México (Notimex).- Considerado uno de los autores franceses más populares dentro y fuera de su país, cuyas historias están entre las más adaptadas al cine, Émile Zola, Padre del naturalismo literario, será recordado mañana al cumplirse 175 años de su nacimiento.
Su perfil biográfico publicado en “buscabiografias.com” señala que Émile Zola nació el 2 de abril de 1840 en París, Francia. Su padre Francesco Zola fue un ingeniero emigrante italiano, mientras que su madre Émile Aubert provenía de una pequeña familia burguesa.
Émile creció en Aix-en–Provence y estudió en el colegio Bourbon, donde tuvo de amigo a Paul Cézanne, con quien mantendría una estrecha amistad y compartía el gusto por la literatura romántica de autores como Victor Hugo (1802-1885) y Alfred de Musset (1810-1857).
Al morir su padre, en 1847, su pequeña familia se instaló en París y el joven Émile continuó sus estudios en el instituto Saint-Louis, aunque no logró graduarse del bachillerato. Fue entonces cuando comenzó a trabajar para el departamento de publicidad de la editorial Hachette.
Zola se interesó por la poesía y el teatro y colaboró con periódicos como “Le Figaro”, “Le Petit Journal” y “Le Salut Public”. Publicó su primera obra “Cuentos para Ninon”, en 1864, con fuertes influencias de la corriente romántica.
A partir de este momento, señala el sitio especializado “biografiasyvidas.com”, Émile Zola comenzó con su prolífera carrera literaria. Le siguió la novela de “La confesión de Claude” (1865) y las obras de teatro “La fea” y “Magdalena, ambas publicadas en 1865.
Tras su despido de la editorial en 1866, comenzó a trabajar como cronista literario y artístico en el periódico “L’Évenement” e hizo públicos dos ensayos en defensa de Manet, cuestionado en esa época por los sectores académicos.
Poco a poco, Zola fue alejando sus escritos del romanticismo y sintió afinidad por los movimientos del positivismo y realismo. Prueba de ello fue su obra “Los misterios de Marsella” (1867) y su primera pieza teatral que impactó en la comunidad artística “Teresa Raquin” (1867).
La lectura que hizo Émile de “Introducción a la medicina experimental” del científico Claude Bernard (1813-1878) se vio reflejada con la consolidación de su propio estilo y la publicación de su novela “Madeleine Férat” (1868).
Así nació la monumental serie de “Los Rougon-Macquart”, integrada por 20 novelas entre las que destacan “La fortuna de los Rougon” (1871), “La ralea” (1871), “El vientre de París” (1873), “La alegría de vivir” (1884), “La tierra” (1887), “La derrota” (1892) y “El Doctor Pascal” (1893).
En los 31 volúmenes que comprenden las 20 novelas trazó la genealogía de más de 200 personajes y sus textos fueron tan elogiados como criticados.
Para 1897, la figura de Zola dejó de pertenecer al plano literario como consecuencia de su posición pública a favor del capitán Alfred Dreyfus (1859-1935), quien fue acusado de haber entregado a los alemanes documentos secretos.
Cuando Émile publicó el artículo “J’Accuse”, consiguió cambiar a favor las opiniones de los intelectuales de la época y más tarde le conseguiría el perdón sobre el caso de Dreyfus. Aunque al gobierno francés castigó a Zola con el destierro.
Émile vivió un tiempo en Londres como exiliado y el 29 de diciembre de 1902 falleció intoxicado por el monóxido de carbono que producía una chimenea en mal estado. Fue enterrado en el Cementerio de Montmartre, en París, y seis años después trasladado al Panteón de Hombres Ilustres.
Según los estudiosos de su obra, su influencia sobre las generaciones posteriores de escritores no fue sólo literaria, ya que su actitud de involucrarse tanto en la literatura como en la realidad social se transformó en un paradigma del escritor comprometido y dominó la escena cultural de occidente hasta la década de los 70.
