Asesores gubernamentales: ¿consejeros o verdugos?

Para entender la problemática de un gobierno, y su actuación frente a las crisis, es necesario entender la forma en que se les presenta la información.

Los gobernantes son víctimas de su entorno, pero también de sus consejeros. La entrega de información oportuna y veraz para la toma de decisiones, representa un elemento fundamental para calificar la eficacia gubernamental. Un político bien identificado con su base social es capaz de tomar decisiones oportunas y respaldadas en el sentir popular.

La integración de un equipo de trabajo es una pieza clave para el desarrollo de una administración gubernamental. Para el gobernante es imposible estar al tanto de todos los temas; desde la época de Maquiavelo se reconocía que un buen equipo de trabajo debe tener la capacidad de multiplicar los ojos y oídos de su líder; anticiparse a las crisis y participar de los triunfos del mandatario con discreción y pulcritud.

Para propios y extraños sigue siendo un auténtico misterio el desempeño de la política de comunicación del gobierno de Enrique Peña Nieto. Crisis como la de Ayotzinapa, La Casa Blanca y más recientemente la segunda fuga de Joaquín El Chapo Guzmán dan la apariencia de haber sorprendido al Presidente y a su equipo totalmente fuera de base, y lo peor de todo, su capacidad de reacción siempre es rebasada por las especulaciones.

Para el Presidente y su gabinete, asuntos como los mencionados se han magnificado mediáticamente buscando el desprestigio de la administración federal, sin embargo, siempre se ha hecho evidente por parte del actual gobierno una falta de contundencia a la hora de generar respuestas.

¿Será que alguien le dice al Presidente que su gobierno no está obligado a dar explicaciones? ¿Esa misma persona le hace creer que no vale la pena sacrificar algunos alfiles antes de que la credibilidad y prestigio del mandatario se sigan cayendo a pedazos? ¿Serán el Presidente y su gabinete proclives a la costosísima costumbre de minimizar a sus críticos?

Desde mediados del siglo pasado, el politólogo y filósofo norteamericano Walter Lippman utilizaba el término del "pseudo entorno" para referirse a la manipulación informativa generada por el aparato político y los medios de comunicación masiva. Para Lippman, el político moderno está obligado a sopesar sus decisiones tomando como referencia varios "filtros" de opinión: el del congreso, el de los intelectuales, el de la prensa critica, e incluso el de las charlas de café de la gente de las clases populares.

A eso se refería precisamente con el pseudo entorno: el discurso de los grupos políticos, e incluso el de los medios masivos, reiteradamente está influenciado por intereses políticos y económicos. Gobernar no implica anular a los críticos, sino tomar decisiones que no sólo sean eficaces, y que incluso puedan incluso recibir el beneficio de la duda por parte de los sectores más antagónicos. No en vano Walter Lippmann fue condecorado por el presidente Lyndon B. Johnson por su desempeño como consejero durante la guerra de Vietnam.

Un mandatario que se cierra a sus críticos corre el riesgo de tomar decisiones autoritarias, y lo que es peor, acrecentar el tamaño de los problemas lejos de resolverlos.

Un equipo incapaz de disipar las cortinas de humo frente a los ojos de su líder, no hace gobierno ni hace política. Y un equipo que no sólo no las disipa, sino que mantiene deliberadamente bloqueada la vista de su mandatario, no sólo actúa con deslealtad: es políticamente perverso.

¿En qué categoría ubicaría usted al equipo del Presidente Peña Nieto? Es pregunta.

DE BOTEPRONTO: Va la misma reflexión para los gobernadores en los estados. Muchos de ellos siguen sin identificar la prioridad de su mandato. Ojo, señores gobernadores, una cosa es ganar elecciones, otra muy distinta es realizar una gestión sustentada en el respaldo popular. Una cosa es hacer política y otra es hacer gobierno. No se equivoquen...

Comentarios: miguelangelisidro@hotmail.com
Twitter:  @miguelisidro