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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

Las campañas del odio

Por: Miguel Ángel Isidro 26/01/2015 | Actualizada a las 09:40h
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A pesar de los buenos propósitos contenidos en la reciente reforma política, poco a poco afloran contundentes evidencias de que proceso electoral del presente año tendrá una característica tan indeseable como evidente: prevalecerán las campañas de odio, las descalificaciones mediáticas y las diatribas muy por encima de las propuestas de partidos y candidatos.

Es importante no perder de vista que, a diferencia de las entidades en las que se desarrollarán elecciones locales, en el entorno de la elección federal lo que está en juego es la posibilidad de consolidar o rectificar la agenda trazada por la presente administración federal; el riesgo es que esta tarea se vea severamente contaminada por las venganzas y los apetitos de poder de los grupos y mafias que controlan los tableros del poder político en México.

Lo peor de todo, es que los partidos políticos, lejos de corresponder con altura de miras a las expectativas de la ciudadanía en torno a los alcances del proceso comicial, siguen con la mira puesta en utilizar este proceso para satisfacer dos intereses pragmáticos de corto plazo:

Aniquilar al rival: Para vergüenza de los mexicanos, nuestros Padrotes de la Patria siguen sin entender que la política es un instrumento para construir  acuerdos, generar consenso y generar el mayor bien para el menor número. Para el sistema político mexicano, las campañas electorales, lejos de ser escenario para presentar propuestas que respondan  a los legítimos reclamos de la sociedad, se convierten en pretexto ideal para emprender campañas de odio y desprestigio en contra de sus rivales. A los políticos mexicanos no les importa quemar su propia casa con tal de ver la del enemigo arder. Ejemplos sobran.

Mantener y acrecentar cotos de poder: Todos los partidos sin excepción le apuestan a la victoria electoral como herramienta para acrecentar sus espacios de poder, y de la mano de ello, ampliar su cuota de participación en el jugoso reparto del pastel presupuestal. No hay espacio pequeño: regidurías, alcaldías, diputaciones locales y federales son espacios que dan acceso a dietas, prebendas, plazas, contratos y licitaciones. ¿Servir a los ciudadanos? Bueno, si queda algo de tiempo y dinero, se puede simular un poco de responsabilidad social.

Ningún partido se salva. Todos caen en lo mismo. No dudamos que hay candidatos que tratan de hacer la diferencia, pero irremediablemente, una vez que alcanzan un cargo de elección, deben plegarse a los intereses de los grupos de poder que les permitieron llegar al cargo.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? Entender el verdadero poder de nuestro voto, ejercerlo con responsabilidad y desapego.

No dejemos que el proyecto de país que necesitamos lo determine el grotesco reparto de baratijas en el que los partidos políticos han convertido a la política social que se ejerce desde municipios, estados y federación.

Los electores no debemos distraernos con las trivialidades propias de cada campaña. Y que no nos engañen, una elección no es un concurso de popularidad, hay que entender que un político carismático no sirve de nada si no tiene experiencia acreditada en la función pública o le acredita una respetable trayectoria en el sector privado o social. Toda aspiración política personal es legítima y respetable, pero debemos tomar en cuenta que estamos eligiendo representantes populares, no reinas de carnaval ni a los dirigentes de un club social.

A los ciudadanos nos corresponde marcar el rumbo de la agenda política y nuestra participación debe presionar a los distintos partidos a actuar con responsabilidad y eficiencia. ¿A quién le conviene una interminable cadena de venganzas políticas?

Un aspecto relevante debe ser el consumo y participación responsable en las redes sociales, ese escenario virtual que los partidos se están encargando de contaminar con sus estrategias de lodo y mentiras. Hay que observar y documentarse de manera responsable, y sobre todo, estar alimentar debates estériles. Utilicemos la internet para construir ciudadanía, no para dar más poder a los mismos de siempre, ya sean tricolores, azules, amarillos o demás fauna.

La moneda está en el aire... Veremos y comentaremos.

DE BOTEPRONTO: La mayor parte de los políticos que contenderán en la elección federal de este año tienen como propósito llegar a San Lázaro como parte de una estrategia que a futuro los ubique en alcaldías, senadurías y gubernaturas. ¿No sería saludable que la ley les permitiera esbozar sus respectivos proyectos sin hipocresías? Es pregunta.

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