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Sección: Editoriales / Entre Nos

Volver a ver: un sueño

Por: Carlos Santamaría 18/04/2015 | Actualizada a las 11:59h
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Por la razón que sea, por justificantes que tengamos, pero cuando una persona tiene dificultades para ver, cambia su existencia en todos sentidos: nada vuelve a ser igual.

Hace ya 16 meses de ese cambio y la verdad sea reconocida, la vida no vuelve a ser igual en ninguna manera, sobre todo, cuando entendemos que hay recursos pero no suficientes o que los encargados de proporcionar bienestar en nuestros ojos no han tenido una actitud meramente humanitaria y se han concretado a aspectos mucho más materiales que tienen a miles de personas casi sin ver.

La ceguera es un problema latente y vivo: en el caso de quienes vivimos con diabetes mellitus, se considera que es una de las principales causas de incapacidad permanente. Cuando te levantas y ves la silueta de tus hijos o no puedes distinguir donde termina el amanecer, es cuando te das cuenta realmente de la dificultad que estás viviendo, y eso no lo puede saber funcionario alguno que no haya vivido lo anterior en carne propia. Nadie sabe lo que se siente no ver hasta que lo experimenta en su organismo y padece esos inconvenientes en forma personal.

Muchos servicios que se tienen por descubiertos no se llevan a cabo en las unidades médicas del sector salud y hay que manejar otras figuras: la subrogación es una alternativa que, si bien es cierto no ayyda mucho, porque tiene límites muy establecidos, sí permite a algunos solucionar todos sus problemas de tipo material, aunque otros no podamos quizá recuperar la visión.

Encontramos términos como retinopatía diabética, avastin, fotocoagulación, vitrectomía y muchos más que nos asustan con el solo hecho de escucharlos, y más cuando entendemos que nuestro salario no puede pagar estos procedimientos, básicos para poder recuperar en un porcentaje limitado eso que se llama visión y que, desde nuestra experiencia, sigue siendo el mejor y mayor de los sentidos del ser humano.

No entendemos cuando nos dicen que harán mil disparos de láser en cada ojo, y más cuando estos duelen. ¿Por qué sucedió? No tiene caso buscar por qué tenemos el problema en los ojos: la inseguridad nos ha arrebatado uno de los más grandes tesoros del cuerpo humano y no hay forma de echar vuelta atrás: dicen en el rancho que “lo caído, caído, y ya”, y así hay que verlo.

Pero no queremos dejar de intentar el recuperar la visión hasta donde se pueda, porque vivir en la oscuridad no es nada grato: el salir a la calle y no poder reconocer a los amigos resulta penoso y difícil, pero hay que hacerlo y seguir viviendo pese a todo. Muchos de ellos saben qué sucede y lo entienden, aunque haya quienes piensen otras cosas.

No hay forma de enfrentar estos compromisos económicos, porque los servicios oftalmológicos particulares están fuera de toda proporción  y realidad para una sociedad que muere por diabetes e hipertensión y sus profesionales de la medicina no han comprendido la magnitud del problema y la cantidad de gente que padecemos estas situaciones. Entendemos que estudiaron para vivir de ello, pero no es posible que una receta adecuada se tenga que surtir con el salario de 1.7 meses o que un estudio se lleve el sueldo de 25 días. No es congruente, no es lógico, aunque es real.

Buscar apoyos y encontrar puertas cerradas es desalentador, más, cuando esas personas son gente como nosotros que no ha querido recordar sus orígenes. Es difícil, sí, y mucho, pero no será imposible vivir con estas situaciones, ya que, finalmente, lo hemos de hacer de una u otra forma.

Los ojos son algo valioso para todos y queremos seguir conservando su función y para ello hacemos el llamado a quienes pueden atender esta problemática, que mucho nos aqueja y acongoja.

Seguros estamos que se puede hacer más, y seguros estamos que hay quien nos pueda echar una mano, sinceramente.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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