Cuando se está en campaña, escuchamos de miembros de la mal llamada clase política una serie de argumentos que tienen que ver, unos, con la realidad que vivimos, otros, con la que queremos vivir, pero también existen esos que tienen que ver con alucinaciones, sueños guajiros o devaneos producto de pensamientos emanados de acciones poco congruentes con el sentido común.
Dicho sea en otras palabras: hay argumentos que parecieran de locos, de gente que no tiene idea de lo que está haciendo, o que no tiene congruencia entre lo que dice y lo que hace, porque si bien es cierto que todos tenemos derecho a ser como queramos, es natural que uno sea como dice ser, y no de otra manera.
Hay gente que simpatiza con la izquierda o la derecha, con la política revolucionaria o neoliberal: todos son respetables aunque no tengamos el mismo punto de vista. No podríamos estar de acuerdo en la filosofía de todos los candidatos, porque entonces seríamos hipócritas o poco congruentes entre lo que somos y lo que tenemos o hacemos.
En clase mencionamos mucho estos ejemplos y los llevamos a lo más primario: ¿a quién le vas, América o Guadalajara? Los dos puntos de vista son tan respetables como cualquiera.
Y en política no se vale decir una cosa y hacer otra: no se vale declarar que se está, por ejemplo, a favor de una ley que castigue a los que no respetan la ley de tránsito y circular con placas vencidas y sin licencia para conducir, por citar un ejemplo y como lo hacen muchos miembros de partidos políticos que lo único que hacen es pintar sus logotipos e infringir la ley en una absurda complicidad con las autoridades que no aplican la ley para evitar problemas mediáticos.
En ese sentido, nos parece una burla la actitud de la bancada del Partido Acción Nacional en el Congreso local, cuando descartaron apoyar la iniciativa propuesta por Blanca Valles Rodríguez, y que fuera aprobada por el Pleno legislativo, en la que se debe establecer la obligación del gobierno de Tamaulipas de dar trámite a las pensiones o jubilaciones de los servidores públicos que cumplan con los años de servicios requeridos. Lo más común y legal posible.
Quienes ostentan los colores blanco y azul en su logotipo decidieron no votar ni a favor ni en contra, es decir, la paga del pueblo tamaulipeco por representarnos no sirve de nada, porque no se quieren comprometer, ni a favor ni en contra, en una actitud totalmente cobarde y lejos de ser digna de cualquier diputado o representante popular que se precie de serlo.
Doble moral, porque ellos habían declarado que era una acción justa el no negar este derecho a los trabajadores, pero a la hora de votar, omitieron su participación en forma, como dijimos, cobarde y pusilánime, como suele verse en decisiones de envergadura.
Legisladores de otros institutos políticos, congruentes con su idea de apoyar a las clases necesitadas, votaron a favor de una ley que beneficia a casi 7 mil tamaulipecos que laboran en el gobierno estatal. En este caso, como que no importa quién presente la iniciativa, sino a quienes beneficia, o eso suponemos, y los legisladores tienen más interés en bloquear y o apoyar lo que viene de otros partidos que de legislar para los tamaulipecos.
Hicieron lo mismo con las candidaturas: dijeron que era justo que hubiera equidad de género y que se otorgaran igual número de postulaciones a hombres y mujeres, y a la hora de la votación, como cobardes, huyeron del pleno para no apoyar o desechar la propuesta.
Entonces, pensamos muy seriamente si esa es la manera de obtener simpatías populares, evadiendo la responsabilidad que les da para comer calientito todos los días y les paga sus lujos, pero que no son capaces de devengar siquiera en una sola iniciativa.
Con esa gente en los partidos, seguros estamos que no alcanzarán una nueva posición. No nos queda más que pensar en la falta de compromiso ciudadano que tienen y la falta de congruencia. O como dijera el ranchero: cobardes, hipócritas y dos caras.
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