Podríamos denunciar que hay campaña permanente de algunos funcionarios de cualquier nivel, pero por otra parte, tenemos que reconocer que la mejor de todas las campañas electorales, anticipadas y en tiempo y forma, la constituye el hecho de trabajar como se debe y hacer las cosas que se requieren.
Victoria tiene muchas necesidades y lo sabemos: cada día hay menos dinero en el gobierno y menos pagos de gente que está consciente de sus obligaciones, por diversas razones que, pueden o no ser válidas, pero afectan el desarrollo de una administración.
Y en ese sentido, vemos que hay muchas cosas que siguen realizándose en la capital tamaulipeca, aunque no se informa nada de acuerdo a los ordenamientos, desde nuestro punto de vista, fuera de contexto, de las leyes que prohíben que tengamos información por más de dos meses de lo que hacen los gobiernos con nuestro dinero y nuestra voluntad.
Finalmente, lo que ellos hagan es su función y es en bien de una ciudadanía que quiere vivir mejor.
Insistimos: hay sitios donde pareciera que no hay obras, pero no podemos cerrar los ojos, ni hacia delante ni hacia atrás, es decir: no podemos criticar totalmente lo que han dejado de hacer, como tampoco podemos ser los más eufóricos ciudadanos que aplauden cuando hace una autoridad, cualquiera que sea su nivel.
No. Recordemos: están ahí porque quieren, y nos está sirviendo porque cobran por ello y muy bien, es su obligación: no nos hacen favores ni nos dan caridad: cada uno de ellos tiene su función establecida; la diferencia es que unos lo hacen obligados y otros lo hacen de corazón, pero de que es su obligación… ni quien lo dude.
Y en ese sentido cuando recorremos la ciudad encontramos gente trabajando, sitios que han sido objeto de remodelaciones completas y otros que, sin embargo, no han logrado entrar en la relación de obras, y uno de esos muchos casos lo constituye el fraccionamiento Valle Del Rocío, olvidado de la mano de Dios, de la autoridad y de los fraccionadores que hicieron un trabajo por demás deprimente en detrimento hoy de los vecinos que compraron confiando en que era un buen sitio.
Hoy no tienen pavimento, alumbrado y la calle muestra muchas fallas; somos de la idea de que la autoridad municipal no tiene el informe y por consiguiente no ha actuado para mejorar o poner al mínimo siquiera el estándar de vida de esta gente.
E insistimos en los aspectos de campaña, porque quienes hemos sido testigos de las obras que se llevan a cabo sabemos que hay gente que hace su trabajo y lo realiza de buena gana, lo cual nos enorgullece, porque los beneficiarios somos nosotros mismos.
Dice el dicho aquel que “obras son amores”. Los ciudadanos no queremos escuchar propuestas y promesas, sino ver que lo que necesitamos se ajusta y se hace cada vez más pequeño por la obra que se lleve a cabo.
Eso es lo que deseamos los que vivimos en cualquier ciudad del estado: obras y resultados. Nada más que eso.
Y si se puede, nos gustaría de vez en cuando poder saludar a esa gente que en campaña se desvive por saludarnos y estrechar una mano o tomarse una selfie con alguien de sus conciudadanos, antes de que llegue el tiempo en que no les podamos ver o que sus colaboradores los encierren en esas burbujas de cristal en las que no entran los afectos ciudadanos, pero sí las metas de muchos más.
Queremos que sigan en campaña las autoridades, de todos niveles, entregando obras para beneficio de todos nosotros. Qué mejor campaña que una buena calle, una luminaria atendida, un centro de salud eficiente o una escuela equipada.
No necesitamos más que eso, la verdad. Olviden los discursos y transformen su estrategia en algo productivo, que buena falta nos hace.
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