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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

Una Nación de ocurrencias

Por: Miguel Ángel Isidro 03/05/2015 | Actualizada a las 18:11h
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Estamos prácticamente a un mes de las elecciones federales. Seguramente a estas alturas usted ya decidió el sentido de su voto, y si no es así, no se sienta mal, simplemente forma parte de la auténtica mayoría política de este país, donde poco cerca del 60 por ciento de los ciudadanos manifiestan desinterés o simplemente no se les da la gana estar enterados de la política y sus entuertos.

¿Están realmente los candidatos y candidatas haciendo lo necesario para motivar el interés del electorado hacia la renovación del Poder Legislativo Federal? Probablemente ellos y sus partidos piensen que sí, pero en realidad, lo que más ha sobresalido en estas campañas ha sido el discurso de la denostación y el ataque hacia el contrario.

¿De dónde provienen las propuestas que expone los señores y señoras candidatos? Básicamente podríamos identificar dos estilos de campaña:

El de los “consultívoros”, conformado por aquellos candidatos que realizan recorridos, eventos y foros para preguntarle a la gente cuáles son sus problemas e incluso recabar probables soluciones, recurriendo para ello también a la opinión de expertos en cada ramo.

El estilo “cafiaspirina”, desarrollado por aquellos partidos y candidatos que presentan un paquete básico de propuestas, que adaptan discursivamente de acuerdo a las expectativas del sector o grupo poblacional con el que se reúnan o busquen cautivar. Al igual que en los consultorios de bajo presupuesto, aplican la misma receta para todos los temas posibles: seguridad, empleo, educación, desarrollo social…

En fin, que nuestros Padrotes de la Patria creen estar diciéndonos a todos lo que queremos escuchar.

Otro elemento interesante, ha sido la forma en que en distintos ámbitos, y valiéndose de todo tipo de excusas, los candidatos a las diputaciones federales le han sacado la vuelta a la eventual celebración de un debate público con sus oponentes.

El pretexto más sobado es aquel de que “el debate sólo beneficia a los candidatos con menores preferencias”, o de que se trata de estrategias para debilitar a los candidatos más fuertes, etcétera.

La realidad es que el debate político es la materia prima del trabajo de un legislador federal.

Un candidato que no sirve para debatir, será un elemento inútil dentro del trabajo parlamentario.

Pero seguimos engañándonos, creyéndonos los mediocres manuales de campaña de nuestro vetustos, corruptos y anquilosados partidos políticos.

Durante décadas nos han hecho creer que las campañas políticas son concursos de popularidad.

Que lo que importa de un candidato es cuánta gente lo conozca, a cuánta gente le simpatice, cuánta gente lo quiera.

Creemos que la eficiencia de un candidato a legislador radica en su capacidad para movilizar masas, ya sea en mítines, bailes, loterías, caravanas automotrices o “brigadas de impacto”, como se denomina elegantemente a la estrategia de las porras, las banderas y el confetti.

Qué importa si el candidato es un personaje impresentable, impreparado o inculto. Lo que importa es que sume votos. Total, en la dinámica parlamentaria de nuestra Cámara de Diputados, su presencia será tan significativa como la de un grano de sal en la playa.

Tenemos 500 diputados federales, pero ¿cuántos sobresalen por su efectividad en el trabajo parlamentario? ¿cuántos sobresalen de la mediocridad de la suma en sus bancadas? Algunos solamente alcanzan cierta notoriedad por sus pifias o escándalos… ¿esos son nuestros representantes?

Probablemente ha llegado ya el tiempo de cambiar el paradigma de nuestra disfuncional democracia representativa. Votamos por personas, pero para los efectos, más allá de sus buenas intenciones, los diputados federales terminan siendo rehenes de los intereses, afectos y odios de sus respectivas bancadas.

Más allá de la representatividad territorial… ¿usted se siente cabalmente representado por su diputada o diputado federal? ¿cuándo fue la última vez que lo vio por su colonia?

Probablemente lo único que verdaderamente ansía la ciudadanía para este 7 de junio, más que el resultado de la elección, es que termine ya el suplicio de las campañas y su vacía, falaz y tramposa propaganda política. Reiteramos lo dicho: la saturación de mensajes, más que atraer a los potenciales electores, los está ahuyentando de manera irremediable.

Al tiempo.

DE BOTEPRONTO: Han circulado profusamente en las redes los resultados de una presunta encuesta de opinión en la que se asegura que el panista Francisco Javier Cabeza de Vaca puntea en la carrera por la gubernatura de Tamaulipas para el 2016. Sería interesante conocer el documento completo, y su metodología, sobre todo para saber cuántas personas podrían estar suficientemente informadas sobre este tema, porque de acuerdo a datos del propio INE, a estas alturas, todavía existe un 30 por ciento de ciudadanos en edad de votar que o desconocen o simplemente no les interesa la elección a celebrarse dentro de un mes. ¿Les interesará lo que va a ocurrir dentro de un año?

Comentarios: migguelangelisidro@hotmail.com

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