Como suele suceder antes de una elección, todos los participantes aseguran tener ellos la “única y auténtica” encuesta real en la que su candidato es el que tiene la delantera abrumadora.
Resulta inverosímil ver que todos tienen más del 40 por ciento según sus encuestadores o sus empresas a las que pagaron –y muy bien- para tratar de confundir a la opinión pública. Es por esta y muchas otras razones por las que consideramos que las encuestas en México no tienen la validez científica como para saber cuál es la tendencia de algo.
No nos podemos fiar de alguna situación en la que los métodos no son expuestos y además, nunca vimos a encuestador alguno, quizá por esa mala suerte de no toparnos nunca con su camino y destinos. Casualidad o vaya usted a saber, pero el caso es que nadie recuerda haber visto encuestador alguno y todos afirman haber llevado a cabo el ejercicio de opinión.
En el caso de Victoria, tenemos varios resultados, sin embargo, el perfil de la gente está parece que muy claro y centran la contienda en dos aspirantes a la cutul de San Lázaro, el del Partido naranja y el tricolor. Gustavo y Miguel se han enfrascado en una contienda muy cerrada en la que Maricela parece seguir muy de cerca, pero no lo suficiente como para aspirar a ganar. Los demás candidatos, con pena y todo lo que se estila, pero no tienen el mínimo necesario para pensar siquiera en que pudieran llegar a una posición cómoda.
Sabemos que ellos van por conservar el registro y no por las diputaciones; conservar el registro implica seguir viviendo del presupuesto oficial y darse vida de ricos sin trabajar, como hacen PVEM, PANAL, PRD, PT y otros más, incluyendo las nuevas sucursales de vividores que se autorizaron a partir de estos comicios, disfrazados de partidos políticos.
Escépticos en estos procedimientos, insistimos en no dar validez a las encuestas por diversas razones. No en el caso electoral, donde siempre se ha prestado el asunto a engaños y difusión de resultados no apegados a la realidad, donde nos dicen: “va ganando el nuestro (a)” cuando la realidad es otra.
¿Qué se busca con el engaño? Hacer pensar a la gente que llevan una ventaja abrumadora y que deben de unirse a la causa, para que estén entre los ganadores.
A nadie importa su línea política, su filiación, su doctrina o algo más: solo importa el llegar para enriquecerse, y eso lo hemos visto año tras año, elección tras elección, proceso tras proceso.
Pero la encuesta en la que la verdad surge es la principal, la que se lleva a cabo el día de la elección y donde nadie puede manipular el resultado: la propia jornada electoral donde cada uno de nosotros manifestamos nuestra preferencia y la hacemos partícipe a la sociedad a través del voto, para que gane quien obtenga más muestras de simpatía.
Aclaremos que no porque no gane el que votamos hubo fraude: es un recurso socorrido por la oposición, que cuando no gana su candidato hubo fraude, y eso lo sostienen argumentando e inventando muchas cosas.
Hemos visto mil y una historias a lo largo de nuestros años en el periodismo, pero dicho sea con honestidad, nada ha sido comprobado como delito electoral que pueda castigarse.
Lo que sí es un hecho es que el candidato del PRI Miguel González Salum ha llevado a cabo una campaña de propuestas y cero ataques, una campaña en la que se ha dado a la tarea de recorrer el distrito electoral para conocer de viva voz de sus habitantes qué es lo que se busca de un diputado federal.
Hace mucha, pero mucha falta que los diputados federales se acuerden de su gente, y parece que Miguel llegará y hará lo necesario para que la gente vuelva a creer en ellos. Ahora, como corolario, faltan las gestiones a las muchas necesidades que ha recogido a lo largo de sus recorridos.
Que la verdad, no son pocas cosas.
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