Autonomía universitaria

Un 3 de marzo inició la historia nueva de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, cuando se decretó su autonomía, movimiento encabezado según la historia por Flavio Rocha y Enrique García Guevara, de quien se utilizó su nombre por muchos años para identificar a un grupo estudiantil de la entonces Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en Victoria, y que tuvo sus días salpicados con un poco de historia de toda índole.

El asunto es que este 3 de marzo se recuerda aquel movimiento que inició con una marcha hacia el puerto de Tampico y más, concluyendo en la declaración de la autonomía universitaria, lo que en algunas partes de la historia se malinterpretó.

¿Qué es la autonomía universitaria? Hay quien considera que ser una universidad con autonomía declarada significa tener patente de corso para delinquir y refugiarse en sus muros para que la justicia cívica no los alcance. Falso por donde se vea. La autonomía es algo más que eso, y significa que deja de ser la UAT –en este caso- tutorada por el Estado, sin que lo anterior signifique independencia total, porque hemos de ser conscientes de las responsabilidades económicas que mantiene tanto el gobierno federal como el estatal. Pero el funcionamiento de la UAT se rige por sus propios estatutos y reglamentos y por sus universitarios, quienes conformados en Asamblea deciden el rumbo que debe tomar la máxima casa de estudios tamaulipeca.

Ser parte de esa comunidad significa muchas cosas, pero lo más significativo sucede cuando tenemos que envolvernos en una dinámica donde participan jóvenes de todo tipo y clase social, ávidos de innovar en un mundo que se mue e vertiginosamente hacia su destino final.

Y es tiempo, cuando pensamos en esos movimientos universitarios, de hacer memoria sobre los últimos meses del devenir de la UAT y r3econocer que ha habido sustanciales cambios a partir de la administración que encabeza Enrique Etienne Pérez Del Río, y que ha permitido un crecimiento inusitado en varias áreas del desarrollo, vinculadas casi todas con el Plan Estatal de Desarrollo del gobierno estatal, con la idea de que los egresados de nuestros planteles tengan la herramienta necesaria para incorporarse al Tamaulipas de todos, el que vivimos a diario y que tiene muchas necesidades que están siendo cubiertas por nuestra misma gente, lo cual representa un doble orgullo.

Hay mucho bueno que contar dentro de los muros de la UAT: ya no somos aquella institución que daba pena pertenecer a ella por la forma en que se desenvolvieron durante años sus miembros, y que, con tres letras pintadas en el vehículo aprovechaban para hacer de la ley lo que hoy en día hace mucha gente que no tiene idea del compromiso social que implica desenvolverse en una comunidad con carencias y necesidades, con virtudes y valores.

Podemos afirmar que hoy en día en la UAT hay muchos investigadores, -algunos con grado de maestro y muchos con grado de doctor- que insisten en ser factor de cambio social y siguen haciendo trabajo para lograrlo.

Cierto: hay algunos que son punto de vergüenza por su forma de desenvolverse o de vivir dentro de la mentira y la calumnia, pero afortunadamente la mayoría de los miembros de esta comunidad hacemos por un mejor Tamaulipas para nosotros y nuestros hijos.

Hay desarrollo y vinculación social en forma muy significativa, en donde Enrique Etienne, como rector de la Universidad ha hecho enormes esfuerzos por lograr que estemos a la altura de las mejores universidades del mundo, y hemos dado un importante paso hacia adelante, y todo mundo sabe que es cierto y que seguimos avanzando.

La autonomía, suponemos, se ha empleado mayoritariamente para bien de la sociedad universitaria, y el reto es mantener esa hegemonía sobre las virtudes de los universitarios, que bien vale la pena destacar principalmente cuando se llega a una fecha tan importante.

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