus castillos o plazas históricas, es impresionante la cantidad de recursos materiales que destinan para el turista, pero más impresionante es ver la forma en que cualquier persona derrama sus ingresos en un llavero, pluma, plato o cualquier suvenir.
Los recuerdos están a la orden del día, y la verdad es que nosotros tenemos muy poco que ofrecer, cuando nuestras tradiciones nos dicen lo contrario.
Ocasionalmente vemos esos llaveros en forma de cuera tamaulipeca que se elaboran con poco cuidado y dejan a un lado los finos detalles de nuestro hermosísimo traje típico: bien se podría buscar la manera de obtener mejores resultados porque también habría mejores precios y por consiguiente, mejores ingresos que repercutirían directamente en los pobladores de cualquier zona del estado.
En ese sentido, hay que alabar a la gente de Tampico que al menos nos ofrece mil y un productos elaborados con las típicas conchitas de mar, tipo concha o caracola, pero que conforman figuras, ceniceros y un importante número de productos, amén de la ropa para andar a gusto en las playas.
Es importante no descuidar este renglón, porque, insistimos, es una veta de oro en un sitio desierto, es decir que si lo explotamos adecuadamente podría haber mucho, pero mucho dinero esparcido en los hogares tamaulipecos.
Y Victoria, ninguneada por muchos pero valorada por miles, tiene poco en ese rubro, porque hay quien considera que no es rentable elaborar recuerdos para tenerlos ahí, estacionados en un sitio donde el turismo se genera en poca escala a diferencia o en comparación de lugares como los de playa o frontera.
Podría establecerse un proyecto turístico para dar a nuestra región el sitio que merece, y en ese concurso que participen estudiosos del turismo, muchos de ellos, orgullosamente egresados de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y específicamente, de la Unidad Académica de Derecho y Ciencias Sociales.
Hay mucho qué hacer, y eso lo sabemos casi todos, y es donde podría establecerse un puente de comunicación entre las autoridades y los ciudadanos y principalmente, con los potenciales pequeños empresarios, para que éstos puedan entrar a esta empresa generadora de recursos, muchos recursos, pero que no desesperen, porque a veces la ganancia llega lentamente, considerando que no hay muchos atractivos turísticos.
Pero bien se puede elaborar un mapa que permita conocer exactamente todos los recursos locales y cercanos y establecer a Victoria como un centro de reunión y descanso, para, de aquí ir a esos maravillosos sitios que nos ofrece la madre naturaleza, y que tienen tantas cosas para que quien nos visite se vaya maravillado, como es nuestra intención.
Y para ello, viene un muy buen pretexto: esos victorenses que anhelan sentarse en la silla del 17 Hidalgo, podrían incluir dentro de sus propuestas de gobierno una que lleve al mismo gobierno estatal a apoyar a los victorenses en este sentido, haciendo énfasis en que son empresas de desarrollo turístico que bien pueden ser pilar de una industria que hay que despertar a la voz de ¡ya!
Entonces, los muchachos de la UAT y otros interesados pueden comenzar a hacer esa tarea, con la promesa de cada uno de que, si hacemos las cosa adecuadamente, podemos lograr un muy buen proyecto turístico que dé a Tamaulipas, y específicamente a nuestra maravillosa Ciudad Victoria el sitio que le corresponde en el contexto turístico.
Pero queremos más, y eso es lo que pedimos a quienes estén interesados en explotar el turismo en la zona centro de la ciudad.
Ojalá haya buenos prospectos en este sentido, y obviamente, buenos apoyos para tal efecto.
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