El próximo 1 de septiembre, el Presidente Enrique Peña Nieto deberá remitir al Congreso el documento correspondiente a su Tercer Informe de Gobierno.
De acuerdo a la mecánica observada durante su gestión, muy seguramente pronunciará un mensaje a la nación, y corresponderá al secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong hacer la entrega del informe y sus anexos, con un sencillo protocolo. Y nada más.
Muy seguramente, dentro del informe y de la campaña publicitaria que le acompañará, la presente administración destacará los logros obtenidos en materia de política social, economía, empleo y combate a la pobreza, basándose en estadísticas oficiales.
No hay cabida para un discurso triunfalista. El escenario de este próximo septiembre no es el del entusiasmo desbordado por el Pacto por México, ni el de las altas expectativas generadas por las Reformas Estructurales. Más bien corresponde explicar los beneficios que hasta el momento ambas estrategias han generado en favor de los mexicanos.
Para el primero de septiembre próximo, si no se presenta nada extraordinario, el PRI habrá culminado ya el cambio de su dirigencia nacional, con un Manlio Fabio Beltrones empeñado, según su propio dicho, a romper la “sana distancia” entre el Presidente de la República y su partido. El 2015 se ubica como un año de ensueño para el tricolor: se mantiene en la primera magistratura del país, logra un importante triunfo en los comicios intermedios y avanza en la recuperación de importantes espacios.
Paradójicamente, este renovado impulso no le ha sido suficiente al PRI para ayudar a su Presidente.
Las encuestas hablan de una sensible disminución en la popularidad del mandatario.
A su círculo cercano se le ha complicado el manejo de episodios de crisis, y ello ha implicado que episodios como Ayotzinapa, Aguas Blancas o la fuga del Chapo Guzmán sigan generando un saldo negativo a la imagen del Presidente Peña y su gobierno.
¿El fin de la sana distancia implicará que veremos al PRI entrando “al rescate” de su Presidente?
¿O simplemente será una manera de advertir al Grupo Atlacomulco que en la ruta hacia la elección presidencial del 2018 deberán involucrar al resto de la “nomenklatura” tricolor?
¿Quién terminará rescatando a quién?
¿La estrategia implicará cambios drásticos en el gabinete después del informe?
Faltan pocas semanas para verificarlo.
DE BOTEPRONTO: Por lo pronto, es evidente que el “fin de la sana distancia” implicará el retorno del bastón de mando a Los Pinos. O dicho de otra manera: que los gobernadores priistas de las entidades donde habrá elecciones en 2016, serán factores de consulta… no de decisión.
¿Cómo cree usted que le sentaría ésta posibilidad a los virreyes de Aguascalientes, Carlos Lozano; Zacatecas, Miguel Alonso; Tlaxcala, Mariano González; Chihuahua, César Duarte; Hidalgo, José Francisco Olvera; Quintana Roo, Roberto Borge; Veracruz, Javier Duarte; Durango, Jorge Herrera y Tamaulipas, Egidio Torre?
¿Se van a quedar con los brazos cruzados?
Es pregunta.
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