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Sección: Editoriales / En la Remington

Postura inadecuada

Por: Ricardo Hernández 02/07/2015 | Actualizada a las 09:00h
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Cuando le dijeron a Nora que diera su testimonio de cuando ganó un premio para Acapulco, ella se encogió de hombros. Esa actitud la hizo verse más pequeña de lo que es. “Ándale Nora, comparte con todos tu experiencia”, le dijo una líder del evento. Nora se dirigió al frente del grupo, que no rebasábamos los veinte vendedores  (¡y lo digo en género masculino!, ahorita explico por qué).

La chica, entre apenada y contenta, relató lo emocionada que se puso cuando le dijeron que había ganado un premio a la mejor vendedora del año, que se iría a la ciudad de Acapulco con todos los gastos pagados, aparte, se iría en avión. “Me sentía soñada; además, se los juro, que en ese momento de mi vida me olvidé por un momento de mi esposo y de mi hija. Ella, angustiada, me hablaba a cada rato para preguntarme cómo me encontraba, y yo le decía: ‘¡bien, hija, pero no me pidas que vuelva pronto!’”. 

La postura del cuerpo de Nora ante el grupo me pareció de lo más inadecuada. Tal situación me hizo acordarme de los principios de J.V. Cerney vertidos en su libro COMO DESARROLLAR UNA PERSONALIDAD DE UN MILLON DE DOLARES donde nos ilustra cómo debemos prepararnos para actuar y pensar ante la gente adoptando correctas actitudes y posturas. Nora es tan sólo un ejemplo del olvido en que se tienen los libros sobre superación personal cuando no se comprenden al pie de la letra.

Cuando los grandes motivadores nos instruyen que debemos cambiar nuestra manera de pensar, se refieren a eso precisamente, a dejar de usar esa costra de pensamientos incorrectos, esas malas posiciones que sólo afectan la personalidad y la imagen. Un vendedor con éxito, como lo es el caso de Nora, puede motivar, sin duda, a muchos hombres o mujeres, a seguir su ejemplo. Sin embargo,  a la larga se van a dar cuenta que les hace falta algo más, que se sienten incompletos, y eso es precisamente por la falta de teoría de los libros.

Cerney le atina cuando se refiere a la aplicación de conceptos como: entusiasmo, la fe en sí mismo, el conocerse a sí mismo, etc. Un vendedor que no tiene fe en sí mismo, por supuesto que nada podrá hacer, porque el camino que eligió no es el adecuado, o porque no tiene bien clara su visión. Una de las líderes de la reunión expresó eso precisamente, que un vendedor sin visión difícilmente podrá llegar a ninguna parte.

Hablando de la reunión, ésta se llevó a cabo en el salón de uno de los mejores hoteles del centro. Este tipo de encuentros me fascinan, por varias razones, entre ellas, porque me gusta interactuar con las personas. Hoy por ejemplo, conocí a dieciséis señoras, todas ellas guapas y elegantes. Nora me presentó ante ellas. Me dijo “El campeón nacional del año pasado fue un hombre, esperamos que tú seas un campeón igual que él”. Nora me lo dijo porque sólo yo era el hombre en la reunión. “¿No te sientes incómodo?”, me preguntó mi amiga. “Claro que no _respondí alegre_, estoy preparado para esto”. 

Cuando somos capaces de reconocer nuestros lados débiles e intentamos cambiarlos, hasta entonces podremos darnos cuenta de lo importante que es transformar nuestra forma de pensar para pensar positivamente. Interactuar con las personas es algo muy divertido, satisfactorio. Pero antes debemos enfocarnos que es lo que deseamos de la gente, qué es lo que necesitamos nosotros para cambiar, para obtener mejores recompensas en las relaciones con nuestros semejantes.

De entrada pensé en la incorrecta postura que asumió Nora ante el grupo, y quizá me vea mal al expresarlo, pero las teorías de los maestros en el arte de la superación personal nos ilustran que debemos prepararnos para ser mejores hombres; para que el vendedor asuma nuevos retos o que el profesionistas se salga de su “realidad”. Las mujeres que estuvieron en la reunión cuyo tema fue acerca de las ventas, me hicieron imaginar en todas las demás mujeres que viven encerradas en sus casas pensando en que su economía no les alcanza para más.

