El próximo 5 de abril iniciará el período constitucional de campañas políticas en el marco del proceso electoral federal 2015, que culminará con la jornada comicial del 7 de junio.
Durante 60 días, partidos y candidatos desplegarán sus respectivas estrategias en tanto en territorio las simpatías de los electores como en el ámbito mediático (el consabido binomio "tierra-aire") para tratar de capitalizar.
En términos reales, cada una de las fuerzas políticas ya tiene a estas alturas un escenario preliminar de sus alcances para esta contienda, en base al trabajo desarrollado con sus afiliados y estructura de simpatizantes; el desafío para la ruta de los 60 días consiste en tratar de atraer al voto indeciso, que históricamente en México representa casi el 60 por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral.
Para cada una de las fuerzas políticas existen factores que representan posibilidades de suma y resta en la aritmética electoral, son los activos y pasivos con los que se enfrentan a la contienda intermedia del presente año.
Para el actual partido gobernante a nivel federal, el PRI, la elección intermedia representa el reto de someterse a la calificación de los electores.
Son múltiples los sondeos de opinión que ratifican la tendencia a la baja en los índices de aceptación a la gestión del Presidente Enrique Peña Nieto, a grado tal de que el propio mandatario ha llegado a declarar que "no trabaja para ganar medallitas".
Lo cierto es que el equipo presidencial no alcanzó a dar el golpe de timón que muchos analistas aseguraron se daría en el manejo de la estrategia de comunicación política de Los Pinos, donde cambiaron nombres, cambiaron membretes, pero la imagen presidencial llega al periodo de campañas severamente lesionada.
Para el PRI, en estos momentos, el Presidente Peña Nieto representa un severo pasivo, aunque sus candidatos y dirigentes se nieguen a reconocerlo abiertamente. Aun así los sondeos ubican al PRI como primera preferencia electoral en México, con un 30 por ciento de intención de voto.
¿Quién capitalizará la animadversión de algunos sectores del electorado hacia el desempeño del actual régimen?
Las más recientes encuestas ubican al PAN como la segunda posición en preferencias electorales, con un porcentaje cercano al PRI (del 25 al 27 por ciento), mientras que la izquierda mexicana resiente los estragos de su divisionismo caníbal: el PRD registra apenas un 13 por ciento de las preferencias, MORENA alcanza el 10 por ciento y el PT y Movimiento ciudadano se mantienen por abajo del 5 por ciento.
Si tomamos como referencia a la seguridad y la economía como las dos principales preocupaciones de la ciudadanía en México, es posible advertir que estos factores incidirán también en el comportamiento del voto en cada entidad federativa y distrito.
Porque hay que tomar en cuenta que así como se calificará al Presidente, en esta elección también se somete a escrutinio, de manera indirecta, de otras instancias de poder, como es el caso del propio Poder Legislativo Federal, gobernadores y hasta alcaldes.
Véalo de esta manera: el desempeño de los diputados federales en funciones incidirá necesariamente en el voto de sus representados. Un diputado federal que no haya hecho su tarea, que no mantenga el contacto con sus electores, se convierte en automático en un lastre para su partido y sus candidatos en territorio.
En el tema de la seguridad y el empleo, la calificación de los electores tendrá como referente inmediato el desempeño de gobernadores y alcaldes. La inseguridad le pega de manera natural a la economía, así que aquellos gobernadores y alcaldes que no hayan mostrado resultados eficientes en el combate a la delincuencia y a la generación de fuentes de empleo, se instituyen de inmediato en pasivos que operarán en contra de sus respectivos partidos y candidatos. Los electores tienen en este momento la valiosa oportunidad de premiar o castigar el desempeño de sus autoridades, en los tres niveles de gobierno.
Algunos partidos se mantienen en la idea de que el bombardeo mediático al que someterán a los electores, con más de 24 millones de spots de radio y TV en el periodo de campañas, podría ser un factor que contribuya a compensar la lastimada imagen de nuestro sistema político. No hay apreciación más falsa.
En los hechos, los ciudadanos ven con escepticismo la propaganda electoral. De hecho, la sobresaturación de mensajes está provocando que las audiencias migren de los medios tradicionales hacia otras plataformas, principalmente las relacionadas con la internet. El papel de los medios electrónicos como Gran Elector en México está a punto de quedar en el pasado. Y los propios partidos contribuyeron a aniquilarlo, con sus absurdas y mezquinas reformas.
El reto para los electores es hacer entender a los poderosos el sentido de su voto. Si se castiga o se premia a un partido, no es para poner a otros personajes a cometer iguales o peores errores que sus antecesores. "Los políticos siempre van a robar, por lo menos que ya no sean los mismos", afirman algunos. No podemos caer en ese error. El verdadero cambio social debe provenir de la sociedad, no de los partidos.
En este aspecto cobra particular relevancia el voto útil. La abstención, más que hacer vacío a los poderosos, brinda ventaja a los mal llamados partidos grandes, o bien, permite la supervivencia de una clase política parasitaria que ha encontrado un hábitat de lujo en los llamados "partidos emergentes", que no son otra cosa que costosas franquicias electoreras.
Analice el cuadro, y antes de votar, si es que usted no lo ha decidido, reflexione: su alcalde, su diputado federal y su gobernador.... ¿Merecen premio o castigo?
Usted tiene la palabra.
DE BOTEPRONTO: O solo fue un cambio de forma, o de plano don Eduardo Sánchez no ha podido encontrar espacio para estrenarse como vocero presidencial. El gobierno federal parece instalado en el discurso de "apriétese todos el cinturón; todavía viene lo peor". Se supone que la asignatura era de gran urgencia, pero los días siguen su marcha y al Presidente se le ve cada vez más solo...
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