Está más que comprobado que cuando un pueblo se cultiva, mejora en muchos aspectos y su calidad se levanta a niveles insospechados. La cultura es fundamental en cualquier nación, y cuando hablamos de cultura lo hacemos en términos globales y no únicamente en lo que muchos poco informados piensan que es y lo supeditan a exposiciones y conciertos.
No. La cultura es mucho más que eso, y tiene que ver con la forma en que veamos las cosas y también tiene que ver en la manera de elegir a los que nos gobiernen, buscando gente que realmente tenga interés en servir a los demás y dejar ya de tener a esos sujetos que se han enriquecido insultantemente durante el trienio o sexenio –lo que aplique- en que son titulares o parte de un gabinete.
La cultura tiene que ver con el nivel de exigencia de un pueblo, y el término “pueblo” también lo empleamos de forma tal que no es un calificativo peyorativo para un pequeño sitio en la geografía, sino que se refiere a todos nosotros, a la gente, a los que conformamos la sociedad de referencia.
Y en ese sentido se establece en la entidad una ley curiosa que tiene que ver con las bibliotecas, porque a decir del presidente del Congreso del Estado Ramiro Ramos Salinas, el acceso a estos lugares propicia que la sociedad esté más preparada e informada, y por consiguiente, podamos mejorar nuestro nivel de vida.
Suponemos que si formamos parte de esa andanada de cultura, muchos dejaríamos de estacionarnos en sitios para personas con discapacidad, y muchos otros dejaríamos de manejar con el móvil en la mano, estupidizados con los mensajes de los “cuates” o de la familia, y haríamos de nuestra actividad una acción más responsable.
Definitivamente, la cultura abre puertas al entendimiento y ello nos lleva a mejorar.
La citada ley busca contribuir a la difusión de los valores tanto culturales como educativos que nos permitan contar con una mejor sociedad, lo que es una acción natural: cuando más se prepara la gente es más crítica, más exigente y más responsable. Natural, pues, esta acción que a través de la lectura de todo tipo de textos debiéramos hacer cada ser humano, a manera de saber enfrentar una situación con argumentos de peso.
Un concepto interesante es que la ley establece el contar con espacios libres de barreras, a manera de que quienes utilizan silla de ruedas en su devenir cotidiano no tengan impedimento para llegar ahí, que puedan hacer uso de los recursos literarios existentes en las bibliotecas oficiales.
Busca también –se nos hace muy difícil- que al menos el 20 por ciento del acervo debe estar disponible en sistema Braile y en audio, a fin de prever que los acervos digitales estén al alcance de todos sin excepción.
La citada ley contempla la actualización de nuestras bibliotecas, dotándolas de infraestructura adecuada para enfrentar los retos de la tecnología que hoy poseemos. No entendemos que pueda haber una biblioteca “a la antigua”, es decir, sin elementos digitales y los recursos informáticos suficientes para ofrecer un servicio que no sea rechazado por los usuarios.
Claro, eso costará dinero, pero es un dinero muy bien invertido, ya que se requiere en todos sentidos mejorar el nivel de conciencia de los tamaulipecos –en nuestro caso- porque de esas acciones emanan otras muy significativas y que pueden llevarnos mucho muy lejos.
En ese sentido, las 139 bibliotecas públicas existentes en la entidad siguen ofreciendo el servicio a los usuarios que, desgraciadamente, hoy son pocos, pero que a través de acciones de fomento a la lectura y más se puedan instrumentar a fin de recuperar a los lectores de nuestras bibliotecas, a quienes puedan hacer uso del recurso y lo pongan al servicio de los demás.
Todos sabemos que mientras más ignorante, más abusan de la gente, por ello la urgencia de acceder a estos recursos.
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