Un excelente trabajo del bien llamado periodismo de investigación el que disfrutamos en un diario de circulación nacional e internacional a través de la web, donde hace notar que 88 clanes familiares gobiernan México desde hace poco más de 60 años, y hace mención de los cacicazgos en el país, ignorando algunos del Tamaulipas que vivimos hoy en día.
Pero es interesante cuando habla de los dueños del Partido Verde Ecologista, donde la actitud familiar les ha permitido lucrar con los salarios de diputados y senadores, independientemente de los privilegios partidistas, o de las familias tradicionalmente panistas, o esos que iniciaron en el Revolucionario Institucional como el tristemente célebre “negro” Sansores, y que siguen mamando de los presupuestos como su hija Layda, cuya carrera siguió en el PRD y ahora en Movmiiento Ciudadano, donde confluyen quienes no tienen cabida en otro partido político.
Y así, vemos la manera en que se han eternizado en el poder lucrando con nuestros dineros, y bloqueando todo tipo de recursos humanos con nuevas formas de pensamiento, que puedan llegar para dar a México ese cambio que tanto necesitamos.
En la entidad hay una familia que gobierna desde los ochentas –setentas, dirían algunos, con justa razón- y hoy en día sigue teniendo representantes en partidos y listas de legisladores o candidatos a serlo. Tenemos la idea de que entre los aproximadamente 3.5 millones de tamaulipecos debe haber algunos que tengan o tengamos talento para gobernar y que seamos de distinto árbol genealógico.
Impresiona la forma en que se ha delegado el poder en México, y más asusta cuando vemos nombres de gente que supuestamente lucha contra corruptelas y esas cosas que vienen de la mano con las familias del poder, las familias que en definitiva, han acabado con los partidos políticos, la clase política, la nación y se han enriquecido en forma tal que tienen garantizado el sustento por tres o cuatro generaciones… y ambiciosos, aún quieren más.
Y de entre esas generaciones de personas esporádicamente surgen figuras con una gran capacidad para gobernar, y pocos les escuchamos porque son atadas sus pretensiones, sin embargo, hay quienes desean hacer del de hoy un México diferente, con una carrera más que justificada.
En ese sentido entendemos que alguien pueda llegar a ser diputado federal, que aspire a servir a su comunidad, que quiera volver a ser legislador para cambiar el México de muchos inconformes y aspire a seguir una carrera política, con la salvedad de que no ha involucrado a sus familiares como hacen otros tantos.
No es necesario, créanos, que un hijo o familiar de político tenga que serlo: eso no se hereda, se nace con esas aptitudes y habilidades, y se gestiona, se prepara, pero no se puede resolver de un plumazo como estamos acostumbrados a ver y callar, porque somos muy buenos todos para ver estas cosas, pero no para reclamar que haya equidad en las nominaciones.
Solo nos quejamos y maldecimos a quien toma las decisiones, pero todo es “en lo oscurito”, para que no se entere nadie y nadie se moleste.
El candidato Miguel González Salum sigue recorriendo territorio tamaulipeco correspondiente al V Distrito Electoral; algo similar lleva a cabo Alejandro Guevara Cobos allá por los rumbos de El Mante, y tratan de convencer a la ciudadanía para obtener el voto al término del proceso que concluye con la toma de protesta en San Lázaro.
González Salum ha declarado que están haciendo una recapitulación de las inquietudes ciudadanas para tomar en cuenta dentro de su proyecto legislativo, y Guevara Cobos, más maduro y más sensible, logra arrancar buenos comentarios entre la gente.
Las campañas están en su apogeo, aunque no de todos los partidos: unos de plano se echaron “sobre el dinero” y no harán más que presentarse a votar. Otros, siguen buscando llegar.
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