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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

¿Y qué hacemos con el odio?

Por: Miguel Ángel Isidro 14/05/2015 | Actualizada a las 21:18h
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En nuestra precaria cultura política, a pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI, son todavía muchos los mexicanos que vemos a la alternancia en el poder como una tragedia.

A pesar de que ya tuvimos doce años de un partido distinto al PRI en la Presidencia de la República, y a pesar de que prácticamente la mitad del territorio nacional ha experimentado ya con gobiernos emanados de fuerzas políticas como el PAN, el PRD y hasta el Partido Verde Ecologista, como que todavía transitamos en la idea de que el poder es un bien preciado que no se debe compartir ni dejar arrebatar por nadie.

Claro que eso no es gratuito.

Y claro que mucho de ello se lo debemos, -pero cómo fregados no- a nuestra heroica clase política, a nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria. Ellos son los héroes de esta película, papá.

Pero vayamos por partes, como dice el descuartizador. ¿Por qué siempre terminamos echándole la culpa a los políticos de estos males?

Hay factores que en este caso, lo ameritan con puntualidad. Veamos:

De acuerdo a nuestra Constitución Política, los partidos políticos son entidades de interés público, y debido a esta condición, se justifica que se les entreguen recursos del erario nacional para sus actividades. A pesar de ello, siguen negados a la transparencia, y pedirles abrir sus cuentas y actos les resulta tan ofensivo como intolerable.

Se supone que como parte de su actividad orgánica, TODOS los partidos asumen ante la ley el compromiso de contribuir a difundir y promover la participación política y la cultura democrática.

La realidad es que NINGÚN partido lo hace, y que muchas veces, confunden esta labor con el obvio adoctrinamiento que hacen de sus respectivas militancias y clientelas. Lo malo es que para ello reciben dinero público. MUCHO dinero público, de hecho….

Si lo vemos desde una estricta relación costo-beneficio, las elecciones federales intermedias son un pésimo negocio para la ciudadanía. Cuestan mucho, la gente participa poco y al final de cuentas, lo que marca la diferencia es la correlación de fuerzas entre los partidos. Dicho de otra manera: los ciudadanos votamos, pero no elegimos a nuestros diputados, y en última instancia, nuestra influencia en las decisiones del Poder Legislativo federal es prácticamente nula.

El otro gran problema de la nefasta cultura política que heredamos de nuestros vetustos partidos, es la falaz idea de que cada elección, que cada campaña es una guerra fratricida. No solamente es ganar, es reducir al máximo al rival, negarle el derecho de réplica, vaya, ni siquiera el elemental recurso del pataleo. De la era del priismo dictatorial heredamos aquella lógica simplista de que “las mayorías gobiernan, las minorías sólo opinan”. ¿Eso es democracia?

Lo peor de todo es que múltiples evidencias señalan que cuando un partido distinto al PRI llega al poder, de inmediato comienza a incurrir a las mismas prácticas  que durante décadas le atribuyeron al tricolor. Por todo el territorio nacional vemos el mismo tipo de acusaciones: compra de voto, manipulación electorera de programas sociales, censura y secuestro de medios informativos, uso propagandístico de los medios públicos de comunicación, en fin… una interminable lista de dolorosos etcéteras.

Lo más grave, es ver a toda una bandada de candidatos, líderes partidistas, funcionarios y hasta  gobernadores montados en el papel de atizadores del odio. No sólo se dedican a apoyar a sus candidatos, incluso al margen de la ley; también a trasmano se dedican a promover la guerra sucia, la denostación del rival, la propaganda negra.

No nos hagamos, todos hemos visto a alcaldes y alcaldesas, diputados y senadores, gobernadores y delegados del PRI, PAN, PRD y demás franquicias instituidos en auténticos jefes de campaña de sus candidatos, al costo que sea y pésele a quién le pese.

Definitivamente el modelo de democracia representativa requiere de un urgente apretón de tuercas. Esto no da para más…

Lo peor de todo es que a los candidatos ganadores les tocará tratar de hacer política, de hacer gobierno, sobre los escombros del odio que dejan las campañas. Apoyados por una minoría votante, enfrentan el reto de conciliar con los contrarios y los indiferentes, que sumados, terminan haciendo mayoría.

Así no hay sistema que funcione.

Señores y señoras de la política, Padrotes y Madrotas de la Patria, esperamos que nos respondan…. ¿Qué hacemos, pues, con el rencor después del 7 de junio?

DE BOTEPRONTO: No acostumbro referencias personales, pero sería injusto no dar gracias, las más sinceras y emotivas gracias, a quienes nos mandaron sus oraciones y buenos deseos con motivo del reciente problema de salud de mi señor padre. Don Juan Antonio Isidro ya se recupera en casa, después de un susto mayúsculo. Gracias totales…

Comentarios: miguelangelisidro@hotmail.com

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