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Sección: Editoriales / Entre Nos

El inclemente tiempo

Por: Carlos Santamaría 26/05/2015 | Actualizada a las 12:40h
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Y no hablamos del tiempo de encuestas y guerra electoral, donde todos han tirado lo peor de sí contra los demás y han descalificado lo que tienen enfrente.

No hablamos de esa guerra de declaraciones que se ve en la televisión nacional donde los dirigentes nacionales sacan a relucir las corruptelas de mandatarios que hasta playas privadas tienen, y que, desgraciadamente, no sirve de nada denunciar, porque ni la autoridad ni la gente hacen algo al respecto.

Seguimos asombrándonos de cada uno de esos tipos ladrones pero no hacemos nada práctico. Seguimos viendo la manera en que se enriquecen y dejan a sus familiares para que sigan haciendo lo mismo, pero no hacemos nada, absolutamente nada por mejorarlo.

Así, de esa forma, acabamos también con la madre naturaleza.

No podemos negar el inmenso poder que tiene el ser humano para destruir todo lo que le rodea: los amigos amantes de la naturaleza nos darán la razón y dirán “se los dijimos”, pero nunca actuaron en consecuencia, porque se pasaron el tiempo haciendo videos o marchas, de esas que la autoridad nunca toma en cuenta y no valora en su justa dimensión, porque no les afecta en elección alguna.

El tornado de Coahuila es una muy severa llamada de atención, así como las inundaciones de Houston de este martes, donde se presentan en redes sociales patéticas imágenes llenas de dramatismo y tragedia. Inundaciones que azotaron una de las ciudades más pobladas de la Unión Americana. Grave, sin lugar a dudas.

El fenómeno meteorológico es producto, como sabemos, de una mezcla de aire caliente y frío en circunstancias determinadas que propician este problema que llega con una inusitada fuerza y se lleva todo lo que encuentra a su paso. Las películas de otros eventos similares nos dan la razón.

Pero, ¿por qué sucede lo anterior?

Tiene que ver, y seríamos injustos si no lo reconocemos, con el desequilibrio que hemos provocado en la naturaleza y el medio ambiente: hemos acabado con una serie de recursos que estaban dentro de la cadena alimentaria, y con otros recursos no renovables, renovables y de toda índole: el mayor depredador está a la vista y acaba con la humanidad. Digno de cualquier cinta de terror o de ciencia ficción.

Y parece que no entendemos bien la lección o tenemos algo en la cabeza que nos estorba: hoy, ocupados en contestar un “like” en la red de Facebook o un comentario en Twiter parece que nos lleva la mañana y la tarde.

Resulta lastimoso ver la enajenación que vivimos en todos los grupos de todas las edades; dicen algunos que es propio de los jóvenes el abuso de las redes sociales, pero hemos estado en reuniones de toda índole –académicas incluidas- y un porcentaje mayoritario está ocupado viendo su “Face” o contestando mensajes, es decir: una total y rotunda falta de respeto a quien dirige mensajes, porque eso, recordamos, decían los abuelos que era una muy mala educación.

Eso no sirve ahora, porque hoy en día todos lo hacen y pareciera que lo que era inadecuado hoy no lo es.

Hoy tenemos una misión que no hemos llevado a cabo por años y parece que se quedará así: no nos hemos puesto de acuerdo en la forma en que debemos salvar el planeta y las herramientas necesarias para ello.

Y el planeta, celoso y ventajoso, comienza a hacer suyo un intenso reclamo a base de tragedias llamadas “naturales” y que tienen que ver con ese inmenso desequilibrio de la ecología que propicia más lluvias cuando no debiera haber, o cambios de días de frío y de calor, lluvias intempestivas y granizo que cae cuando no debiera. Todos esos cambios son parte de lo que debemos entender y practicar, para salvar el planeta, o de plano, acostumbrarnos a seguir viviendo en este inclemente tiempo, calor y frío, lluvia y granizo, inundaciones y más, porque así lo hemos decidido nosotros mismos.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

La publicación de esta colaboración periodística no refleja la opinión Editorial de esta empresa Editora.

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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