El 2 de Julio del año 2000, México inició una nueva etapa en su vida política y social.
Después de 76 años en el poder, el poderosísimo PRI era derrotado en las urnas, y en un acto insólito, que muchos después calificarían de un descarado entreguismo, el entonces Presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León salió en cadena nacional a reconocer la derrota de su partido, y a felicitar al virtual ganador de la contienda electoral, el ex gobernador de Guanajuato Vicente Fox Quesada, postulado por el Partido Acción Nacional.
Ciertamente, hubo generaciones de mexicanos que nunca conocieron en su vida otro estilo de hacer política y gobierno que no fuera la del PRI. No en vano el escritor peruano Mario Vargas Llosa calificó al sistema político mexicano como "la dictadura perfecta", al referirse a la permanencia de un mandato hegemónico que cada seis años era refrendado en las urnas.
¿Qué ha pasado en México a tres lustros de distancia de la alternancia en el gobierno federal?
Tras dos sexenios en el poder presidencial, y de su derrota electoral en 2012, el PAN se encuentra severamente disminuido como fuerza política, y enfrenta una profunda división interna. Paradójicamente, los dos hombres que representaron al partido albiazul en la primera magistratura del país, Vicente Fox y Felipe Calderón, han sido factor de controversia y ruptura al interior de su propio instituto político.
En las pasadas elecciones el PAN obtuvo importantes triunfos en Querétaro y Baja California, pero fue rebasado en Sonora. Es gobierno en entidades como Guanajuato, Puebla y Sinaloa, pero también ha perdido importantes espacios como ocurrió en Morelos, entidad que había gobernado por dos sexenios pero que perdió ante el PRD en 2012.
Contrario a los vaticinios de sus críticos, quienes le auguraban pocas posibilidades de sobrevivir como partido de oposición, el PRI tuvo tiempo para reorganizarse y regresar por la Presidencia de la República en 2012. A pesar del evidente desgaste en la imagen del Presidente Enrique Pela Nieto, se ubicó como el principal ganador en las pasadas elecciones federales.
Importante señalar el papel que en este cometido han desempeñado las entidades constituidas en los principales "graneros electorales" del tricolor: Estado de México, Veracruz, Tamaulipas, Coahuila, Hidalgo, Campeche, Tlaxcala, Quintana Roo y Colima, que desde hace 84 años siguen siendo gobernadas por priistas.
En estos 15 años, la izquierda ha vivido un proceso de fortalecimiento y pulverización. El Distrito Federal alcanza ya su primer cuarto de siglo bajo gobiernos emanados del PRD, pero en el camino, el surgimiento de institutos como Movimiento Ciudadano y de manera más enfática MORENA de Andrés Manuel López Obrador han contribuido a pulverizar el voto de las izquierdas.
El PRD sigue siendo gobierno en el D.F., Morelos y Tabasco, cuenta con una participación limitada en el gobierno de coalición en Oaxaca y se anotó un importante triunfo en la pasada elección en Michoacán, pero fue derrotado por el PRI en Guerrero.
El controversial Partido Verde Ecologista de México, que compartió con el PAN la postulación de Vicente Fox a la Presidencia de la República construyó su principal bastión en el estado de Chiapas, y se perfila como el principal aliado del PRI en la próxima legislatura. No se descarta la posibilidad de que en la próxima contienda presidencial pudiera contender con un candidato propio.
En los 15 años de la alternancia presidencial han surgido y desaparecido varios partidos políticos "emergentes". Por su consistencia destacan los casos de Movimiento Ciudadano, franquicia capitaneada por el ex priista Dante Delgado, que prácticamente cogobernará con el PRI en Jalisco, donde ganó las principales ciudades de la entidad, y Nueva Alianza, partido montado en la estructura del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y que se resiste a desaparecer a pesar de la defenestración de su líder moral, Elba Esther Gordillo.
El resto de las fuerzas políticas con registro, algunas de nueva creación, siguen quedando a deber evidencias reales de su utilidad y pertinencia en el proceso de consolidación de la democracia en México. Los liderazgos de algunas de esas entidades no se representan ni a sí mismos.
A 15 años de la alternancia en la silla presidencial, la gran incógnita sigue siendo si habrá posibilidades reales de que una fuerza política distinta al PRI pueda alcanzar la titularidad del ejecutivo federal en 2018, sobre todo considerando que para esa fecha, resulta indiscutible el hecho de que la izquierda cumplirá 40 años de participación electoral postulando apenas a dos candidatos con posibilidades reales de triunfo: Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. ¿No ha sido capaz la izquierda de construir nuevos liderazgos en cuatro décadas? Es pregunta.
En resumen, en estos quince años, la democracia en México ha ganado mucho, pero esencialmente, el descrédito de los partidos políticos y sus dirigentes ha ido acrecentándose, los órganos de representación popular presentan la necesidad urgente de una reingeniería profunda que los haga más transparentes y cercanos a los reclamos ciudadanos y las instituciones siguen padeciendo el irrefrenable cáncer de la corrupción.
Aún en los estados y municipios que han sido gobernados por partidos distintos al PRI, los escándalos de corrupción, autoritarismo y violencia criminal se han mantenido presentes.
Nos ha tomado 15 años entender que el principal peligro para México no es sólo un personaje o un partido en el gobierno, sino la falta de decisión de los ciudadanos para erradicar la corrupción de nuestra forma de vida.
No esperemos que cambie el gobierno si no cambiamos primero los ciudadanos.
¿Podremos con el paquete?
DE BOTEPRONTO: ¿Dónde se encontraba y qué pensaba usted de la política hace quince años? ¿Cambió en algo su percepción sobre los políticos y sus partidos? Este aniversario puede ser un buen pretexto para una reflexión profunda. Tómese su tiempo para el ejercicio.
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