Bogotá, (Notimex).- El documental “El vendedor de orquídeas” es el nuevo trabajo del cineasta venezolano Lorenzo Vigas, como un homenaje a su padre, el pintor y escultor Oswaldo Vigas, quien murió en 2014 a los 90 años.
“El vendedor de orquídeas”, es el nombre del cuadro que Oswaldo Vigas pintó cuando tenía 15 años de edad, pero por circunstancias de la vida, la pintura se perdió y el gran sueño del maestro fue encontrar esta obra de arte que lo marcó como artista y como hombre.
“Estuve cinco años grabando día y noche. Yo quería hacerle una película a mi padre y cuando estaba pensando por donde debería empezarla, recordé que mi padre -desde que yo era niño- quería encontrar el cuadro que perdió”, contó Lorenzo en entrevista con Notimex.
Lorenzo estuvo en la capital colombiana al frente del montaje de la exposición Oswaldo Vigas. Antología 1945-2013, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO).
El maestro Vigas pintó de forma compulsiva desde los 13 años de edad y “en esta época de la infancia, él vivía en un pueblo llamado Guacara”, recordó el hijo del artista.
En las conversaciones de Lorenzo con su padre, en relación con la película, el maestro le dijo al hijo: “Quiero conseguir ese cuadro que se llama ‘El vendedor de orquídeas'”.
Era una idea fija del maestro y Lorenzo empezó a investigar más aspectos del cuadro y llegó a la conclusión de que éste tuvo un peso emocional muy grande en la vida de su padre.
“Cuando decido hacer la película -subrayó- mi padre me dijo: “¿Por qué no vamos a buscar el cuadro? Y nos fuimos por toda Venezuela a buscarlo. Estuvimos en todo los pueblo cuando era niño”.
Padre e hijo llegaron “hasta los andes venezolanos, hasta el páramo de Mérida, todos los sitios que él recorrió cuando era muchacho, buscando ‘El vendedor de orquídeas'”
“La película es esa: El vendedor de orquídeas. No puedo contar si encontramos o no el cuadro, esa es la incógnita para que el espectador se sorprenda cuando la vea”, señaló el cineasta que reside en la ciudad de México.
Para Lorenzo Vigas, es un proyecto muy importante en su vida, porque además de los cinco años de producción, se llevó tres años en la sala de edición en la ciudad de México.
“Es la película que hizo una catarsis en mi vida, porque fue un antes y un después de haber hecho” el documental, agregó el cineasta.
“Cuando haces una película a tu padre, haces una película sobre ti mismo, sobre nuestra esencia, de dónde viene y hacia dónde va uno como persona”, apuntó.
La producción del filme generó unas energías internas entre padre e hijo que durante dos de los cinco años de grabación, se abrazaron y lloraron en más de una ocasión. Los dos estaban reconstruyendo la huella del pasado del pintor, pero a la vez de la familia.
“Yo busqué los lados claros de mi padre, pero también los más oscuros. Mi padre trae unos dolores muy fuertes, que se develan en película. Me quise meter en ese tema completamente, era importante para que la película tuviera sentido. Fue muy difícil, él era mi padre”.
Cuando Vigas terminó el filme, que estará en el mercado en 2016, sintió un alivio por que logró mostrar en el documental a Vigas, como ser humano, más que un artista polifacético, o como Lorenzo lo definió: “Un diamante de diferentes facetas”.
