Dentro de esa triste etapa en que mayo sirve para hacer puentes, flojear y dejar de trabajar, celebramos este 5 de mayo un aniversario más de aquella batalla que tuvo lugar en el estado de Puebla y en la que, según la historia, las tropas mexicanas al mando del general Ignacio Zaragoza derrotaron al ejército francés, en una de las páginas gloriosas del Ejército Mexicano.
Los eventos no se hacen esperar, aunque los mexicanos del nuevo milenio queremos derrotar en otras batallas a los enemigos comunes: la inseguridad, la corrupción, la pobreza, la falta de infraestructura y servicios, y pugnamos por un buen gobierno en todos niveles, que satisfaga nuestras necesidades más sentidas, básicas, prioritarias y, por qué no, superfluas.
Las batallas que libramos son contra esos que se sienten divinos y poderosos, y que por un cargo heredado o regalado por un amigo se han endiosado y hoy en día nos meten el pie y zancadillean al progreso disimulando una actuación gris con una serie de comunicados bajo la consigna de que “una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad”.
Nos falta mucho para ser lo que somos y tenemos que aprender a trabajar fuertemente en equipo y en forma individual, a manera de poder conseguir esas distinciones que se han dado de nombre pero no de acción, y de las que muchos nos avergonzamos por la forma en que se han obtenido.
O, ¿no le apena ser certificado en su trabajo y que sepa que no hay la calidad mínima necesaria y que ha sido una faramalla? Algunos nos preocupamos y queremos mejorar, aunque a otros no nos importe mucho que digamos, y es por eso que estamos como estamos.
Queremos que el país libre la batalla contra el analfabetismo, que la educación sirva realmente y crezca como merecemos: que haya investigación real y duradera que nos permita salir de donde estamos, y que mejore aspectos tecnológicos, científicos y otros para alcanzar mejores estadlos de vida.
Queremos que las batallas contra enfermedades crónico-degenerativas se ganen, que también se ganen las que se libran diariamente con el ejército de profesionales y voluntarios contra el dengue, el cikungunya, contra la obesidad y otras enfermedades como el cáncer… que haya menos obesos y menos diabéticos y mucho menos hipertensos. Estas batallas si se libran con triunfo, serán muy bienvenidas por todos.
Queremos ganar no una batalla como la del 5 de mayo de aquel entonces, sino la batalla contra la pobreza en el país: nos gustaría que la gente no trabaje en los cruceros sino que tenga una forma digna de subsistir.
Y los que apuntan para “generales” en esas batallas hoy están en campaña, porque su postulación y probable victoria permitirá cambiar leyes que nos lleven a mejorar la calidad de vida de Tamaulipas y de México, y en ese sentido, siguen ellos haciendo su labor.
Miguel González Salum recorre calles del distrito y plantea opciones, recoge inquietudes y piensa en soluciones que puede llevar posteriormente a la Cámara Baja de la Nación. Sigue recorriendo su distrito con muchas expectativas.
Otros candidatos hacen lo propio reforzados con el agitar banderas de decenas de jóvenes que, por módicos cien pesitos hacen como que vitorean, y ponen en peligro su vida en cada crucero en donde les vemos.
Las campañas son para captar las necesidades, y somos de la idea de que en el ámbito educativo hay que poner muchísima atención: es la base de una buena sociedad y es ahí donde existen muchos escollos que hay que derrotar a la voz de ya, porque México no puede parar y no merece lo que hoy tiene: merecemos más pero hay que trabajar para lograrlo y entonces sí, disfrutar de esos merecimientos naturales y lógicos.
Independientemente de todo lo anterior, esperamos que haya buenos “generales” en el Congreso de la Unión, que nos ayuden a librar las mejores y más suculentas batallas, para mejorar al país en todos sentidos.
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