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Sección: Editoriales / Entre Nos

¿Por qué arriesgarlos?

Por: Carlos Santamaría 25/07/2015 | Actualizada a las 16:29h
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Uno de los temas que se encuentran vigentes en la agenda social es el referente al enfrentamiento que tuvieron elementos de seguridad con pobladores en Ostula, donde a consecuencia del mismo falleció un menor.

Se dice que fue una esquirla la que le privó de la vida y no es posible identificar a la persona que pudiera haber disparado y dado muerte –accidental- a este pequeño.

Accidental o no, es una muerte y una familia que sufre el luto permanente: la pérdida de un ser querido, que tiene diversas lecturas.

Se han llevado a cabo una serie de acciones al respecto, desde las protestas de rigor hasta las reuniones entre  autoridades y ciudadanos de aquel lejano pueblo en el que privó más la inconsciencia y el desapego a la familia que el sentido común.

Es denigrante ver que gente harta de padecer problemas de los que culpan a las autoridades, salen a las calles a delinquir, a robar, a romper cuanta cosa se les enfrenta y a desahogar su coraje e ira a veces en quienes menos culpa tienen. No defendemos a los cuerpos de seguridad, aunque somos conscientes de que están conformados por seres humanos que sienten también el miedo de enfrentarse a una turba de furiosos e inconformes mexicanos.

Nada grato es ser policía y tener que soportar a un imbécil que rocía con un aerosol y un encendedor, fuego en la cara de los elementos de seguridad, o tener que soportar que los tomen a tubazos o pedradas sin tener capacidad para responder, porque los acusan con Derechos Humanos y hasta a la cárcel pueden ir.

El hacer su trabajo, el garantizarnos la seguridad y tranquilidad a los ciudadanos que pagamos su salario les puede costar el trabajo, la integridad física… o la vida. Así de injusta es la ley en México. Cualquier delincuente puede agredirlos y no pasa nada porque se dice que tiene derecho a manifestarse, pero si éstos, los agentes se defienden, son unos gorilas, unos carniceros, unos asesinos. ¿Dónde está la equidad entonces?

Y sobre la criatura que falleció, nuestra forma de pensar es que a esos padres debieran prohibirles tener más hijos y retirarles la tutela de los que tengan: no es posible tener tan vacío y enajenado el cerebro como para llevar a una manifestación con grupos de choque a menores de edad.

¿En qué cabeza cabe?

Solo un idiota lleva y expone a sus hijos a sabiendas que pueden suceder muchas cosas negativas. No entendemos el por qué suceden estas cosas, y en ese sentido, somos de la idea de que hay otras formas de protestar y exigir derechos, pero si de plano hemos decidido la vía de las manifestaciones y protestas, no llevemos a los hijos que ninguna culpa tienen de lo que acontece en México ni deben padecer las consecuencias.

Son los menores los más afectados: si fueron los elementos de la CNTE los que desquiciaron al país, los paganos fueron los niños que se quedaron sin clases y quienes tuvieron que soportar el que sus padres quedaran sin bienes, al serles destruidos por una torva de gorilas disfrazados de maestros.

Si fue en este caso, el pequeño fallecido tuvo que pagar las consecuencias de tal problema con su vida. Los padres, los que decidieron ir a enfrentarse a los cuerpos de seguridad, violando toda ley existente y atentando contra la paz pública, los que lanzaron pedradas a la policía y luego los enfrentaron, están tranquilos, libres, sin culpa alguna, mientras que el pequeño yace en su tumba, producto de una acción que se desarrolla en una manifestación de ese tipo.

No es posible querer buscar a quien disparó, sino es necesario encontrar a los culpables, los que llevaron a los niños a las manifestaciones atentando contra sus derechos universales, los que no supieron ejercer la patria potestad y jugaron con la existencia de ellos, con los resultados ya conocidos.

¿Hasta cuándo se permitirá que idiotas e inconscientes utilicen como escudo humano a los niños? UNICEF debe intervenir, y el gobierno mexicano actuar en forma inmediata… y enérgica.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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