Pues resulta que los mexicanos, de la noche a la mañana, nos volvimos muy tolerantes y "abiertos".
Por lo menos en las redes sociales.
Resulta que con motivo de la celebración del Día Internacional el Orgullo Lésbico-Gay y Transgénero (LGBT), por sus siglas, este 28 de junio, la red social Facebook lanzó una original campaña para invitar a sus usuarios a mostrar su simpatía con la causa del reconocimiento a la diversidad sexual a través de una aplicación que permitió a quienes así lo quisieran "pintar" su foto de perfil con los colores de la bandera arco iris, símbolo del movimiento gay a nivel mundial.
Fue sorprendente ver la cantidad de usuarios mexicanos que se sumaron a esta causa.
Sobre todo porque en muchos sectores se sigue considerando a México como un país de una moral muy conservadora, que en casos extremos llega casi al punto de la "doble moral".
Hasta hace pocas décadas, el homosexualismo era un tema tabú para la sociedad mexicana.
Docenas de personajes célebres de la política, las artes y el mundo de la farándula se han visto obligados a mantener en la reserva sus preferencias sexuales.
No han sido pocos los casos de hombres y mujeres que llevaron una doble vida, al realizar matrimonios de conveniencia con el único fin de aparentar una vida "normal".
Con el paso de los años, el que una celebridad del mundo del espectáculo "salga del clóset" ya no es motivo de mayor sobresalto. Sin embargo, en el mundo de la política todavía no hay tal apertura. Son contados, realmente excepcionales los casos de los políticos que han manifestado abiertamente tener preferencia por las personas de su mismo género.
Algunas diputadas y senadoras. Asambleístas del D.F que han participado abiertamente en el activismo a favor de los derechos de la comunidad LGBT. Nada más.
Ningún alcalde o gobernador. O algún miembro del gabinete... Tampoco.
Sin duda siguen siendo temas escabrosos sobre los que mucho se rumora, poco se afirma y definitivamente nada se ha probado públicamente.
Sin embargo, esta supuesta "apertura" de la sociedad mexicana, es solamente parte de una careta progresista.
En el fondo, los mexicanos somos bastante sectarios, segregacionistas e intolerantes.
Sobre todo si de política se trata.
Porque como parte de nuestra cultura, no hemos asimilado la preferencia política o ideológica como parte de los derechos esenciales de los ciudadanos.
Nuestro vetusto y anquilosado sistema de partidos escasamente nos ha enseñado a asumir la tolerancia como una forma de vida, más que como una concesión temporal.
Incluso, hemos impuesto etiquetas oprobiosas para "identificar" a las distintas corrientes políticas.
Al PRI se le califica como un sinónimo de "corrupción".
Al PAN se le ve como el partido de los conservadores a ultranza, de los "mochos".
Al PRD y a los partidos del ala "progresista" -porque muchos de sus integrantes ya no quieren colgarse el estigma de ser "de izquierda"-, arbitrariamente los hemos catalogado de "revoltosos", "contreras" o "rojillos".
A los partidos de la "chiquillada" normalmente se les califica de "paleros" o "parásitos".
Y así por el estilo.
La realidad es que, en una perspectiva general, a cualquiera de los partidos políticos actualmente vigentes en México les podrían venir cualquiera o todos esos epítetos. En cada entidad federativa, sobre todo en las que ha habido alternancia en el gobierno, a cada una de las fuerzas políticas les corresponde jugar un rol diferente. Ésa es la realidad.
Lo deseable sería, que con la misma apertura y entusiasmo con que ahora, un importante sector de la sociedad mexicana abraza la causa de la diversidad sexual, nos abriéramos de una vez por todas a tratar de entender que la pluralidad política e ideológica es el signo de las sociedades modernas.
En lugar de enfrascarnos en absurdas guerras de odio en cada campaña, debemos entender que el pensar diferente a los demás no nos hace mejores ni peores. Sólo nos hace distintos.
¿Sería mucho pedir a nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria que dediquen parte de las millonarias prerrogativas que reciben del Estado, sean dedicadas a emprender una verdadera campaña de educación cívica y democrática a nivel nacional? ¿No sería saludable que dicha tarea fuese una obligación y no sólo una disyuntiva para quienes hacen política de partidos con dinero público?
Los ciudadanos tienen la palabra.
DE BOTEPRONTO: Conmueve profundamente el cumplimiento del quinto aniversario del artero asesinato del Dr. Rodolfo Torre Cantú, quien sin duda alguna se enfilaba a un contundente triunfo como candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas. En el terreno político, cabe una pregunta: ¿sonarían los mismos nombres para la gubernatura en 2016 con el bien recordado Rodolfo despachando en Casa de Gobierno?
Comentarios: miguelangelisidro@hotmail.com
Twitter: @miguelisidro
