Termina el mes de julio, concluye el periodo vacacional de verano y con ello, se reactivan en distintos frentes los hervores del Handicap Electoral 2016, por lo que se pronostica un intenso bombardeo de actividades, propuestas y ocurrencias por parte de los integrantes del Club de las Cabecitas Calientes.
Y es que si se toman como referencia los resultados de la pasada elección federal y el hecho de que Tamaulipas sigue siendo una de las 12 entidades que desde hace más de 8 décadas son gobernadas por el PRI, los resultados parecieran previsibles, y como en toda apuesta que se presenta medianamente segura, muchos son los acomedidos que se quieren subir al Tren de la Revolución en la búsqueda de diputaciones locales, alcaldías y la gubernatura del estado.
En el aparato oficial se desviven haciendo cuentas alegres de lo que muchos ya se saborean como una nueva victoria para el tricolor. Y es que todo parece indicar que el Presidente Peña y su círculo inmediato andan más ocupados atendiendo las múltiples crisis que les aquejan, más las que ellos mismos se autoinfringen, como para tener tiempo para una intromisión frontal en la ruta electoral tamaulipeca. Por supuesto, eso tiene felices a muchos de nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria.
Sin embargo, hay que advertir dos escenarios que pueden dar un rumbo diferente a las cosas; por un lado, la posibilidad de que a marchas forzadas, las dirigencias del PAN y el PRD puedan tejer una inusitada alianza electoral, con la pragmática finalidad de meterse en serio en la pelea, y por otro lado, la posibilidad de que en el escenario aparezcan uno o varios candidatos “independientes”, queriendo aprovechar el impulso del “Efecto Bronco” de la pasada elección de gobernador en Nuevo León.
Aun así, hay otro factor del que los propios partidos, sus dirigentes y suspirantes hacen poca referencia, y que por su propia delicadeza, poco se aborda en los medios. Y es que no es descartable que en la segunda mitad de su administración, bajo la presión local y extranjera que ha generado la fuga del “Chapo” Guzmán, el gobierno federal haga un relanzamiento de su política en materia de seguridad, buscando recuperar la credibilidad mermada.
Obviamente una decisión de este nivel puede tener severas implicaciones en una entidad como Tamaulipas, que ha sido severamente afectada en su imagen, su economía y su tejido social por efecto de la violencia criminal.
Son notorios y plausibles los esfuerzos desarrollados conjuntamente por los tres niveles de gobierno, pero en el fondo subyace la inevitable autocrítica: no se puede cantar victoria, hay todavía mucho trabajo qué hacer.
Obviamente es un tema espinoso, pero lo cierto es que la fuga de Guzmán Loera conlleva una serie de reacomodos, pactos y alianzas que tarde que temprano tienen efectos en el escenario nacional. Lamentablemente, en Tamaulipas ya se registraron procesos electorales manchados por hechos de violencia, el más impactante, del doctor Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI que se enfilaba a un inminente y rotundo triunfo electoral.
La seguridad es un tema que se debe abordar con la más absoluta seriedad, y con justa razón la sociedad tamaulipeca reclama compromisos y acciones claras en la materia. Sin duda alguna deberá ser uno de los temas centrales de las plataformas por parte de los candidatos a la gubernatura, y muy seguramente, de la claridad y firmeza de las propuestas y compromisos en la materia dependerá en mucho la imagen que la opinión pública se genere de los aspirantes. Dicho de otra manera, es un tema que revelará si son candidatos o payasos.
Ojalá y los integrantes del Club de las Cabecitas Calientes bajen por un momento de su nube de opio, y le dediquen tiempo e inteligencia para buscar las soluciones que la sociedad reclama en un tema tan delicado como el de la seguridad. Los ciudadanos merecen que se lo tomen en serio.
La pregunta es… ¿podrán?
DE BOTEPRONTO: Hablando de cuentas alegres, después de echarle una ojeada a las controversiales cifras del Coneval sobre los índices de pobreza en México, a muchos les sonó bonito el dato de que Tamaulipas es una de las entidades donde, al menos en el papel, los indicadores de pobreza han ido a la baja. Claro que siendo mal pensados, podríamos pensar que hay menos pobres porque bien pudieron emigrar a otro territorio, o porque forman parte de las “bajas colaterales” a las que hacía referencia en sus discursos el ex presidente Calderón. ¿Usted qué opina?
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