No cabe duda que para prometer somos buenos los individuos, incluyendo sexo femenino y masculino: siempre tenemos algo que ofrecer aunque no estemos en posibilidad de cumplirlo.
No quiere decir que seamos los seres humanos unos incumplidos de pacotilla, aunque ciertos sectores tienen fama de ello: los diputados entre éstos, se caracterizan, junto con otros miembros de la mal llamada “clase política”, en prometer y no cumplir, o de plano, tener que hacer grandes esfuerzos para hacerlo.
Sin embargo, en Tamaulipas y específicamente en Victoria hemos contado con la participación de quienes se comprometen en su comunidad y nos entregan el producto de aquellas promesas.
No recordamos que Miguel González Salum haya recurrido a la “faramalla” de notariar sus promesas, pero sí recordamos que muchas de éstas hoy son obras y realidades, tanto como diputado federal en su anterior inclusión como en la presidencia municipal, donde a decir de muchos observadores políticos, dejó una muy grata impresión por el trabajo entregado a la sociedad victorense.
Y como Miguel, seguramente hay quien considera que tal o cual persona tiene las capacidades para fungir como legislador con toda la calidad necesaria y el criterio suficiente, así como la decisión que se requiere en el cumplimiento no de promesas, sino de esas cosas que la gente requiere y siente como necesarias.
El ser formal en este tipo de asuntos permite a cualquier ciudadano involucrado en la política garantizar el voto ciudadano, que por lo general se entrega a quien consideramos una buena opción, sea porque al no conocer nada nos dejamos convencer por métodos tradicionalmente nefastos, o porque conocemos su trayectoria y sabemos que no nos quedará mal.
En el primero de los casos, el Instituto Nacional Electoral trata de hacer justa una repartición de recursos que, desde nuestra óptica pensamos que son mal empleados, toda vez que no consideramos justo que el gobierno mexicano mantenga a los partidos políticos, que deben aceptar subsidios y apoyos externos que no cuesten el pueblo mexicano.
En la segunda de las opciones, la trayectoria tiene mucho que ver en estos menesteres, y somos de la idea de que los que la tienen pueden aprovechar para explotar muy bien ese recurso y llevarlo lejos, hasta San Lázaro, donde dicho sea con toda precisión, la fama y prestigio de sus inquilinos no es nada buena, y todo mundo piensa que está conformado por un grupo de 500 privilegiados que no saben más que firmar la nómina y obedecer ciegamente a un sistema que no es precisamente algo positivo.
El caso es que el candidato del PRI González Salum ha emprendido una serie de recorridos muy intensos, y está recogiendo las inquietudes de muchos ciudadanos; no podemos decir que todos creen que es una buena opción pero las encuestas de casas serias lo ubican como el próximo diputado por el distrito que incluye a la capital tamaulipeca.
Hay quien no tiene idea de qué sucederá cuando Miguel sea diputado y tenga que optar por una posición más, para la que gran cantidad de tamaulipecos tiene cifradas sus esperanzas en el victorense.
Y al parecer las campañas han bajado en cuanto a intensidad negativa en el sentido de que se ha pedido por todos los medios posibles dejar a un lado las descalificaciones, que no haya esas rabietas de algunos que solo aciertan a gritar y despotricar a lo tonto, dejando a un lado la maravillosa opción de proponer mejoras para la ciudadanía a la que se pueden deber en caso de llegar.
Es nuestro deseo que concluya esa etapa negra de la política donde solo gritaos se escuchan. Al parecer con la debacle del eterno candidato, hoy de Morena, se rinde mucho la gente que gusta de descalificar.
Esperemos el día de la elección y veamos que sucede. En tanto, hay que hacer votos porque la mayoría haga una buena elección, y que los “ganones” seamos todos los tamaulipecos.
Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx