Sevilla.-En cualquier lugar, al enterarse que uno es mexicano, saltan las preguntas: qué pasó con los estudiantes, qué pasó con el narcotraficante que se fugó de la cárcel. Y ahora hasta nos cuestionan del penal inventado.
Y si para un mexicano es difícil de entender y explicar lo que sucedió con los 43 jóvenes normalista de Ayotzinapa en Iguala, y la inacción de los gobiernos, imagínense el aprieto para un despistado turista en Andalucía.
¿Pero cómo que desaparecieron? ¿Cómo que no los encuentran? ¿Por qué? ¿En qué estaban metidos esos chicos? ¿Por qué nadie paga por ese crimen múltiple? ¿Cómo es posible que las autoridades no den con ellos? ¿Es la primera vez que tienen desaparecidos en tu país? Seguro están vivos y pronto darán con ellos ¿o no? ¿Y qué dice el Gobierno? ¿Acaso la gente no está enojada? Pero es imposible que la tierra se los trague, en algún lugar deben estar y pronto estarán de vuelta a casa. Eso no se puede creer. ¿Volverán pronto no?
Lo mismo sucede con las preguntas que se lanzan por la espectacular e increíble salida del Chapo.
¿Cómo es posible que se haya escapado? ¿Acaso no había cámaras de video? ¿Y todos los sistemas de seguridad? ¿Y los custodios? ¿Cómo es posible que el país siga su curso después de ese episodio? Seguro lo atrapan muy pronto ¿o no? Pero nadie en su sano juicio puede entender la construcción de un túnel, bajo en un penal de máxima seguridad, a menos que la autoridad lo patrocine ¿o no? ¿Y qué dijo tu Presidente? ¿Cuántos están detenidos por ese acontecimiento? ¿Dónde estará el traficante de drogas? ¿Es la primera vez que se fuga alguien de la cárcel en tu país verdad?
Y para rematar, aunque la Copa de Oro los tiene sin cuidado en esta zona del planeta, pues también somos noticia: que el "Tri" fue a la final sin merecerlo.
En dos de esas conversaciones estuvo uno de mis hijos. Y pues no quedó de otra, más que aceptar la corrupción, el cochupo, la trampa, la descomposición, la putrefacción, la podredumbre, la depravación, el envilecimiento, el cohecho y la deshonestidad. Este paseante no tiene respuestas verídicas, porque nadie nos dice la verdad, pero todos sabemos el por qué suceden estas cosas en nuestro dolido México.
Estamos en boca de todos; somos noticia, somos tema de conversación del otro lado del mundo, y lo peor es que nos acostumbremos a estos interrogatorios y que nos parezca normal.
Gran labor tienen que hacer los embajadores y cónsules, gran tarea tiene por cumplir el Canciller para cambiar estar terrible imagen, pero a veces se antoja imposible con las redes sociales, que detonan las noticias y viralizan las informaciones que nos dejan en ridículo por doquier.
Amo a mi Patria, soy como usted respetado lector, orgullosamente mexicano, pero qué vergüenza es someterse al cuestionario internacional amistoso, cuando los testigos son los menores y no se tienen explicaciones creíbles.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
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