La cuesta de mayo

Al cierre del primer mes de proselitismo, las campañas rumbo a la elección federal continúan sin mostrar mayor novedad. Habiendo agotado ya la guerra de lodo, las ocurrencias y hasta la utilización de la farándula para tratar de atraer la atención de las audiencias, partidos y candidatos enfrentan ahora el reto de seducir a los votantes para cumplir con la cita en las urnas el próximo 7 de junio. El tiempo se agota y el desinterés y el hartazgo ciudadano cada vez son más evidentes.

Y para echarle más leña al fuego, este domingo el diario Milenio da a conocer los resultados de un estudio encargado por el Instituto Nacional Electoral (INE), en el que se revela que apenas un  27 por ciento de los potenciales electores considera que los comicios realizados en México son confiables.

En nuestra precaria cultura cívica, nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria nos han enseñado que la política es el arte de aniquilar al contrario, de humillarlo y reducirlo a su mínima expresión, y que las campañas electorales son concursos de popularidad donde lo que cuenta es atraer simpatizantes, de la manera y al costo que sea. Las propuestas van en segundo término, nuestros vetustos partidos y sus candidatos se han encargado de dar al proselitismo un tono,  lenguaje y  altura dignos de la tribuna de un estadio de futbol.  Peor escenario para la ansiada gobernabilidad democrática… imposible.

Lo que sigue quedando en evidencia, es que la idea de saturar los medios electrónicos con el inmisericorde bombardeo de spots mañana, tarde y noche, ha terminado por surtir un efecto contrario al de concitar el interés del público hacia los partidos, sus candidatos y sus campañas. Las millonarias sumas invertidas en proyectos de imagen y contenido para estas campañas terminarán siendo evidenciadas como un desperdicio. Estridencia y saturación no significa efectividad, pero eso siguen sin entenderlo nuestros políticos. De no ser por la presencia de las redes sociales –y a pesar de que la propaganda negra también ha llegado al ciberespacio- ,  estas campañas podrían quedar perfectamente en el olvido.

EL VOTO DEL MIEDO:  Los hechos recientemente suscitados en ciudades como Reynosa, Tampico y Altamira, donde la captura de objetivos estratégicos por parte de las autoridades federales provocaron una violenta reacción de parte de delincuentes, representan un factor digno de considerar por las autoridades. El miedo puede provocar movilización, traducida en voto de castigo, o en el otro extremo, inacción de los votantes por la natural incertidumbre que generan las situaciones de riesgo. Ambos extremos deben ser materia de acción urgente por parte de las autoridades, los órganos electorales y los partidos políticos, aunque, dicho sea de paso, parece que una vez más preferirán dejar pasar por boba tan delicada asignatura.

¿Se imagina qué puede pasar si se registra algún incidente mayor en fecha próxima a los comicios?

Ojalá y en las altas esferas del poder exista un “Plan B” ante esta funesta eventualidad.

POSTDATA: A partir de este fin de semana, estrenamos un espacio semanal en la web del periodista Eduardo Ruiz-Healy. Échele un vistazo a www.ruizhealtimes.com, seguramente le gustará.

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