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Sección: Editoriales / En la Remington

En ventas ¿cuál es tu miedo?

Por: Ricardo Hernández 01/08/2015 | Actualizada a las 10:56h
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Existe un miedo para todo lo que pueda ser nuevo en nuestra vida. Recuerdo aquellos días cuando apenas comenzaba a escribir mis sentimientos ¿era eso una novedad para alguien? ¿A quién podría importarle mis pensamientos? A pesar de todo, continué haciéndolo. Una especie de miedo, de pronto, se apoderaba de mí. No (decía yo) esto es una basura; se burlarán de mí; tal vez más de una persona en la calle me aborde en el camino para decirme que no sé escribir y que pierdo el tiempo en intentarlo. No puedo permitirme pensar eso, me recriminaba: ¡debo escribir, así sean mis propios lamentos!

Durante un largo tiempo permanecí enclaustrado en mi casa, no hablaba con nadie, y con el tiempo me volví un ser agrio de carácter. Llegué a pensar que el mundo entero se encontraba equivocado, menos yo. ¡Vaya que el tiempo pasa y no perdona nuestros yerros! En cierta ocasión abordé a un amigo en la plaza del centro para saludarlo. Había amanecido yo con nuevos bríos. Ahora deseaba estar cerca de la gente, de algún conocido, de un familiar. Martín se detuvo frente a mí. Después de habernos dado un abrazo de “compadres”, me dijo: “Leo tu columna, soy un seguidor”. 

Tal expresión fue una recompensa a aquel esfuerzo que había realizado en mis primeros intentos de escribir para mi portal. De ahí, gracias al cielo, mis recompensas fueron mayores, aunque no precisamente económicas, pero en cambio sí llenaron ese espacio vacío que yo mismo había dejado. Porque también tuve esos pensamientos de ser  rechazado por mi propia gente. El miedo a realizar lo que me encontraba haciendo, existía, por todas partes me acompañaba; esto se fue convirtiendo en una lucha contra mi propio ser. Había reconocido que estaba equivocado, no había cambiado mi forma de pensar, eso era lo que me llevaba a tales pensamientos.

El día que comencé a reflexionar en toda mi vida, ese día dije que no tiene ningún sentido pretender cambiar al mundo cuando no cambiamos primero nosotros mismos. Descubrí que las mentes brillantes han cambiado desde su interior para poder ayudar a la gente a ver la naturaleza de las cosas de forma positiva. Todo ser humano tiene su propio miedo.

Cuando inicié en el mundo de las ventas, de la misma manera tuve miedo tan sólo de pensar si funcionaría o no; si las ventas me sacarían del hoyo económico, o si yo tendría, acaso, el talento para vender. No dejo de pensar en Randy Gage, cuando dice que se requiere de una preparación constante, de invertir en el desarrollo personal, hasta entonces podemos imaginar nuestros sueños hechos realidad.

Durante la última reunión, Maribel, la líder de la compañía dedicada a vender medicina herbolaria, mientras varios de mis compañeros nos encontrábamos sentados en círculo, ella nos hizo la siguiente pregunta: “¿Cuál  es tu miedo?”Comenzamos a vernos la cara para ver quien decía “yo opino”. Una vendedora explicó: “Mi miedo es andar de casa en casa y no ser capaz de vender nada”.  Carmelo dijo: “Mi mayor miedo es llegar a ser cinco diamantes”. La versión de Nora fue la siguiente: “El peor miedo que siempre he tenido es pararme al frente en cualquier reunión”.

Entre nosotros había llegado un vendedor nuevo, se trataba de un señor de más de sesenta años de edad, era robusto y canoso, éste comentó: “Mi miedo es recetarle a alguien un producto que ya esté echado a perder”. De ahí surgieron muchos miedos más. Maribel estaba preparada para dar una respuesta a cada uno de nosotros. Era la líder, mujer que ha viajado por todo lo largo y ancho del país. Ella, al igual que nosotros, también tenía sus propios miedos, principalmente cuando se trataba de hablar ante miles de personas.

Cuando Nora dijo que le causaba pavor pararse al frente para impartir un tema, me quedé pensando en ello. No hacía mucho tiempo que Nora me había invitado a escuchar una plática acerca de productos de belleza, me dijo que se llevaría a cabo en un salón de un lujoso hotel del centro. Más que estar interesado en los productos de belleza, acudí por el hecho de conocer más gente, relacionarme con ellas, y conocer a más líderes del mercadeo en red. La sorpresa que me llevé fue ¡increíble! mi amiga Nora había sacado nuevamente el primer lugar en ventas, por lo que se iría de viaje a un crucero. Nora se sonrojaba de felicidad.

