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Sección: Editoriales / Entre Nos

Acoso y diferencias sexuales

Por: Carlos Santamaría 07/10/2015 | Actualizada a las 13:53h
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“Me enfurece lo difícil que es encontrar un buen trabajo a mi edad, en este país, y si le sumamos los acosos sexuales que están a la orden del día, esto es un reverendo desastre…”

Dice Regina, la protagonista principal del libro “Una mujer de cuarenta para Nick”, escrita magistralmente por MD Ross.

Le dice su madre: “¿Te sientes bien con él? No te ha hecho proposiciones indecorosas como lo hicieron otros?

Nos muestra la vida de una mujer viuda de cuarenta años y que sufre lo que se padece en esta nación: la falta de un empleo digno conseguido a base de capacidad y talento, y que solamente es posible cuando una mujer que requiere buen ingreso se ofrece o cede sexualmente ante el acoso de esas bestias humanas que se dicen “jefes”, “patrones” o quienes tienen en sí la capacidad de otorgar o no el puesto.

El acoso sexual en México es pan de todos los días para obtener un buen empleo, y desgraciadamente, mucha gente –hombres y mujeres- caen por la necesidad de llevar un buen ingreso a casa, lo que semeja una acción  comparable a la prostitución que se ejerce desde tiempos inmemoriales en todo el mundo, y que si bien es cierto que nunca desaparecerá, tiene sus particularidades que se pierden cuando se trata de buscar un empleo.

Una chica guapa con buen empleo y buen automóvil nunca será sujeta a un comentario pro su capacidad intelectual o laboral, sino por su forma en que llegó al cargo o puesto. Desgraciadamente, es muy común escuchar estas historias.

Una buena persona tuvo que correr de su empleo –bien remunerado y eficientemente logrado- gracias al acoso del animal que se decía su jefe y que, sigue siéndolo, pero a un precio muy elevado: quedándose sin su auxiliar eficiente y pagando una buena cantidad por su silencio.

Ese es el precio que paga la muer o el hombre cuando son acosados y se les condiciona en su empleo. Cosa de todos los días, y miente quien diga que no existe en nuestro entorno.

Llenos de este tipo de ejemplos en las oficinas de todos los días, aunque existen de repente algunos y algunas personas que sí tienen capacidad y saben lo que hacen, saben cómo lo llevan a cabo, y demuestran su valía por sobre todas las cosas.

Esa gente es la que se atreve a levantar la voz en base a su capacidad.

Pero esas otras personas, principalmente mujeres, que ceden ante el acoso de los animales que existen por servidores públicos, funcionarios o jefes, tienen mucha de la culpa de que exista este problema social, porque permiten ser vejadas, ninguneadas y humilladas porque estos bestias piensan que ellas valen tanto como su… ya sabe usted.

Es necesario crear la cultura de la denuncia y que se pierda el miedo a las represalias.

En el caso de ellas, dicen que si se quejan o demandan, seguramente nadie les querrá dar trabajo después, y terminan algunas cediendo, y otras quedándose sin el trabajo que tanta falta les hace.

En el caso de los varones, simplemente porque si ellos llegan a demandar, socialmente se les etiqueta como “maricones”, “mandilones” y otras cosas más, e  una sociedad altamente machista.

Algunos grupos sociales trabajan este problema y se ha logrado un gran avance, sin embargo, todavía nos falta mucho por hacer.

Y es en casa donde tenemos que comenzar: enseñar a nuestros hijos e hijas que no tienen por qué ceder a esos cerdos o cerdas, y que tienen que obtener con dignidad profesional su puesto laboral. Que no es su cuerpo el que vale tanto como su esfuerzo, su preparación y su intelecto.

O qué, ¿les vamos a dejar que sigan viviendo ninguneados, pisoteados y humillados?

Como que ya es hora de que se conduzcan con todo el decoro humano posible.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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