Algunos bien intencionados –y otros mal- sugieren, proponen situaciones que pueden servir para mejorar nuestra forma de vida: esa es la misión de un diputado que, a través de la instrumentación de nuevas leyes posibilita la manera de sacar los pendientes y buscar beneficio hacia los demás.
Hace unos días los senadores de nuestro país, en una acción cínica que pretendió ser ejemplar se redujeron 100 pesitos el salario; lo comentamos en casi todos los foros, pero hoy se trata de una propuesta al Congreso de la Unión, donde cobran algunos tamaulipecos –y muy bien, sin devengarlo- por hacer leyes y propiciar un mundo justo, al menos dentro de nuestro México lindo y querido.
En primera instancia, se llenan de ayudantes, asesores, coordinadores de nada y miembros de comisiones que, curiosamente, cuando conforman una, significa una “piscachita” más al salario de estos que cobran como si realmente lo merecieran.
Han decidido, en aras de ser solidarios y congruentes con las medidas adoptadas por el Senado, el generoso descuento de 100 pesos a sus más de 100 mil, que deben desaparecer la mitad de las comisiones que han creado y que dicho sea con la verdad, no han servido para maldita la cosa.
También han decidido acabar con tantos asesores, jefes de asesores y demás vividores del presupuesto público, quienes también cobran más de lo que merecen. El problema se viene después.
¿Se han preguntado nuestros diputados qué harán esos cientos de desempleados? No creemos que correr a la gente de sus empleos sea una solución inteligente ni una decisión que vaya de la mano con la equidad y la justicia.
Imagine el lector qué sucedería si a alguno de nosotros, de la noche a la mañana nos dicen: “Pues… ya no eres indispensable y a partir de la próxima quincena ya no laboras con nosotros”. ¿Cómo le caería? Su familia, ¿de qué vivirá ahora?
Algunas personas en forma desesperada caen en el delito y actividades fuera de la ley para subsistir, otros, tienen iniciativa y buscan a donde incorporarse o la forma de poner un negocio, aunque sea de tacos o algo de comida rápida.
Son tiempos difíciles para estos mexicanos que ven amenazada su fuente de ingresos, su antigüedad y todo lo referente al trabajo cotidiano. No creemos que sea justo por donde se vea.
Ganan 75 mil pesos de base más la asistencia legislativa que ronda los 50 mil pesos y otro rubro importante que tiene como suma casi los 30 mil pesos, y que nos da una suma aproximada de 150 y tantos mil pesos. Esto, según información del Congreso de la Unión, aunque data de 2014, y sabemos que se autorizaron un insultante y jugos incremento salarial: son los que autorizan este tipo de cosas en el país. Y además, no hemos sabido de algún diputado que haga declaración ante Hacienda.
Bueno, siempre hemos pensado que es mejor cuidar las fuentes de empleo, preocupación del gobierno federal de siempre, porque hay una tasa de desempleo que hay que atajar y que es importante en nuestro país. No es corriendo gente como se solucionan las malas administraciones, sino con otro tipo de acciones que dejen resultados positivos.
Si ellos tuvieran ingresos netos, digamos de unos 50 mil pesos libres, suponemos que podrían vivir decorosamente, se acabaría con el “fantochismo” y ostentación de riqueza y recursos mal encaminados, y seguramente alcanzaría para mantener las fuentes de empleo existentes. Ya no crear nuevas, porque sucede que cuando llega alguien a una esfera del poder, no se puede correr a tal o cual persona, porque resulta protegida del jefe, y sí se crean coordinaciones y asesorías para los cuates.
Proponemos atender este asunto y dejar a los que tienen empleo con su trabajo, que bien que lo necesitan. No destapemos un agujero para tapar otro, pues.
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