Víctor Gordoa Gil, en su condición de experto en imagen pública, estuvo en Cd. Victoria. Impartió una excelente conferencia; en su mayoría estudiantes, quedaron fascinados con sus explicaciones y mas con sus ejemplos. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que fue una conferencia en la cual los jóvenes universitarios pusieron atención y hasta disfrutaron la forma en que Gordoa hacia sus explicaciones.
La conferencia de Gordoa, sobre la Imagen Pública, forma parte de un compromiso que hizo el rector Enrique Etienne Pérez del Rio al inicio de su administración: ofrecer a los estudiantes y docentes, cursos y talleres que tengan un impacto en la formación de nuevos líderes. No he tenido oportunidad de ir a otros, o quizá no me han llamado la atención, pero si son como la de Imagen Pública, creo que es un tremendo acierto.
Cuando inicio la plática me acorde de la famosa ventana de johari: esa parte ciega y oculta, de lo que es la percepción que la gente tiene de nosotros, y vamos, que nosotros no conocemos o que nos negamos a conocerla. Sus explicaciones fueron claras y con ejemplos sencillos, entendibles: fundamentos, axiomas, el proceso y la evaluación.
¿Qué piensa la gente? De nosotros, del político, del rector, del gobernante? Puso el ejemplo del diputado: las expresiones fueron tantas, tantas y todas negativas que tiene un consejo: quien quiera ser diputado y este en otra elección, digamos para alcalde, que no diga que fue diputado. Por la imagen, tan negativa que tienen y es que, además, las imágenes que proyecto fueron tan elocuentes…de esos diputados folclóricos, cínicos y desvergonzados.
Algo cierto: todos tenemos una imagen pública, es inevitable. Por ejemplo, Alejandro Guevara Cobos, que es apoyado por el centralismo político; Alejandro Etienne, abogado que lo apoya el gobernador Egidio Torre Cantú; Francisco Javier Cabeza de Vaca, que es un panista, dicen, con malas mañas y que esta ficha policiaca tiene en el otro lado. Oscar Luebbert, que es muy agarrado, que no quiere invertir a la campaña de su esposa Esther Camargo.
En pocas palabras, todos tenemos una reputación: honesto, deshonesto; responsable o irresponsable; trabajador o flojo. Con palabras sencillas, creo que todos entendimos su explicación, nos hizo ver que esa reputación se construye todos los días y con estímulos verbales y no verbales. Que la mayoría de nuestras decisiones, dijo, las tomamos con la vista; que el 55% es por la apariencia, lo que uno ve, y el 38% por el medio, la voz. Y el mensaje solo cubre el 7%.
Lo importante es que esa imagen, esa reputación, es dinámica; puede construirse, puede irse forjando, a partir de que todo ser humano tiene una esencia (lo que es), que tiene que contar con objetivos, es decir, saber que quiere y, con eso, hay que entender a la audiencia, conocer sus necesidades. Hacer que los mensajes, verbales y no verbales, sean eficaces, le interesen a la audiencia. Por cierto, para la comunicación no verbal, está el manual que al respecto escribió Teresa Baro.
Me sorprendió, y me dio gusto, ver que jóvenes universitarios –que en su generalidad no son proclives a la lectura-, compraran el libro del expositor. Claro, alguien podrá decir: se sabe vender muy bien Víctor Gordoa. Y si, quienes estuvimos en la conferencia, fácilmente podemos consignar que prácticamente es un actor: maneja muy bien la comunicación verbal como la no verbal. Es un verdadero maestro.
Me hubiera gustado que estuvieran ahí más de un candidato a diputado federal, o a algún potencial candidato a un puesto de elección popular, para que adquieran conciencia de cómo deben cuidar y construirse una imagen. Sin embargo, escuchar a Gordoa me hizo recordar a Javier del Rey, que en su libro “Los juegos de los políticos” hace notar que los políticos viven para engañar al electorado.
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