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Sección: Editoriales / Escenario político

Alejandro Guevara, un ‘Birdman’, pero no decadente

Por: Marco Antonio Torres 24/02/2015 | Actualizada a las 21:19h
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Empezamos este legajo de ideas y opiniones en forma de letras.

Alejandro González Iñárritu criticó con sagacidad -segundos después de ganar el Óscar- al gobierno de Enrique Peña Nieto con una evidente intención, evitar que éste, oportunista y envuelto en la hipócrita parafernalia y burbuja que le rodea, lo llamara para felicitarlo, ya fuera ese mismo día o al siguiente.

Fue así como evitó Peña Nieto se colgara su medalla ganada a pulso.

Fue un tiro perfecto de tres golpes.

Porque precisamente hace un año, cuando Alfonso Cuarón (amigo personal de González Iñárritu) ganó el Oscar por su película ‘Gravity’, los perros de presa mandados por su gobierno, se le fueron a la yugular haciéndolo bajar del macho.

A Cuarón le dijeron de todo, lo tacharon de todo, de apátrida, rebelde, antiprogresista, anarquista y hasta de enemigo internacional de México y de los ‘mexicanos’.

¿Cuál fue su culpa? A la verdad ninguna, por justicia ninguna, de veras.

Tan severa fue la cascada de agresiones en su contra, que hasta el Oscar conquistado pasó a un segundo plano.

Todo fue porque le mandó al presidente Enrique Peña Nieto un legajo de diez preguntas relacionadas con la reforma energética, que éste nunca contestó. Y si el equipo del presidente le contestó, lo hizo, quizás, pero a su manera, con datos y conclusiones falsas.

Iñárritu aparentemente no olvida la impunidad y corrupción que vive su país, México.

Y tiene en su memoria la sábana de corrupción y violencia que lo envuelve.

Aparentemente eso lo hizo actuar rápidamente antenoche, apenas le pidieron subir al estrado, al templete de entrega de premios.

De inmediato le puso coto al espíritu tramposo y oportunista del presidente, quien ni tardo ni perezoso ya había subido -en fracción de segundos- a su cuenta de Twitter un mensaje de felicitación al cineasta mexicano.

Pero González Iñárritu se la devolvió, aplastando toda intención del gobierno de México de montarse a un tren de éxito donde ninguno de sus pasajeros había pagado boleto.

Mejor pasemos a otro tema.

Interesantes cosas declaró ayer Alejandro Guevara Cobos, en una amena y relajada charla que sostuvo a mediodía con la prensa.

Entre otras cosas dio información valiosa e instantáneas del momento, sea pragmatismo puro o declaraciones o ejemplos con sentido práctico; también declaró verdades, verdades a medias y axiomas.

Habló de todo eso que no deja lugar a dudas que en Tamaulipas Alejandro Guevara Cobos es el hombre del momento, hoy por hoy.

Esto, pese a las trampas interpuestas a lo largo de su trayectoria, en los últimos 4 años.

De las cuales hizo alusión.

Alejandro Guevara sabe que si en Tamaulipas hay un político consentido por parte de lo más granado de la prensa crítica, aceda, agria, severa juez, esa prensa que hace sostener y rodar cabezas de políticos cuando ella quiere, es justamente él.

Y se llama Alejandro Guevara Cobos.

Él dice que en cierto modo le favorece la reforma electoral vigente, misma que le permite (en  tiempo de precampaña)  ir a cualquier lado y a cualquier tiempo y espacio, sin miedo a ser molestado por el INE y sus opresivas leyes, ayudado por la Constitución Política del país.

Salvo por una excepción, por una condicionante prohibitiva, que es no publicitar el nombre de la marca que lo patrocina.

Citó el nombre de la Coca cola; empero era claro que Alejandro se refirió al PRI, cuyas siglas y slogans no puede promocionar, so pena de ser sancionado, si acaso fuera pillado en el acto y con pruebas a la mano.

Alejandro Guevara es una especie de ‘Golden Boy’ tamaulipeco; es el actor del momento, es un ‘Birdman’ que no precisamente vive en el ocaso de su vida, como el personaje que creó González Iñárritu.

Este ‘Birdman’ es por el contrario veloz como el viento, osado como Juan Salvador Gaviota de Richard Bach, quien para probar que posee un ADN distinto al de sus hermanos las aves comunes o los abejorros, se arroja en picada desde lo alto del cielo a la mar.

Juan Salvador Gaviota hace de su vida una retahíla de pruebas constantes de superación personal, también se busca a sí mismo y encara con frecuencia éxitos por conquistar.

Si hubiera metáfora qué escribir, quizás ésta define al personaje en cuestión.

Podría ser que Alejandro Guevara se convierta -a futuro- en una figura icónica de luz que salga a la superficie territorial de Tamaulipas el próximo año 2016, que es cuando el PRI postulará a su candidato a gobernador.

Pero hay que esperar pues la política es como las matemáticas de Pitágoras, exactas e infalibles. Siempre van en sentido ascendente y ordenado.

Del uno sigue el dos; del dos, el tres; del tres, el cuatro. Y así sucesivamente.

