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Derecho a la información

Por: Carlos Santamaría 24/04/2015 | Actualizada a las 13:46h
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Qué difícil se torna la labor periodística cuando los encargados de las áreas de comunicación no tienen un criterio uniforme, menosprecian y minimizan a muchos  periodistas porque: no son sus amigos o porque consideran que no tienen el peso necesario en la opinión pública.

Pero, ¿Qué es ese peso al que se refieren? Muchos piensan que cuando uno se dedica a la diatriba, al insulto, la descalificación y la arrogancia se convierte en comunicador de estilo: le reciben las llamadas y le conceden audiencias. Los términos son altamente discriminatorios: los empleados para difundir la labor de candidatos o funcionarios no debieran recibir o conceder, porque son más mortales que cualquiera, aunque con una serie de complejos de superioridad que les otorga su puesto inmediato, y que al terminar, les ubica donde se merecen.

El caso es que muchos funcionarios y candidatos no tienen idea de lo que se entreteje en torno a ellos y por qué algunos tienen  -o tenemos- una mala opinión de ellos.

A varios nos ha sucedido al menos en una ocasión de nuestra trayectoria que llamemos a alguien encargado de prensa y no quiera contestar; curiosos: te dan su celular personal, el número de su casa y se suscriben a tus órdenes, y cuando llamas, simplemente, te mandan a buzón. Estrategia por demás equivocada y falta de inteligencia. En otros tiempos, había gente que contestaba –así decía cuando hoy reciben las llamadas- y te hacía ver si tenía o no prisa, pero la parte humana, la calidad y educación permeaba por sobre todas las cosas.

Y así, candidatos de mucha valía y que tiene realmente gente que les sigue se tornan como intolerantes y odiosos gracias a esos comunicadores que bien comunican pero en contra de quien les paga, y que destinan recursos de toda índole para sus amigos más cercanos.

Entendemos que no formar parte del círculo pequeño de amistades nos margine de reuniones de café y más, pero… ¿y la función profesional? En ese sentido siempre hemos pensado que cualquiera que se precia de ser periodista tiene el mismo valor que los demás. Quien  considera que vale por sus ofensas y descalificaciones periodísticas tiene un serio problema que ni con todo el oro del mundo podrá curar, porque se refiere a educación, formación, a otro tipo de valores.

 Un victorense muy apreciado por un funcionario lo encontró en la calle y ya imagina el diálogo: “ve a verme”; el amigo fue y no pudo entrar a la oficina –ser concedida la audiencia, dicen los prepotentes- y así le sucedió hasta tres ocasiones.

Cuando vuelve a encontrar a su amigo de la infancia, en ese entonces muy poderoso funcionario, se reclamaron: “¿Por qué no has ido?” -

-“¡Qué bárbaro! Dice Jorge que estás muy ocupado para recibirme”- le reclamó, y recibió una nueva petición: “Te espero mañana en la mañana”.

Sucedió lo mismo, porque quien se encargaba de las audiencias bloqueó a todos los amigos de ese personaje, al considerar que políticamente no teníamos peso a considerar. Se olvidó que muchos íbamos a ver al amigo, no al funcionario.

Y así sucede hoy en día. Duele ver que compañeros que estuvieron en las mismas giras y recorridos hoy se escudan en un celular de alto coste y seleccionan a sus contactos, de acuerdo a su pequeño criterio y no a las necesidades de quien paga por que ellos puedan comer calientito y a tiempo.

Es el problema de todas las campañas, de todos los tiempos: los amigos se alejan porque esos pájaros aventureros les asustan todo lo que pueda volar en torno a sus valores y costumbres.

Por eso, muchos hemos optado por vivir dentro de una modesta lejanía, sin que nos ninguneen estos pobres que no tienen más valor que el que actualmente les otorga su efímero cargo que, seguramente, en dos meses concluirá.

Ojalá, mientras, que nuestro amigo llegue a la victoria mientras.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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