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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

El PRI, añorando a Calígula

Por: Miguel Ángel Isidro 10/07/2015 | Actualizada a las 08:37h
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En los albores del siglo I de nuestra era, el Imperio Romano vivía su época de esplendor, con lujos y excesos que marcarían al paso del tiempo el inicio de su decadencia.

Eran los tiempos del emperador Julio César Augusto Germánico, conocido como Calígula. Personaje ambicioso y siniestro, conocido por sus excesos y crueldad sin límite.

Aunque algunos historiadores consideran que la mala fama de Calígula (al igual que la de otros emperadores considerados como tiranos, como Galba, Tiberio y Nerón) se debe más bien al interés de sus opositores por aniquilar cualquier vestigio de su memoria, Suetonio, autor de la obra clásica "Vidas de los Doce Césares" señala que más allá de sus excentricidades y perversiones, muchos de los actos de despotismo del tercer emperador romano tenían su origen en dos rasgos distintivos: un profundo odio a sus opositores y un absoluto desprecio por las instituciones que desde su óptica sólo buscaban coartar el poder imperial. Por ello sus enemigos se empeñaron en consignarlo como un demente y depravado en los anales de la historia.

¿Por qué traer a cuento a un emperador romano en estos momentos, previo al arranque de la ruta electoral 2016? Pues porque a algunos priistas el pírrico triunfo de la pasada elección federal los tiene sumergidos en ambiciones dignas del propio Calígula.

Volvamos a la historia: cuentan los biógrafos que el emperador fue poseedor de un hermoso caballo de raza hispana al que llamó "Incitatus". Era tanta su devoción al equino, que mandó a construir un lujoso palacio a modo de caballeriza, lo engalanaba con tocados y collares de oro y piedras preciosas, e hizo ataviarlo con mantos de seda y lino, algunos de color púrpura, que por su costo y rareza eran exclusivos de los miembros de la nobleza.

La máxima expresión de la desmedida manía de Calígula por su caballo llegó cuando el César tuvo la osadía de designar a Incitatus como Cónsul de Bitinia, provincia ubicada al norte de la actual Turquía. Sus críticos calificaron el acto como una patente muestra de los desórdenes mentales del emperador romano, quien puso al servicio del corcel a 18 sirvientes y compartía el lecho con Incitatus la noche previa a cualquier competición en la que fuese a participar; la tarde previa se emitía una orden imperial de "silencio general" castigando con la pena de muerte a quien se atreviera a interrumpir el descanso del caballo preferido del emperador.

Sin embargo, el historiador Suetonio fue más allá en su interpretación del escandaloso desplante del emperador Calígula.

Detrás del nombramiento, estaba el deseo del tirano de hacer patente su desprecio al Senado, y a las instituciones de la República.

Desde su óptica, el emperador era un dios al que ningún mortal debería contravenir, importunar o molestar.

El poder del César era tal, que si deseaba, podía reemplazar a todos los integrantes del Senado por animales, sobre todo, si ellos eran merecedores de su amor y devoción, como fue el caso del caballo Incitatus.

Hasta aquí la anécdota romana.

Como lo acotamos líneas arriba, el resultado de la pasada contienda mantiene a muchos priistas en un estado de euforia, muy cercano a la embriaguez.

Llegan al grado de creer que el resultado de la pasada contienda es una patente de corso, que implica que cualquier candidato impulsado por el PRI en las elecciones de 2016 lleva altas posibilidades del triunfo.

Como Calígula, creen que el emblema del PRI puede llevar a la gloria a cualquier espécimen, sea cual sea su origen y crianza.

Y en el exceso de confianza pueden llevar la penitencia.

Ojalá y se tomen en serio las cosas, y pongan en el arrancadero a verdaderos pura sangre y auténticas yeguas cuarto de milla.

Porque si en el exceso se conforman con competir arreando burros... O mulas... El resultado será lógico.

¿Está claro?

DE BOTEPRONTO: ¿Y los demás partidos? Pues la verdad tampoco cantan mal las rancheras. Hasta el momento las listas de suspirantes nos remiten a la letra de uno de los temas emblemáticos del gran ídolo de las multitudes, Pedro Infante: "Chivos y mulas... Y uno que otro viejo buey"...

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