Hace algunos años, cuando comenzaron a utilizarse las computadoras portátiles conocidas como “lap top”, había muchas versiones de por qué las empleábamos quienes comenzamos a hacerlo en forma precoz, y sobre todo, que nos gustaba sobre todas las cosas estar muy actualizados en aspectos tecnológicos.
Hubo quien tachó a esos pioneros como sangrones, payasos, presumidos y otras cosas más fuertes: no era común ver tanto aparato portátil, no se estilaba.
El columnista recibió comentarios nada gratos cuando, en una conferencia de prensa llegó con su lap top y prendió la misma para recabar la información correspondiente: “Qué sangrón te viste, presumido, con tu aparato ahí en la mesa” y otras cosas, muchas más.
Hoy en día, cualquiera tiene un aparato para recabar información: lap top, tableta, teléfono “inteligente” mas lo que se acumule a diario. La tecnología fluye a pasos agigantados y extremadamente veloces, en aras de servir al ser humano, a grado tal que hemos abusado de su utilización propiciando menos convivencia familiar y social, porque todo lo externamos en las redes y cosas así.
No entendimos la importancia de la convivencia social, y pensamos que es muy atrevido, muy “chic” o de muy buen ver el tener un sitio o lugar en cualquiera de las redes sociales, y nos envenenamos a grado tal de provocar la nulificación de la comunicación humana, que entra en crisis grave.
Cuando las lap top proliferaron, comenzaron los alumnos a llevar las suyas a clase, sin embargo, siempre existe la duda sobre el uso que se le da a estos maravillosos aparatos, porque muchos levantan la pantalla y lejos de estar en clase se encuentran navegando en Facebook, Twitter o alguna red social, y en el mejor de los casos, checando su correo electrónico.
Con el debido respeto, este abuso nos visualiza el espíritu de quienes se sienten más importantes de lo que realmente son, y que han dejado la comunicación humana como una asignatura pendiente: no ponemos la atención necesaria, y en clases provocaba muchas distracciones. Por justos pagan pecadores, y muchos profesores han solicitado no se utilicen en clase.
Hoy, con los smartphones o teléfonos inteligentes, el asunto cambia aunque de fondo sigue con el mismo problema.: la utilización inmoderada de aparatos y redes sociales.
No hemos visto que tan maravillosa es la tecnología que hoy nos ocupa; algunos alumnos tienen ya por costumbre no utilizar cuadernos y anotan en sus tabletas y más, pero otros, más “prácticos”, toman fotografías de las diapositivas que prepara cada profesor, y entonces en el repaso solo hacen un paseo por sus imágenes.
Son prácticas estas cosas, se pueden y deben utilizar; lo que consideramos inadecuado es el uso excesivo de los recursos, porque gracias a esta “moda” se han incrementado los accidentes, porque cientos –miles- de inconscientes y retrogradas personas manejan contestando chats, mensajes y más, como si fuera lo más importante de su existencia.
Tenemos que aprender, sin lugar a dudas, donde está la línea de la conciencia y el criterio, y donde comienza la irresponsabilidad, la inconsciencia y la estupidez humana, para separar estas cosas y entonces poner atención a lo que se debe.
No es malo, insistimos pero hay que tener idea de qué son estos recursos y la forma en que podemos emplearlos.
Sigue siendo, a pesar de lo que hemos vivido hoy en día, la comunicación humana, el mayor y mejor recurso que tenemos los individuos, por lo que es muy importante no sustituir ésta por un aparatito muy “inteligente” que no sabe la diferencia entre enviar un mensaje y sentir algo por una persona, o ser más práctico que nadie.
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