Así pues tenemos que la tirada del mantense es esa, ser gobernador.

Y parece que los números empiezan a respaldarlo. Aun y cuando todavía no empieza la campaña a diputado federal, ya se siente su fuerza.

Y es que en política la percepción es realidad.

Pues para ser alguien no basta con querer, también hay que parecerlo; pues el hábito no hace al monje.

Parece ser que peligrosamente la figura mediática de Alejandro Guevara se posiciona en suelo, mar y aire, incluso por encima de otros aspirantes naturales de gran calado como son por ejemplo Marco Antonio Bernal, Ramiro Ramos Salinas, Oscar Luebbert y Edgar Melhem, por citar cuatro nombres.

Brillo propio, pues, que en este momento tiene a Alejandro Guevara en los cuernos de la luna y en la antesala de su gran sueño, gobernar el estado. Así sean dos años.

Más como dijo él en la charla, primero busca ganar la elección federal de junio. Y si es contundente y claramente, mejor.

Asimismo dijo respecto a líderes locales que aspiran a gobernar desde la presidencia municipal del Mante el próximo trienio: “He hablado con algunos de ellos y mi postura es clara, yo según veo, doy”.

“Conforme cada quién de, yo doy”.

Insinuó que Julio Portales Martínez no será su suplente, aunque no precisó con exactitud qué quiso decir. Pues no reveló nombres, ni confirmó el dato. Solo dijo que el PRI está buscando acuciosamente el perfil exacto que ayude a la fórmula a obtener miles de votos.

Dijo que la meta en El Mante es ganar el municipio con 35 mil votos, independientemente de los 16 municipios restantes.  Esa meta está establecida; y esperamos alcanzarla, dijo.

Afirmó que por ejemplo en Soto La Marina la ex senadora del PAN y ex alcaldesa, Raquel Alonso Carmona ya decidió jugársela a su favor, pese a ser de un partido de oposición.

Y que así como ella, existen más personajes de la oposición que lo apoyarán.

Dijo además: “Yo no soy enemigo de nadie para la alcaldía, olvídense de eso, nunca he querido serlo ni lo seré”.

Hasta aquí con esto.

Pasemos mejor a un último asunto.

El PAN es el partido político del 'nunca digas nunca jamás'.

Es el partido del 'me duermo perdido y amanezco ganado'.

Es el partido del 'Suerte te dé Dios que el saber nada te importe'.

En el PAN todo es posible, hasta volverse rey sin invertir ni un peso. Hasta sacarse la lotería sin comprar boleto.

Todo es posible para la ideología de este partido político derechista cómplice del PRI, amante de las buenas costumbres, de la hipocresía social y de confabulación callada, silente y perniciosa, que sabe guardar silencio cuando más el pueblo necesita oír que hable.

Por ejemplo, ¿Cuándo el PAN -desde aquél 26 de septiembre de 2014 trágico- alzó su voz para exigir al presidente Peña Nieto que aparezcan vivos los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa?

En verdad deja solo al pueblo mexicano.

Esa es la única verdad histórica que conocemos.

Hasta hoy ningún personaje del PAN lo ha hecho, ni senador, ni diputado federal, ni presidente del partido. Ni nadie.

Este partido político, junto al PRD (del cual hablaremos líneas aparte) calla cuando más al pueblo mexicano lo está ahogando la injusticia social, la inseguridad, la violencia y el hambre.

En la historia universal, el PAN debió ser el partido político que impulsó a Francisco Franco, aquél dictador español genocida de triste memoria; debió ser también el partido político ultraderechista que motivó a Hitler a enseñorearse de almas y vidas del pueblo alemán, pueblo noble que por sí mismo jamás habría llevado a la muerte a tanto judío.

El Partido Acción Nacional es el partido político cuyas monedas recibidas por el partido en el poder, PRI, le causan escorbuto, una enfermedad caracterizada por falta de vitamina C en el cuerpo.

Más a pesar de eso, al panismo no le afecta su vigor.

Cierto, el escorbuto es una avitaminosis. Y el PAN lo padece, más no lo resiente.

Pues le afecta al cuerpo, más no a su conciencia.

En razón de lo aquí escrito, diremos lo siguiente: El PAN tiene una suerte perra.

Una suerte que ya quisieran los chiqui-partidos políticos existentes, aunque se trate de partidos satélites y parásitos, como el Pvem y como el Panal.

Pues sin invertir un solo peso en el pueblo, los panistas son capaces de sentar de un solo golpe a 250 diputados en su curul. O sea, a prácticamente la mitad de las sillas del congreso. Esto es, a un 50 por ciento.

Ponemos como muestra un botón, hace casi 3 años el PAN no hizo campaña en Tamaulipas y aun así, conquistó 6 de las 8 diputaciones federales en disputa.

Cuidado, el PRI debe saber dónde está parado. Quizás sin saberlo quiere sentarse en medio de un hormiguero. O en la cima de un volcán en erupción.

La buena suerte que suele tener el Partido Acción Nacional podría volverse a repetir.

Y dar al traste con los sueños de muchos.

Hasta pronto.

adadasdas
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