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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

La independencia como marca electoral

Por: Miguel Ángel Isidro 18/05/2015 | Actualizada a las 08:54h
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Más allá del rotundo fracaso de la reforma política promovida a comienzos de este sexenio, que ha dejado en evidencia que el Instituto Nacional Electoral (INE) terminará severamente corroído tras su “prueba del ácido” en la jornada comicial del próximo 7 de junio, podemos señalar que la nota novedosa en la elección intermedia la darán finalmente las candidaturas independientes, personificadas en el plano nacional en la figura de Jorge Rodríguez Calderón, “El Bronco”, abanderado sin partido a la gubernatura de Nuevo León.

Y es que sea cual sea el resultado de la elección en la norteña entidad, es un hecho que “El Bronco” ya ganó. En primera, porque su campaña vino de menos a más, hasta terminar marcando la agenda en la contienda neolonesa. Hasta el propio ex presidente Calderón salió raspado en la escaramuza mediática con el candidato sin partido, quien revivió los fantasmas de la presunta dipsomanía del ex mandatario panista.

En caso de resultar ganador en la contienda, Rodríguez Calderón tendría amplio margen de maniobra para la conformación de un gobierno de transición en una de las entidades de mayor importancia estratégica en la economía y la política a nivel nacional.

Si resulta perdedor, “El Bronco” se convertirá, de cualquier manera, en referente obligado en el cuadrante político de su entidad. Se antoja difícil que después de una participación como la que ha desarrollado, el ex alcalde priista de García desaparezca del mapa sin dejar huella.

Será entonces digno de analizar el papel que desempeñen los candidatos independientes en esta contienda.

Claro que en el caso de las candidaturas a diputados federales, la historia es radicalmente distinta. Veamos el caso de Tamaulipas, entidad vecina a Nuevo León, donde se registraron tres ciudadanos para contender como candidatos sin partido en la contienda por renovar el Congreso federal.

Se trata de Diana Chavira Martínez, quien participa en el Distrito I con cabecera en Nuevo Laredo; Jorge Prisciliano Rentería Campos, candidato en el IV Distrito con  sede en Matamoros y Manuel Heriberto Santillán, quien contiende por el séptimo distrito con cabecera en Madero.

En el caso de la entidad tamaulipeca, es de llamar la atención el hecho de que se hayan autorizado candidaturas independientes en dos importantes cabeceras municipales que en estos momentos se encuentran en  poder del Partido Acción Nacional, como son los casos de Laredo y Matamoros.

Analicemos cada caso por separado:

Diana Chavira es una mujer ampliamente conocida en el entorno local de Nuevo Laredo, ya fue diputada local plurinominal bajo el patrocinio del PRD y ahora contiende presuntamente desligada de los intereses de la izquierda y sus múltiples tribus.

En el caso de Manuel Heriberto Santillán, algunos observadores políticos del sur de Tamaulipas identifican su participación como parte de una ruptura entre los grupos políticos del priismo local, atizados por el presunto afán del ex alcalde de Altamira Javier Gil Ortíz por consolidar una especie de “mini-maximato” en la región sureña, teniendo como punta de lanza de este proyecto a un abanderado que contiende sin compromiso específico con ningún partido.

Tal vez el caso menos vinculado directamente a la política partidista es el de Jorge Rentería Campos, presidente de la Barra de Abogados de Matamoros, sin experiencia alguna en el servicio público. Rentería ha desarrollado una campaña interesante, porque parece estar basada en ocurrencias más que en estrategia; más en instinto que en el conocimiento real de la dinámica política del complicado territorio matamorense. Da la impresión de ser un candidato que le dice a cada quien lo que quiere escuchar.

Aquí la reflexión obligada es que en una elección “fría” como lo es la de diputados federales, donde se da por lo regular una baja participación en las urnas y donde resulta de por sí complejo para los electores identificar las propuestas de los candidatos de diez partidos con registro, la participación de los independientes necesariamente va a “raspar” a alguien.

Si tomamos en cuenta que Tamaulipas es una entidad en la que la izquierda tradicionalmente ha obtenido una votación más bien raquítica, la incógnita radica en verificar a quién le van a restar votos los candidatos independientes, y lo más natural es que esta merma afecte a las dos principales fuerzas políticas de la entidad: el PAN y el PRI.

¿A qué candidato o fuerza política va a beneficiar o perjudicar con su presencia los “candidatos sin partido” en Tamaulipas?

Falta poco para saberlo.

Por cierto, dicen las malas lenguas de la gente buena, que uno de ellos “ya se arregló”… con el PAN.

Al tiempo.

DE BOTEPRONTO: Resulta interesante la forma en que el PAN está esforzándose por multiplicar en las redes sociales el resultado de una encuesta que les brindaría una supuesta ventaja de 13 puntos en el IV Distrito, con cabecera en Matamoros. Si esa ventaja fuera real, entonces ¿por qué correr riesgos tan innecesarios, como el uso masivo de publicidad, el “patrocinio fantasma” de un baile con Los Ángeles Azules o el lanzar zapatos tenis con el nombre de su candidato? ¿No sería más lógico administrar la ventaja para el sprint final? Veremos y comentaremos…

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