Si tan sólo se acercaran a estos tipos de compañías, sea cual sea su producto, aprenderían cosas nuevas y de provecho, sobre todo que cuando llegan a formar parte del grupo, pueden echar mano de sus compañeras para que les enseñen a utilizar la página, principalmente a lo concerniente en las capacitaciones para que a su vez vayan cambiando esa forma de pensar que en ocasiones sólo las hace mortificarse por tanto descalabro económico.

El encierro, de entrada, es malísimo, en cambio interactuar con las personas se vuelve un arte. La buena vibra de todas las señoras con las que permanecí por espacio de tres horas fue magnífico; con ellas aprendí mucho. Cuando se nos preguntó: ¿Cuál es tu sueño? Creo que todos pensamos no en uno, sino en varios. Una vendedora dijo: “Mi sueño es conseguir otro marido”; otra más opinó: “El mío es conseguir 150 mil pesos para pagar una deuda”. Otra vendedora exclamó: “Yo quiero irme a pasear hasta Alaska”. ¡Qué sueños tan distintos tenemos todos!, pensé, “pero son sueños de mujeres ¿cuáles serían los de nosotros los hombres?”. En cuestiones de sueños, los hombres tenemos prácticamente el mismo, aunque uno que otro diga lo contrario: una mujer joven, de simetría perfecta… Aunque la verdad sea dicha, a mí también me gustaría ir a conocer Alaska. A mi lado derecho se encontraba una vendedora que traía puesto un vestido negro, quien mostrándome una imagen en su computadora portátil, murmuró: “Mira, esta soy yo, en Alaska, viaje que gané hace dos años”. “Ve esta otra, estoy en el barco con otros compañeros”.

Había vuelto a llover, el mes de junio se disipó y por consiguiente, apareció el mes de julio. Era miércoles, un día húmedo. Los árboles de aguacate y mango se veían melancólicos bañados por la grácil llovizna matinal. En el patio, cuya tierra era negra, se podían mirar dispersos mangos amarillos, algunos podridos, otros, verdes. Cogí uno maduro, y de entre la cáscara, a través de un orificio, fue saliendo un gusano blanco, transparente. Había pensado en comerme un mango, luego se me quitaron las ganas.

Era un buen día para permanecer encerrado en casa, podría disfrutar de un café, de unas sabrosas galletas; quizá viendo las últimas noticias acerca de lo que ocasiona el agua cada vez que llueve. Pensé en mi paraguas color rojo, lo usaría más tarde en cuando se aproximara la hora para reunirme con mi amiga Nora, una de las mejores vendedoras de la ciudad. Es una chica inquieta, dinámica. Cuando me habla por teléfono es para decirme: “Recuerde que la reunión es tal y cual día. No falte”.

Me faltaban diez páginas para terminar de leer el libro de J.V.Cerney. Afuera la lluvia no dejaba de cesar; por nada del mundo dejaría de asistir a la reunión en ese hotel de lujo, Nora no me perdonaría mi ausencia, me estaría hablando y yo pensando en apagar el teléfono, en saber que excusa proferir, pero un gran vendedor no debe permitirse esa libertad de pensar, sino conjugar el verbo estar en tiempo presente: Yo estoy aquí, ahora.

El gusano que asomó su diminuto y retorcido cuerpo a través del orificio de la cáscara del mango, me hizo pensar que esa fruta era su casa y yo lo estaba fastidiando, tal vez se cubría de la lluvia. En vez de arrojar el mango entre los arbustos, lo bajé con cuidado dejándolo en el mismo lugar de donde lo cogí. Pretendí concluir el libro de Cerney. Me senté sobre el sofá cuando sonó el teléfono. Era Nora, me decía que a las cinco de la tarde era la reunión. “Gracias, le dije, ahí estaré”. Por cierto, en la agenda  tenía anotado los productos que entregaría al día siguiente por la mañana.

El libro de J.V. Cerney contiene todo lo que una persona necesita si desea cambiar su forma de actuar en la interacción con las personas, sus consejos son prácticos y claros. Relacionarse con mujeres que no se conoce es en un principio, algo difícil, sin embargo, cuando te preparas a base de estudio leyendo libros de superación personal, tu mentalidad se vuelve otra. Y eso es lo que se intenta, debemos cambiar para pensar positivamente, para buscar nuevas oportunidades tanto laborales, profesionales, así como mejorar las relaciones entre la familia, los amigos… y las mujeres.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.

Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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