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Ricardo Caballero da cursos de arte a enfermos psiquiátricos reclusos

El artista visual Ricardo Caballero (Ciudad de México, 1975) sonrió satisfecho al mencionar que de 2002 a la fecha, los talleres de arte que imparte en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial, anexo al Reclusorio Sur, han dado frutos importantes, cualitativa y cuantitativamente, “aunque el trabajo parece ser inagotable”.

30/07/2015 | Actualizada a las 11:37h
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México, (Notimex).- El artista visual Ricardo Caballero (Ciudad de México, 1975) sonrió satisfecho al mencionar que de 2002 a la fecha, los talleres de arte que imparte en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial, anexo al Reclusorio Sur, han dado frutos importantes, cualitativa y cuantitativamente, “aunque el trabajo parece ser inagotable”.

Entrevistado por Notimex, Caballero mencionó que su labor tiene tintes infinitos porque siempre habrá personas que tienen la necesidad de recibir atención de quienes se pueden preocupar y ocupar por su situación de reclusión.

“Muchas de esas personas viven ahora dejadas por sus familias y por ser pacientes psiquiátricos merecen una atención especial”, subrayó.

El Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial, anexo al Reclusorio Sur es un penal pequeño, para 500 personas que atiende a “pacientes psiquiátricos y, al mismo tiempo, reclusos; cumplen una figura jurídica en la que no son considerados criminales ni delincuentes, pues al cometer la infracción no eran dueños de su voluntad”, explicó.

Consecuentemente, y porque tienen retraso mental, esquizofrenia u otro padecimiento de esa naturaleza, no cumplen condenas, sino tratamientos con medidas de seguridad. “Hay que poner mucha atención a esas personas, aparentemente ocultas y que no se ven, o que la sociedad no desea voltear a verlas”, enfatizó.

Es importante hacer una reflexión de lo que sucede dentro de los hospitales psiquiátricos de la Ciudad de México y del país, pues ahí existen personas que son valiosísimas como seres humanos, y no tienen la culpa de estar enfermos.

“No solamente requieren de ayuda médica, sino que alguien se siente con ellos y los escuche; esa es una parte de mi labor”, señaló el artista visual.

Dijo que todos necesitamos que alguien nos escuche, y si esto es así “cuando está aparentemente sana, lo está aún más cuando tiene un padecimiento mental. Al ver que alguien los atiende, escucha y respeta su trabajo, suceden muchas cosas hermosas en ellos, como parte de su reincorporación”.

Ricardo Caballero asiste a impartir sus talleres, a escuchar a los internos y a dar algo de sí mismo en cada clase y en cada charla. Son infractores de todo tipo; hay quienes están ahí por homicidio o por robar un dulce. “Al estar frente a ellos, yo sólo, advierto que los reclusos son sensibles a las personas que se les acercan”, anotó.

Con el paso del tiempo y con casi 13 años en esa noble labor, Caballero ya desarrolló su ser psicológico. “Ellos notan que uno llega de manera honesta y abierta. Al vivir en un sistema de disciplina muy rígido, cuando un maestro les da libertad para hablar de sus deseos, sus familias, de cómo perciben la realidad y qué esperan del futuro, lo valoran mucho”.

Los talleres que imparte están dirigidos a enfermos mentales en reclusión que representan una población muy vulnerable, “inicié en 2002 y ya son casi 13 años de beneficiar a la población que no tiene acceso al conocimiento del arte, aunque hay quienes tienen inquietudes literarias o plásticas asombrosas”, reconoció.

En su amplia y noble experiencia, el entrevistado ha descubierto que él debe conducirlos adecuadamente, si hacen cuentos o poesía, si pintan o esculpen, si hacen teatro o labran. Les otorga guías para desarrollar esas inquietudes creativas. Los atiende personalmente y, de esa forma, conoce a cada uno de sus pupilos de manera cercana, humana, entrañable.

“Es una población flotante, entran unos, salen otros, algunos salen y luego regresan. Por eso es difícil precisar cuántos alumnos he tenido en estos años. Imparto el taller tres horas todos los lunes y miércoles. Son seis horas para hombres y seis horas para mujeres. Son permanentes que ofrezco sin los días de no visita familiar”, refirió.

Las familias de los internos se sienten bien en la medida de que su paciente está contento con los talleres. En días de visita, muestran sus trabajos a sus visitas. “Mi alumno más antiguo es Francisco, un chico que desde 2002 toma el taller de arte, pinta, hace poesía”.

Cada trabajo tiene un relato que proporciona la obra misma, el alumno, el maestro, o los tres, pues los talleres que imparte lo toman sin distingos quienes tienen noción de lo que es una pieza de arte y quienes no saben ni tomar un lápiz en sus manos, quienes están conscientes de lo que hacen, quienes han asesinado y o tomaron un dulce a lo que llamaron robo.

“Aunque el trabajo parece inagotable, rinde buenos frutos”, concluyó Ricardo Caballero.

En muchos internos hay una veta artística que se debe estimular, y estas clases los guían.
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