México y en especial sus gobernantes han sido incapaces de salir del desarrollo político-administrativo. Los hechos están a la vista; en términos políticos se regresa a un centralismo político y en términos de administración, se sigue viendo, al quehacer público como un botín político: prevalece, así, una irresponsabilidad pública y política, que incide en el desempeño, la eficiencia y calidad de la función pública.
Enrique Peña Nieto, como Presidente de la República, tiene la facultad de nombrar y remover a sus colaboradores; pero se entiende, en todo momento, debe pensar en cumplir sus promesas, hacerlo bien, es decir, pensar en la gente; y no en sus amigos, colaborares o camarilla. Y la decisión de hacer cambios en su gabinete, no está pensado en la eficiencia y en la calidad.
EPN insiste en que los cambios son para mejorar y fortalecer la función pública. Sin embargo, si observamos, nos damos cuenta de un detalle: hay nuevos Secretarios del Gabinete que llegan a una responsabilidad de la cual no tienen, digamos, la mínima experiencia. Claro, siempre ha sucedido igual, así que eso no es sorpresa; solamente que en términos técnicos administrativos hay un costo por aprendizaje: errores, insuficiencias y decisiones equivocadas.
Por ejemplo Rosario Robles es economista, claro, en términos de la función pública no ha tenido un cargo en relación con su preparación profesional; ha sido, eso sí, líder política. Estuvo en SEDESOL y ahora estará en la SEDATU, antes repartía despensas, ahora impulsara el desarrollo o el fracaso de los programas de apoyo al campo, al territorio y en lo urbano. Lo mismo sucede con Claudia Ruiz Massieu: abogada y con estudios de ciencia política, estuvo en Turismo y ahora es titular de Relaciones Exteriores.
Eso de que los Secretarios de Estado puede ser cualquier amigo del Presidente, sin importar su formación profesional, no es nada nuevo en México. En otros tiempos Fernando Solana, que primero estudio ingeniería civil y luego ciencia política, fue en un mismo sexenio: Secretario de Educación Pública, Secretario de Relaciones Exteriores y Banquero. La característica básica, fundamental, de la administración pública mexicana es que son “todologos”.
Los nombramientos y enroques que hace EPN son objeto de burlas de Andrés Manuel López Obrador, al señalar que ni siquiera son gatopardismo, es decir, cambios para seguir igual. Y es que, para algunos, los cambios solo responden a una estrategia futurista, con miras a la elección del 2018: la presidencial. En pocas palabras, EPN hizo movimientos de sus peones. Por cierto Aurelio Nuño es rechazado por la CNTE, como nuevo Secretario de Educación Pública, acusándolo de ser un experto en “engaños mercadológicos”.
A fin de cuentas, con los cambios y los enroques que hace EPN, da pie para que se pienses que hay una especie de ampliación del Colegio Cardenalicio, de potenciales sucesores; en un principio solo estaban: Miguel Ángel Osorio y Luis Videogaray, respectivamente de Gobernación y de Hacienda. Ahora se incluye a: Aurelio Nuño, de la SEP como a José Antonio Meade, que está en SEDESOL.
Sea lo que sea, EPN modifico su gabinete y la tarea que sigue no es fácil: recuperar la confianza de los mexicanos, su margen de aprobación va disminuyendo según pasan los meses; y esta condición es la que, sin la menor duda, le hace ruido a los priistas con rumbo a la elección presidencial de 2018: que se puede perder ante una potencial alianza, por ejemplo, del PRD y el PAN o el rápido crecimiento que está teniendo MORENA y AMLO.
RETORNO DE LOS BRUJOS.
Tania Gisela Contreras es todavía –no se ha dicho nada en contrario-, la Secretaria General del Congreso Local. Ahí donde, como diría un campirano, solo truenan los chicharrones de Ramiro Ramos Salinas. Sin embargo, Tania tendrá que dejar el barco, ya consiguió chamba nueva por 3 años, será Consejera Electoral. Y para sustituirla ya suena el nombre de Enrique Garza Tamez… escuche su nombre y recordé aquel libro de “El retorno de los brujos”.
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