Una de sus compañeras le dijo: “Anda Nora, ven aquí al frente para que compartas tu experiencia”. Nora se puso tan nerviosa que no podía hablar claro; parecía contorsionar su cuerpo. El miedo de mi amiga por pararse al frente, es un indicio de que algo falla en su desarrollo personal, pienso que es falta de seguridad. Esa seguridad se adquiere al prepararse cada día, leyendo los consejos de los maestros en el mercadeo en red, en las ventas, en el desarrollo personal; incluso escuchando audios. Lo que me he fijado es que hay muchos vendedores que son excelentes en su trabajo pero no acostumbran a leer.

Nora me da razón de ello. Ese miedo no es otra cosa más que falta de preparación, a menos que sea algo relacionado con un problema psicológico, podría ser el caso.

Recuerdo aquella vez en que me decidí a impartir la conferencia: “ENTRE LA LITERATURA Y EL PERIODISMO CONVENCIONAL, MEZCLA PERFECTA PARA EL PERIODISMO LITERARIO”. La conferencia la impartí en una Universidad particular, a estudiantes de comunicación y periodismo. Sentí nervios al principio, me comenzaron a transpirar las manos, pero me auto dominé, por lo que expuse el tema sin mayores problemas.

Por eso creo que Nora, la mejor vendedora de productos para belleza, tan sólo le hace falta un poco de seguridad, después de ahí, podría estar lista para ser una conferenciante de las mejores del país. Todos tenemos un miedo en nuestro interior, sobre todo cuando intentamos explorar en otros campos desconocidos. Nada nos impide hacerlo, mientras tengamos vida y las herramientas para realizarlo, ¿quién nos lo puede impedir?

Maribel tuvo un buen acierto: el habernos reunido en círculo. Por un lado nos podemos ver el rostro. En lo personal, es material abundante para mí para poder escribir después. En la expresión de cada uno de los rostros se reflejan nuestros pensamientos, por ejemplo: angustia, seriedad, preocupación, alegría, indiferencia, etc. Tal vez la pregunta que hizo Maribel fue, para la mayoría, novelesca: ¿Cuál es tu miedo? Todos nos dimos a la tarea de pensar ¿cuál es mi miedo? ¿Cuál es el miedo de aquel o de aquella? ¿Cuál es el miedo de Ángeles? Nada me gustaría tanto como saber ¿cuál es el miedo del preguntón de Carmelo? ¿Tú tienes algún miedo, Maribel, tú?...

El olor a manzana y canela impregnó el ambiente del departamento. A fuera había menos ruido que en la dirección anterior donde apenas yo había logrado sobrevivir un par de meses. De suerte que no había batallado para encontrar este nuevo departamento, que para mi gusto era todo lo que podría desear un hombre soltero como yo. Al abrir la puerta, la cama estaba hecha, las sábanas perfumadas, un nuevo abanico de techo,  el olor a manzana y canela perfumando la nueva atmósfera donde  tendría lugar para escribir la historia.

Coloqué mis libros de literatura en el piso, uno de ellos era: Albert Camus, El extranjero; pronto me dispuse a acomodar la computadora sobre una mesa de madera. Iban a ser las seis de la tarde. Sabía que Enrique, el periodista, no tardaría en llamarme al celular. Cuando conocí a mi amigo me encontraba solicitando la autorización de un espacio para formar una escuela de periodismo literario. El delegado de una institución agraria, me resolvió con un “de acuerdo”. Enrique al escuchar de qué se trataba mi petición, me abordó a la salida de la institución.

¿Puedo asistir como tu alumno?, me preguntó. Por supuesto, le dije, sonriendo; serás mi primer alumno, rematé. Desde entonces, Enrique ha estado interesado en el tema. Por cierto, durante la primera sesión, el periodista había iniciado su columna de política con una entrada literaria a dos renglones, el resto lo escribió de política. Le hice ciertas observaciones, acerca de cómo debería hacerle para ilustrar mejor su entrada. Cortaste tu inspiración literaria en dos renglones, le dije, puedes hacerlo en un párrafo, y el resto hazlo, de política, si es tu idea, pero no cortes de forma tajante.

Si de entradas se trata, le sugerí: lee novelas, cuentos; fíjate bien en el lenguaje que usan, y en qué persona se habla: si en primera o tercera. Enrique balbuceó: enséñame lo que es en primera y luego en tercera. No faltes a las clases _apunté_. Todos los sábados, ¿de acuerdo? Enrique chasqueó los dedos.

Al abrir las tres ventanas descorrí las cortinas, el olor a manzana y canela poco a poco se fue disipando. Acaba de acostarme, cuando sonó el teléfono celular, era Enrique, me invitaba a una fiesta de un conocido diputado. Me alisté y pronto salí a la calle, era viernes ese día, el sol ya se había ocultado en el horizonte y el deseo de convivir con gente nueva, era grande.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.

Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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